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VIL TRAICION


 


Se conocieron muy jóvenes, Inés tenía 18 años y Carlos 20. Fue un flechazo a primera vista, la primera vez fue en la discoteca de moda en el lugar de veraneo, cerca de Málaga. Cuando acabo el verano cada uno tenía que volver a su lugar de residencia, ella vivía en Madrid y él bastante cerca en Toledo, se podrían ver siempre que quisieran. Los padres de Inés eran unos grandes empresarios, tenían dos restaurantes bastante grandes con muchos empleados, todos los trabajadores apreciaban mucho al matrimonio porque los cuidaban mucho. Y ellos eran fieles con ellos, cuando nació Inés los trabajadores tuvieron todos una paga extra por la alegría que tenían los padres. También tenían una boutique de ropa, y un gran supermercado, todo les funcionaba de maravilla, ganaban mucho dinero, pero al mismo tiempo daban trabajo a mucha gente, y eso también les hacía felices. No quisieron tener más hijos, con Inés eran tan felices que se conformaban, no querían más, la niña fue a los mejores colegios y también a la universidad que eligió pues era muy buena estudiante. Cuando empezó a salir con Carlos, no lo veían muy claro, el chico era muy atento con ella y siempre muy educado, en cuanto a trabajar decía que trabajaba con internet, con compañías americanas, se ganaba bien la vida, siempre invitaba a buenos restaurantes de los mejores de la zona unos regalos para Inés que los dejaban con la boca abierta, el padre de Inés le propuso entrar en su empresa, como socio capitalista o sea le cedería la mitad de sus negocios a cambio de una cantidad pactada entre ellos, él se lo agradeció, pero les comento que tenía grandes ideas para abrir mercado en América y con el tiempo crear franquicias. Al padre de Inés esa avaricia no le gustaba, pero como su hija estaba bien y contenta y sobre todo feliz, hacia la vista gorda. Cuando se casaron fue una boda como la de un rey, no falto nada de todo lo mejor y en el mejor sitio, el gran casino de Madrid con más de 350 invitados, fue un gran banquete, todo supervisado por el gran Paco Roncero gerente del lugar. Cuando nació el primer hijo como siempre fue una gran fiesta y con la niña más todavía ya tenían la pareja y los abuelos eran los más felices del mundo. Durante el matrimonio y el noviazgo Carlos solía hacer muchos viajes, siempre decía que era para visitar a futuros inversores, casi siempre a América, New York, Brasil, Colombia, se conocía toda la zona como la palma de su mano, el matrimonio nadaba en la abundancia Inés no necesitaba trabajar se dedicaba a cuidar a sus hijos, el padre de ella seguía muy preocupado por la actividad comercial del yerno, muchos años en la familia y todavía desconocía cuál era su trabajo. En las últimas vacaciones que realizo la pareja por la rivera maya fueron dos semanas inolvidables, los niños siempre se quedaban con los padres de ella, nunca los llevaban a sus largos viajes. En el hotel de Cancún, sucedió algo que dejo preocupada a Inés, cuando estaban en una hamaca cerca del agua una lancha salió del agua a toda velocidad y fue a chocar contra sus hamacas que tuvieron el tiempo justo para abandonarlas, la explicación del patrón de la lancha fue extraña. —perdón, señores, pero cuando no se hacen las cosas bien suceden accidentes— que había querido decir con esas palabras, no paraba de pensar Inés. Cuando se dirigían al aeropuerto el conductor de la lancha, estaba a la salida del resort, con la mirada fija en ellos y sonriendo, la cara de Carlos denotaba preocupación. Llegaron a Madrid Inés les contó a sus padres lo sucedido, solo consiguió preocupar más a su padre. Durante varios días Inés observo como cerca de su casa siempre había algún coche con un par de ocupantes dentro, no decían nada, solo estaban allí. Ahora después de dos meses de su regreso de Cancún, las imágenes de la televisión le clavo un puñal en el pecho. No podía ser verdad lo que estaba viendo, era imposible, pero las imágenes no mentían y la voz del presentador no dejaba lugar a dudas. —esta mañana a las 10,30 en las cercanías del aeropuerto Adolfo Suárez Barajas, a sido detenido el sicario y narcotraficante Carlos Meléndez, acusado de numerosos asesinatos en el cono sur de América, entre ellos varios políticos y famosos empresarios, a sido detenido junto con un cargamento de 100 kilos de droga que llegaban en ese momento desde Colombia ha ingresado directamente en prisión— el mundo se le cayó encima estaban deteniendo a su marido un asesino a sueldo y narcotraficante y nadie sospecho nada durante esos años. Inés entró en una fuerte depresión, en continua visita a psicólogos, y ese día que hacía justamente tres meses de la detención y encarcelamiento se acercó a la terraza de su ático se asomó por la barandilla y estaba dispuesta a acabar con todo, se disponía a levantar la pierna, cuando una manita le cogió del pie y le dijo. —mama tengo hambre, quiero comer— Inés se agachó y abrazo fuertemente a su hijo, que sin saberlo le salvo la vida no podía dejar de llorar, y desde ese día cambio para siempre su pensamiento no podía echar de menos a la persona que tanto daño le hizo, nunca más perdió ni un minuto de su vida en un solo pensamiento hacia él.

