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HISTORIAS Y VIVENCIAS DE UN CAMARERO EN CALELLA paerte--XIV


 Bueno, amigos continuamos en la cafetería Sala Mozart.

Durante mis años en este bar, continúe haciendo pluriempleo siempre que podía, esta vez me enrolé en la plantilla de Can Xena. Anteriormente, dije que Antonio, el dueño de este local, ha sido otro de los mejores jefes que he tenido, el trato humano que tenía con todos los camareros era impresionante, mis colores deportivos en futbol siempre fue el blanco (imaginaros el primer merengue que trabajo en el local de peña Barcelonista) nunca tuve ningún problema y si alguna vez alguien quería guerra, Antonio se encargaba de que nadie me faltara al respeto. Cada día almorzábamos los camareros por turnos, Antonio siempre preguntaba de qué quería el bocata, yo no tenía manías, me gustaba todo. —de que lo quieres hoy?— —tu mismo Antonio me gusta todo— —¿quieres un poco de este jamón podrido?— —si hombre a nadie le amarga un dulce— cada semana dos o tres veces el bocadillo era de jamón ibérico.
Cuando acabábamos por la noche, muchas veces nos sentábamos y charlábamos de futbol todos los camareros. Un jefe ejemplar, si todos fueran como él, los trabajadores en general trabajarían más motivados. Sigamos con las historias de la cafetería Sala Mozart. Durante mis años en el local muchas veces nos entraron a robar, una de las espectaculares fue la vez que se llevaron una máquina tragaperras entera, un par de días después la encontraron dentro de una furgoneta, con todo, se supone que algo les espanto y dejaron la máquina dentro de la furgoneta, que también era robada. Otro robo este muy curioso, un día se llevaron una mesa y dos sillas de la terraza, para el día siguiente devolverlas, como curiosidad os contaré que la Sala Mozart creo que es el único café que no cierra ninguno de los 365 días del año, durante muchos años para pintar el café, se hacía de noche con el bar cerrado. En los años que he trabajado nacieron mis dos hijos, lo más divertido es que mi hija casi nace en el bar, después de varios meses de reposo porque se adelantaba el parto, mi mujer una vez el médico le informa que ya puede hacer vida normal de embarazada, decide ir a la peluquería (todos sabemos lo que una mujer tarda en la peluquería)una vez acabada su estancia en la peluquería se acerca a la cafetería porque se encontraba mal, a mí me faltaba media hora para acabar el turno, los jefes estaban fuera y el compañero no tenía teléfono, se sentó en uno de los bancos y las contracciones cada vez aparecían en intervalos más cortos, finalmente llego el compañero y pudimos llegar al hospital, una vez allá la niña decidió que ahora no quería nacer, que quería seguir dentro de su mamá (12 horas después nació). También, la cafetería es pionera en enlaces homosexuales, tenemos el honor de ser el lugar donde se celebró el primer enlace gay del Maresme, (se casaron en el juzgado y lo celebraron en el primer piso de la cafetería) sus nombres Jose y Manel, poco tiempo después Jose estuvo trabajando con nosotros. He tenido el placer de trabajar con varios compañeros Gais y Lesbianas y nunca he tenido ningún tipo de problemas con ellos, al contrario, creo que son de las personas más dispuestas a ayudar si se les necesita. Los camareros muchas veces somos el paño de lágrimas de los clientes, esto sucedió una noche de tantas pasadas en el café. Después de estar mucho rato charlando con el cliente, este me pregunta. —a qué hora acabas— al ser un cliente habitual no me importo contestar. —en media hora más o menos— —te importa si te espero y te acompaño— durante la conversación le note muy apagado y bebiendo más de lo normal en él. —no, no me importa— llevábamos ya un tiempo caminando lentamente cuando me lo suelta. —llegue a casa hoy temprano y me encontré a Maria (Maria era su esposa)en la cama con otra mujer— se me quedo la cara de sorpresa total. —que me estás diciendo— —que me engaña con otra mujer— —estás seguro—la verdad no sabía que decir —lo vi con mis propios ojos, además de escucharla— —que escuchaste— —lo que me dijo gritando. —Ya no te quiero coges tus cosas y lárgate de esta casa— — que vas a hacer— esperar a que amanezca y despedirme de este mundo. Sus palabras me dejaron asustado, decidí acompañarlo durante parte de la noche, muchas palabras para intentar quitarle la idea de su cabeza, aproximadamente a las cuatro de la mañana, lo vio claro. —acompáñame a casa, por si no me deja entrar, si quiere marcharse que se marche ella, la casa es mía— efectivamente llego a la casa y con una tranquilidad asombrosa, se lo dijo. —esta casa es mía, cuando nos casemos yo ya la tenía, y como no tenemos hijos, si te quieres ir, puedes hacerlo, te vas con ella o con quien quieras, pero yo no abandono mi casa— una semana después la mujer se fue a vivir con su nueva compañera sentimental. Continuo con historias con jóvenes novatos, uno de ellos un poco insolente, lo cuento seguidamente. Muy animada la mañana de aquel día, el equipo lo formábamos yo y el joven de 16 años, Pedro. Bastante tenía yo con el trabajo habitual que encima, tenía que enseñar al niño, en un momento de tranquilidad, me dirijo al chaval y le explico lo que tiene que hacer en ese momento. —Coges la bayeta, recoges todo lo de esa mesa, la limpias y pones cenicero limpio (entonces todavía se podía fumar en los bares), la contestación es de las que más me sorprendieron en muchos años. —porque no lo haces tú que cobras más— si las miradas matasen el chico hubiera caído fulminado al instante. Por hoy lo dejamos aquí, la semana que viene continuamos, con más personales y anécdotas de mi estancia en la cafetería Sala Mozart.

