Celebraban sus 25 años de casados y lo celebraban a lo grande, harían un crucero con unos de los barcos más grandes del mundo.
El Symphony, un barco donde podían viajar más de 6000 pasajeros, sería algo inolvidable seguro.
Después de un pequeño viaje en avión ya llegaban al puerto de Barcelona, lugar desde donde partiría el crucero, solo llegar al puerto para embarcar, les impresiono la majestuosidad del barco, esperaron como todos los pasajeros para embarcar, Marisa ya temblaba de emoción y a Fernando el corazón le latía de excitación, al fin podían realizar su sueño y lo harían celebrando 25 años de casados, mucho tiempo ahorrando para realizarlo, pero hoy era el día. A Marisa le recordó al barco de vacaciones en el mar, por la forma de recibirlos, las azafatas y azafatos, cuando llego su turno, el azafato saludo con un apretón de manos a Fernando y al saludarla a ella le hizo una pequeña caricia en la mano y mirándola a los ojos le dijo. —bienvenida al Symphony el barco que cambiara sus vidas, siempre tendrán un antes y un después, no olvidaran este viaje fácilmente— ella no le dio importancia a las palabras de bienvenida suponía que para todos era igual. Una persona del equipo del barco les acompaño a su camarote, el número 2349 en la planta más alta del barco. Un camarote muy lujoso con vistas al mar que surcaban en todo momento, dejaron el equipaje, y cuando salieron del puerto se aventuraron a investigar por todo el barco. Marisa con 51 años tenía un espectacular cuerpo y muchos hombres se giraban cuando se cruzaban con ella y Fernando se daba cuenta y se sentía un afortunado de que fuera su esposa. Visitaron muchas partes del crucero, pero a la hora de la cena, regresaron a su camarote cansado de caminar por el buque, a ella le encanto la zona de compras era más grande que los centros comerciales que solía visitar cuando estaba en su ciudad. Se dieron una ducha rápida y se vistieron para la cena, ella estaba superelegante con un vestido corto blanco, que dejaba a la vista las torneadas piernas que tenía, y el escote a simple vista llamaba la atención de cualquiera, hombre o mujer. La cena fue espectacular en el restaurante que eligieron, después se dirigieron a la sala de fiestas donde actuaba una orquesta, cuando se cansaron de bailar, (bueno se cansó Fernando por ella seguiría toda la noche, le encantaba bailar) se sentaron en una mesa y pidieron dos cócteles, en ese momento sonaba música de baladas, se le acercó una persona y dirigiéndose a ella. —me encantaría que me permitiera bailar un par de melodías con usted, con permiso de su esposo— ella levantó la vista y la sonrisa que tenía en los labios aquella persona, le puso nerviosa, era el que les dio la bienvenida a subir al barco. —siento no poder complacerle, me duelen los pies—mintió ella —otra vez será, gracias y perdone por el atrevimiento— —porque no fuiste a bailar si te encanta y yo estoy cansado—le pregunto Fernando —quería seguir a tu lado, estoy tan a gusto—contesto ella cuando acabaron los cócteles ya entrada la madrugada, se dirigieron a su camarote, pero entre la bebida y la poca luz que tenían algunas zonas del barco, estaban desorientados. —les puedo ayudar en algo—una fuerte voz sonó a sus espaldas —sí, sí, buscamos el camarote 2349—respondió el esposo Marisa se giró y comprobó que era el mismo que le pidió para bailar, eso le puso nerviosa, la mirada de aquel hombre la dejaba atolondrada. —les acompaño, síganme— la pareja siguió a aquel hombre, que siempre aparecía. —aquí esta su habitación la 2349—que pasen buena noche—dijo el desconocido mirando fijamente a los ojos de ella, manteniendo una sonrisa en la boca —gracias, buenas noches—contestaron los dos al unísono Fernando se tumbó en la cama y miro como se desnudaba su mujer, le excitaba mirarla. Una vez desnuda se acercó a la cama y beso apasionadamente a su esposo, para a continuación hacer el amor apasionadamente como les gustaba a los dos. Sonó el despertador eran las 7,30 la hora que Marisa se levantaba para hacer ejercicio, se colocó unas mallas y jersey ajustados para hacer deporte salió para buscar el gimnasio. No le costó encontrarlo y estaba desierto, a los viajeros no les gustaba madrugar para hacer deporte(ella no perdía su rutina nunca, solo por enfermedad) se subió a una de las bicicletas estáticas, y empezó su entrenamiento, cuando llevaba más de media hora, sudorosa como estaba levanto la vista hacia el espejo del final de la sala, y vio reflejada la imagen de aquel hombre, él siempre él, y nadie más en el gimnasio. Se acercó hacia donde estaba, y se subió a la bicicleta que estaba justamente detrás de ella. Intento mantener la calma, pero aquellos ojos que se clavaban en su espalda, le ponían especialmente inquieta, se bajó de la bici y se dirigió a unas de las saunas, con la esperanza de que desapareciera el intruso. Llevaba diez minutos en la sauna, y percibió como un rostro se acercaba al cristal y observaba el interior, aquella cara con aquella mirada le produjo pánico, pero si salía se encontraría con él cara a cara y no quería. La calor en la sauna ya era inaguantable, tendría que salir, se acercó a la puerta y no pudo abrirla, la temperatura, seguía subiendo y aquella cara seguía en el cristal. Marisa se puso a gritar, era inútil nadie en el gimnasio y un letrero en las puertas “cerrado por mantenimiento urgente” no paraba de llorar y golpear los cristales, la temperatura llegaba a 100º y no aguantaría mucho más, después de veinte minutos en la sauna con aquella calor, el colapso fue lo que hizo callar a Marisa. La puerta se abrió y entro el hombre se paró junto al cuerpo de ella y hablo. —Te lo mereces, tú tenías que ser mía y me despreciaste cuando yo era un jovencito tímido y triste, este es tu castigo por casarte con una persona que no soy yo, llevo mucho tiempo siguiéndote y nunca te diste cuenta yo sabía que este crucero cambiaria nuestras vidas la tuya y la mía y ahora nos reuniremos en el más allá— cuando acabo de pronunciar estas palabras, sonó un disparo, un disparo que le hizo estallar la cabeza cayendo junto al cuerpo de Marisa.
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