LA MOCHILA SOBRE LAS ESPALDAS.


 Cada día se veía pasar por todo el pueblo, hoy estaba junto al colegio en su primer día de apertura, las madres y madres lo miraban con recelo y mucho temor.

Ese hombre podía hacer daño a sus hijos, su aspecto sucio y desaliñado, solo inspiraba temor, a veces se acercaba a alguien para pedirle un cigarrillo, lo cual hacía que esa persona acelerara el paso para no tener que hablar con él. Ernesto llegó a este pueblo de casualidad, se quedó temporalmente en él, como podía ser otro pueblo cualquiera, no tenía destino, no tenía futuro, no tenía presente solo tenía pasado un pasado que no podía olvidar. Ernesto solía dormir en cualquier portal, no tenía predilección, todo lo deba igual, las personas del pueblo solían llamar a la policía, no lo querían en su portal ni cerca de su casa, la policía venía y lo desalojaba, ante la rabia de Ernesto. Cada día lo mismo comía de lo que recogía en la basura, y lo que alguien le daba por pena, él no hablaba casi nada, solo a veces gruñía, como si fuera un perro enrabietado. Varias veces la policía lo recogió y lo encerró temporalmente en un psiquiátrico, pasados unos días, nunca más de una semana, lo dejaban marchar, porque según los doctores no significaba un peligro para la sociedad, él sin pagar cogía el tren o cualquier otro método de transporte, a veces incluso caminando los 35 kilómetros que le separaban y se dirigía otra vez al lugar de donde lo sacaron, ponía su mochila como almohada y se disponía a dormir no le importaba que fuera pleno día. Mucha gente lo miraba con desprecio y con cara de asco repetían. —es increíble que no se lo lleven y lo encierren—repetían la mayoría Ernesto no molestaba a nadie más haya de sus gruñidos cuando lo miraban con desprecio, era la forma de protestar contra la sociedad que de alguna manera lo discriminaban. No le importaba hacer sus necesidades en cualquier lugar, aunque fuera en plena calle, era la forma de protestar contra la sociedad que le recriminaban lo que hacía sin pudor, y al mismo tiempo le niegan la entrada a ningún establecimiento público para poder ir al lavabo. El solo tenía un recuerdo en su cabeza lo demás no le importaba. Nadie le pregunto nunca por qué se vio obligado a vivir de esa manera, a nadie le importaba, solo les importaba la imagen que daba a un pueblo turístico, lo importante era lo económico lo humano a nadie le dio por pararse a pensar que pasa por su cabeza para vivir de esa manera. Un día unas personas se lo quedaron mirando y le recriminaron su comportamiento. —porque comes desde el suelo, y escupes todo lleno de mugre, eres un foco de infecciones para este pueblo—le decían gritando. Las autoridades miraron por activa y por pasiva la forma de que ese hombre abandonara el pueblo, pero legalmente no podían más de los clásicos días que lo dejaban cerrado en el psiquiátrico cercano. Cuentan las personas que no se quería ir a una residencia para vagabundos, que solo quería estar en la calle y comer y dormir en ella, no quería convivir con nadie, él solo quería vivir buscando algo que nunca encontraría. Porque Ernesto tenía un pasado, un pasado que se remonta a 58 años atrás que es cuando nació. Fue un niño feliz con su familia los mejores colegios, los viajes a los mejores lugares