HISTORIAS Y VIVENCIAS DE UN CAMARERO EN CALELLA parte --XIII--


 Aquí estamos una semana más para continuar con las historias y vivencias de un camarero en Calella. Continuamos en Sala Mozart. Hoy toca, sucesos......

Sí, contaré sucesos que pase en la cafetería, alguno divertido, otros no tanto. Una noche, aproximadamente las once, llega al bar un cliente, (llamémosle Jesús) Jesús se acerca a la barra y pide una cerveza. Yo viendo que estaba cargado, me negué. —buenas noches, una cerveza— —no hay cerveza, vamos a cerrar— —Hilario, ponme una cerveza que me la bebo de un trago y me voy— —no Jesús, no te pongo nada porque ya vas cargado— —ponme una cerveza, me cago en dios— —no Jesús, ya te he dicho que no— después de un pequeño lapsus de tiempo, se acerca al final de la barra, agarrándose a una estantería grande de chiclés que teníamos. —me pones una cerveza o te tiro todo esto por los suelos— yo me dirijo por el interior de la barra hasta estar junto a él, poniendo mis manos en jarras. —tíralo si tienes huevos— él se queda pensativo ante mi amenazante presencia. —¿cuánto valen todos los chicles?—pregunta —tres mil pesetas —le contesto seriamente mete la mano en su bolsillo y comprueba que solo tenía 600 pesetas. —hoy no tengo, pero el día que tenga tres mil pesetas vengo y te lo tiro todo por el suelo— acabada esta frase se dio la vuelta y salió del local tranquilamente, regreso muchas veces más, pero no se acordaba de lo sucedido. Otras de las anécdotas con Jesús, fue otro día que otra vez pasado de alcohol quería beber, como siempre que sucede esto, yo le negué la consumición, levanto un poco la voz, le dije que se callara y se marchara. —no me callo y no me voy de aquí a ninguna parte— —venga Jesús, no la líes por favor— —qué no me muevo— Mira si no te vas llamaré a la policía— —llama a quien quieras que no me voy— llame a la policía que en pocos minutos se personó en el local. Cuando los vio entrar, él salió por la otra puerta, le explico a la policía mientras Jesús mirando junto al coche patrulla, salieron para hablar con él y él entró por la otra puerta, parecía una película de Benny Hills, durante unos cinco minutos dando vueltas detrás de él, hasta que a uno de los policías se le ocurrió quedarse dentro de la cafetería mientras el otro lo perseguía, cuando entro al final lo pudieron parar, una pequeña regañina y para casa, hasta los policías se reían del espectáculo que habían dado. Continuemos. Otra noche (casi siempre suceden estas cosas por la noche)una persona conocida en Calella, por desgracia ya fallecida, estaba en su casa viendo tranquilamente un partido del Barça, cuando sus padres le enviaron a buscar a su hermana que estaba en la cafetería tomando un café con un amigo, a él no le apetecía ir y dejar de ver el partido, ante la insistencia de sus padres accedió a ir con el consiguiente cabreo, estaba tan enfadado que cuando llego le grito a su hermana que se tenía que marchar para casa ya.
Él salió de la cafetería y viendo que no salía, cogió una taza grande y colocándose justo enfrente del bar la lanzo contra los cristales con tanta fuerza que atravesó dos cristales, lo divertido es que los cristales se rompieron como en los dibujos animados, dejando una forma redonda y sin caer ni un solo cristal al suelo. Durante bastantes años la ventana de la cafetería era de cristal normal, se podía romper muy fácilmente (actualmente son brindados y no se pueden romper) durante mi estancia en el colegio tuve un compañero que se llamaba Raúl(nombre no real) (desgraciadamente también fallecido), este compi del cole, tiro por malos caminos y varias veces estuvo en la cárcel, cuando llevaba pocos años en la Sala Mozart, él tenía la fea costumbre de con un cubo de basura de los grandes por la noche, destrozar el cristal, entrar coger el tabaco(entonces no