con la familia, incluso estuvo de vacaciones un verano en el lugar que ahora usaba como dormitorio, ese pequeño pueblo turístico, a él en aquel tiempo le pareció un pueblo encantador bonito y con gente muy amable. De adolescente estudio en varios institutos y siempre con buenas notas, incluso se matriculó en una universidad para estudiar ingeniería industrial, todo le marchaba viento en popa. Cuando tenía 28 años conoció a una encantadora chica, Marieta la conoció en una de sus escapadas de fin de semana con los amigos, se intercambiaron los teléfonos y fueron quedando ellos dos, sin los demás amigos. A los 30 decidieron casarse, fue una boda majestuosa como la de unos príncipes, los padres de los novios estaban felices, eran una pareja perfecta. Pasados cuatro años ya tenían dos hijos, dos chicos a los cuales pusieron de nombre Ernesto como él y Juan, dos chicos preciosos. Todo empezó cuando celebrando los 10 años del mayor, después de un día feliz con toda la familia saliendo del restaurante, los padres de él cogieron el coche para volver a su residencia, a tres kilómetros del restaurante sucedió. Un tráiler a más velocidad de la permitida arraso el coche de los padres de Ernesto, destrozando el coche y falleciendo instantáneamente, cuando Ernesto fue avisado se quedó conmocionado y desgraciadamente tuvo que reconocer los cadáveres de sus progenitores. El entierro fue dos días después Marieta estaba continuamente apoyándole no lo dejaba solo en ningún momento, el cementerio estaba en una colina bastante alta y con unas vistas impresionantes. La carretera tenía muchas curvas y el coche fúnebre marchaba a poca velocidad, seguido del coche de Ernesto, no fue nadie más, por expreso deseo de la familia. Una vez acabado el sepelio, la familia se quedaron a solas frente al panteón familiar, los dos hijos y el matrimonio, los encargados de la funeraria y los trabajadores del cementerio los dejaron solos respetando su dolor. Veinte minutos después abandonaban el lugar, todo sucedió muy deprisa, al cruzar la carretera para coger el coche, Ernesto marchaba delante y ya estaba llegando al coche, le hizo girar la cabeza un grito desgarrador de su esposa mientras intentaba coger a sus dos hijos para salir de la carretera, no pudo escapar un coche que descendía a mucha velocidad los arrollo dejando la carretera plagada con los cuerpos de sus familiares más queridos, los dos hijos y su esposa. El coche se dio a la fuga. Paso mucho rato llorando junto a los cuerpos, al final lo consiguieron separar de ellos y los sanitarios le dieron un calmante, un poco más calmado se dirigió a su casa cogió una mochila un saco de dormir y abandono para siempre la vida que tenía. Ahora es una persona que duerme en la calle come en la calle y hace sus necesidades en la calle, la sociedad no conoce la historia que tiene detrás, solo le interesa la imagen. P.D.: Seguramente alguna vez en tu pueblo viste una persona como Ernesto, no los mires con odio, ni rabia, ni desprecio si puedes ayudarle en algo ayúdale, sino pasa de largo, no lo juzgues no sabes la mochila que pueden llevar en sus espaldas.

VACACIONES CON EL MAL


  Celebraban sus 25 años de casados y lo celebraban a lo grande, harían un crucero con unos de los barcos más grandes del mundo.

El Symphony, un barco donde podían viajar más de 6000 pasajeros, sería algo inolvidable seguro.

Después de un pequeño viaje en avión ya llegaban al puerto de Barcelona, lugar desde donde partiría el crucero, solo llegar al puerto para embarcar, les impresiono la majestuosidad del barco, esperaron como todos los pasajeros para embarcar, Marisa ya temblaba de emoción y a Fernando el corazón le latía de excitación, al fin podían realizar su sueño y lo harían celebrando 25 años de casados, mucho tiempo ahorrando para realizarlo, pero hoy era el día. A Marisa le recordó al barco de vacaciones en el mar, por la forma de recibirlos, las azafatas y azafatos, cuando llego su turno, el azafato saludo con un apretón de manos a Fernando y al saludarla a ella le hizo una pequeña caricia en la mano y mirándola a los ojos le dijo. —bienvenida al Symphony el barco que cambiara sus vidas, siempre tendrán un antes y un después, no olvidaran este viaje fácilmente— ella no le dio importancia a las palabras de bienvenida suponía que para todos era igual. Una persona del equipo del barco les acompaño a su camarote, el número 2349 en la planta más alta del barco. Un camarote muy lujoso con vistas al mar que surcaban en todo momento, dejaron el equipaje, y cuando salieron del puerto se aventuraron a investigar por todo el barco. Marisa con 51 años tenía un espectacular cuerpo y muchos hombres se giraban cuando se cruzaban con ella y Fernando se daba cuenta y se sentía un afortunado de que fuera su esposa. Visitaron muchas partes del crucero, pero a la hora de la cena, regresaron a su camarote cansado de caminar por el buque, a ella le encanto la zona de compras era más grande que los centros comerciales que solía visitar cuando estaba en su ciudad. Se dieron una ducha rápida y se vistieron para la cena, ella estaba superelegante con un vestido corto blanco, que dejaba a la vista las torneadas piernas que tenía, y el escote a simple vista llamaba la atención de cualquiera, hombre o mujer. La cena fue espectacular en el restaurante que eligieron, después se dirigieron a la sala de fiestas donde actuaba una orquesta, cuando se cansaron de bailar, (bueno se cansó Fernando por ella seguiría toda la noche, le encantaba bailar) se sentaron en una mesa y pidieron dos cócteles, en ese momento sonaba música de baladas, se le acercó una persona y dirigiéndose a ella. —me encantaría que me permitiera bailar un par de melodías con usted, con permiso de su esposo— ella levantó la vista y la sonrisa que tenía en los labios aquella persona, le puso nerviosa, era el que les dio la bienvenida a subir al barco. —siento no poder complacerle, me duelen los pies—mintió ella —otra vez será, gracias y perdone por el atrevimiento— —porque no fuiste a bailar si te encanta y yo estoy cansado—le pregunto Fernando —quería seguir a tu lado, estoy tan a gusto—contesto ella cuando acabaron los cócteles ya entrada la madrugada, se dirigieron a su camarote, pero entre la bebida y la poca luz que tenían algunas zonas del barco, estaban desorientados. —les puedo ayudar en algo—una fuerte voz sonó a sus espaldas —sí, sí, buscamos el camarote 2349—respondió el esposo Marisa se giró y comprobó que era el mismo que le pidió para bailar, eso le puso nerviosa, la mirada de aquel hombre la dejaba atolondrada. —les acompaño, síganme— la pareja siguió a aquel hombre, que siempre aparecía. —aquí esta su habitación la 2349—que pasen buena noche—dijo el desconocido mirando fijamente a los ojos de ella, manteniendo una sonrisa en la boca —gracias, buenas noches—contestaron los dos al unísono Fernando se tumbó en la cama y miro como se desnudaba su mujer, le excitaba mirarla. Una vez desnuda se acercó a la cama y beso apasionadamente a su esposo, para a continuación hacer el amor apasionadamente como les gustaba a los dos. Sonó el despertador eran las 7,30 la hora que Marisa se levantaba para hacer ejercicio, se colocó unas mallas y jersey ajustados para hacer deporte salió para buscar el gimnasio. No le costó encontrarlo y estaba desierto, a los viajeros no les gustaba madrugar para hacer deporte(ella no perdía su rutina nunca, solo por enfermedad) se subió a una de las bicicletas estáticas, y empezó su entrenamiento, cuando llevaba más de media hora, sudorosa como estaba levanto la vista hacia el espejo del final de la sala, y vio reflejada la imagen de aquel hombre, él siempre él, y nadie más en el gimnasio. Se acercó hacia donde estaba, y se subió a la bicicleta que estaba justamente detrás de ella. Intento mantener la calma, pero aquellos ojos que se clavaban en su espalda, le ponían especialmente inquieta, se bajó de la bici y se dirigió a unas de las saunas, con la esperanza de que desapareciera el intruso. Llevaba diez minutos en la sauna, y percibió como un rostro se acercaba al cristal y observaba el interior, aquella cara con aquella mirada le produjo pánico, pero si salía se encontraría con él cara a cara y no quería. La calor en la sauna ya era inaguantable, tendría que salir, se acercó a la puerta y no pudo abrirla, la temperatura, seguía subiendo y aquella cara seguía en el cristal. Marisa se puso a gritar, era inútil nadie en el gimnasio y un letrero en las puertas “cerrado por mantenimiento urgente” no paraba de llorar y golpear los cristales, la temperatura llegaba a 100º y no aguantaría mucho más, después de veinte minutos en la sauna con aquella calor, el colapso fue lo que hizo callar a Marisa. La puerta se abrió y entro el hombre se paró junto al cuerpo de ella y hablo. —Te lo mereces, tú tenías que ser mía y me despreciaste cuando yo era un jovencito tímido y triste, este es tu castigo por casarte con una persona que no soy yo, llevo mucho tiempo siguiéndote y nunca te diste cuenta yo sabía que este crucero cambiaria nuestras vidas la tuya y la mía y ahora nos reuniremos en el más allá— cuando acabo de pronunciar estas palabras, sonó un disparo, un disparo que le hizo estallar la cabeza cayendo junto al cuerpo de Marisa.

EL ULTIMO VIAJE


 


Pedro y Rafael son un matrimonio como muchos, a pesar de la difencia de edad, se quieren y son felices aunque mucha gente no lo acaba de entender eso de que dos hombres se casen. En la zona donde se casaron fueron la primera pareja gay que lo realizo, fue una gran boda con muchos invitados, aunque no estuvo toda la familia de ninguno de los dos. Ellos y muchos amigos, pero nada le estropearía la ceremonia, fue un día inolvidable. Llevaban ya varios años casados, y siempre le decía pedro a Rafael que tenían que hacer un crucero juntos, un día Pedro tenía visita con el doctor de cabecera por unos dolores estomacales, el doctor le mando varias pruebas para conocer el origen del dolor, él no quiso decirle nada a su marido. Cuando fue a recoger los resultados fue como un mazazo en la cabeza, cáncer de estómago, con metástasis en el hígado. Tres meses de vida. Pedro se quedó muy deprimido, pero no quería decirle nada a su marido Rafael, pero su semblante le delataba y se lo pregunto directamente. —Pedro que te dijo el doctor—pregunto Rafael —mala noticias, sufro de fibromialgia—mintió Pedro —no te preocupes eso si lo controlan los médicos tendrás una vida casi normal algún día un poco cansado, pero estaremos bien— esta fue la respuesta de Rafael, antes de darle un fuerte abrazo y un beso en los labios a su marido. —he pensado que podíamos hacer el crucero por Egipto, que teníamos tanta ilusión que te parece rafa— —pero tú con la fibromialgia como lo llevaras, hay que caminar mucho— —no te preocupes, si me canso cogemos un taxi — —lo que tú digas cariño a mí me parece perfecto— al día siguiente pedro y Rafael estaban en la agencia de viajes para contratar el viaje, pedro lo quería para ya, y a Rafael no le importaba esperar unos meses que sería más barato, al final se impuso la voz de Pedro, saldrían la semana siguiente, en dirección Egipto. Toda la semana con carreras para arreglar todos los papeles, pasaportes y vacunas, se dedicaron las 24 horas del día a solucionar todos los tramites. El día indicado cogían el avión rumbo a El Cairo. A la llegada la temperatura era de 35 grados. Se alejaron en un hotel por esa noche, para el día siguiente empezar la ruta. El día prometía mucho, tenían una visita a las pirámides de Guiza, una de las siete maravillas del mundo, donde ver la esfinge de Guiza, mitad cabeza de faraón, mitad cuerpo de león. Cuando acabo el día Pedro estaba muy cansado y con dolor abdominal, cenaron poco y se fueron a dormir, al ver el cansancio de su marido Rafael le pregunto. —crees que fue buena idea venir tan lejos con tu fibromialgia— —por supuesto que si, igual otro año no podemos —contesto Pedro los días fueron pasando y visitando todo Egipto, crucero por el Nilo, visita a Luxor, Hurghada y los últimos días en El Cairo. Cuando volvían en avión el aspecto de Pedro era preocupante y Rafael le comento, —creo que no fue buena idea venir – seguro que si, con el tiempo me darás la razón. Solo pisar en el aeropuerto de Barcelona, Rafael lo tenía claro. Esta misma tarde iremos al médico para que te hagan una analítica y valoren tu estado de salud, estás muy demacrado y no me gusta nada. Cuando llegaron a casa se dieron una ducha y cogieron el coche para ir al médico, conducía Rafael se dirigía al hospital de la comarca y Pedro le indico que fueran al Clínico en Barcelona. —porque al Clínico—pregunto Rafael —allí está el especialista que me lleva— cuando estaban en la puerta del doctor que le tenía que atender el letrero ponía. —Doctor Guerrero, Oncólogo— que significaba esto, Rafael no entendía nada, pero pronto lo entendería. Dentro de la consulta, el doctor se dirigió a los dos, después de mirar el resultado de los análisis que le acababan de realizar. La última vez que estuvo aquí, le comente que le quedaban tres meses, tengo que decir que estaba equivocado, viendo los resultados usted se tiene que quedar ingresado. Por precaución dijo dirigiéndose a Pedro, me gustaría hablar con su marido un momento si me lo permite. —a su marido no le quedan más de 72 horas, el cáncer se está repartiendo por todo el cuerpo imparable— Rafael se puso a llorar desconsoladamente. —porque no me lo dijo antes—gritaba —este usted tranquilo, lo que menos necesita su marido es nervios—comento el doctor cuando pudo controlar su estado de ánimo, entro en la habitación donde estaba Pedro. —porque no me lo dijiste, nos hubiéramos quedado en casa y tú estarías más relajado— —era la ilusión que teníamos y quería que se hiciera posible a pesar de mi enfermedad— —y de que me sirve el viaje si al final te perderé?— —los días que hemos pasado juntos no los olvidaras nunca, y cuando yo me marche, tú podrás recordarlos y mirar todas las fotos que hicimos, será como un regalo que te hago yo para el resto de tu vida— los dos se abrazaron estuvieron un largo tiempo sin separarse. Dos días después Pedro entro en coma, todo el tiempo que estuvo ingresado Rafael no le soltó de la mano, solo repetía. —no te vayas, por favor, resiste, estoy contigo— siempre con lágrimas en los ojos, a la media noche del tercer día, Pedro abrió los ojos y dirigiéndose a Rafael le dijo. —Gracias, Te quiero— al decir la última palabra dejo de respirar y su corazón dejo de latir.

EL SEMAFORO

  En la ciudad de Kiruma, un sitio donde las luces de neón brillaban por las noches como destellos anticipando un nuevo día, justo en el cen...