teníamos máquina)alguna botella de whisky y el bote del camarero, casi siempre lo detenían por al gran ruido que producía al romper el cristal, un día lo encontré por la calle. —Raúl, oye tío cuando entres a robar a la cafetería, no me jodas el bote— —no sabía que estabas trabajando allí, tranquilo que lo tendré en cuenta— las siguientes veces que entro el bote no lo toco, prefirió coger un taco de jamón. Prosigamos, esta vez no será nada agradable por el final. Una tarde, mientras jugaban a cartas, uno de ellos se empezó a encontrar mal. Pidió un cacaolat templado. A pesar de no encontrarse del todo bien, continuo jugando. Los compañeros vieron como se le caía la cabeza hacia el pecho, al mismo tiempo que las cartas caían también al suelo.(la persona era muy conocida en Calella) respiraba con mucha dificultad y no respondía a ninguna señal. Rápidamente, se llamó una ambulancia que llego en pocos minutos, los sanitarios lo pusieron en el suelo para poder maniobrar fácilmente, pedimos a los clientes que abandonaran el local ante la gravedad de la situación. La entrada del cine prosiguió con normalidad, porque el pasillo está separado de la cafetería.
Lo asombroso es hasta donde llega el morbo de las personas, los sanitarios pusieron un biombo para que desde la calle no se pudiera ver el cuerpo de esa persona, los que conocían la casa, que prácticamente es todo el mundo, avanzaban por el pasillo de entrada al cine y desde la ventana poder ver a la persona fallecida, desde que dieron por fallecido a esa persona hasta que vino el juez a ordenar el levantamiento del cadáver pasaron unas cuantas horas, que no paro de pasar gente para curiosear. Continuemos con el último suceso por hoy. Cerca de la ventana tenemos cuatro mesas, un hombre respira con dificultad y se sienta en una de ellas la que estaba más apartada. —me puedes dar un agua natural— tenía la cara muy pálida. —se encuentra bien—pregunte —no mucho, a ver si tomando agua me animo— le acerque la botella de agua y no pudo ni cogerla, se desmayó. Rápidamente, llamé una ambulancia, que no fue precisamente rápida, no por ellos, tardaron más porque la calle iglesias se cortaba con una barrera cerrada con un candado, por entonces, tuvieron que esperar a la policía para poder entrar con la ambulancia.(los sanitarios con el médico cogieron la camilla y el desfibrilador con todos los bártulos a la espalda para llegar lo antes posible). Efectivamente, el médico confirmo que era una angina de pecho con toda seguridad, empezaron su actuación para salvar la vida de esa persona. Mientras eso sucedía en una parte de la cafetería, a cinco metros escasos, se sientan una familia, con niños incluidos, no paso ni un minuto desde su entrada, viendo que yo no me acercaba a su mesa. —oye, nadie atiende aquí— increíble, una persona se debatía entre la vida y la muerte y ellos querían tomar algo viendo el espectáculo. —lo siento, pero mientras estén los sanitarios con esa persona, no serviré nada a nadie— —pues si no nos atiendes nos tendremos que marchar— por primera vez creo que deje de ser diplomático con un cliente. —la puerta es muy grande y pueden salir todos a la vez, buenos días— y me fui hacia los sanitarios por si necesitaban algo. Evidentemente, se marcharon, un tiempo después vino la persona que le sucedió a darme las gracias por llamar a la ambulancia tan rápido. Posiblemente, gracias a eso, salvo la vida, le explicaron en el hospital. Aquí quiero dejar una reflexión, todos los camareros(otros sectores también)aparte de pasar el examen de manipulador de alimentos, tendríamos que pasar un pequeño curso de primeros auxilios, solo con que una vida se salvara, habría válido la pena, es increíble lo impotente que te sientes ante una situación de estas y no saber como reaccionar, la semana que viene más y más divertidas

EL SEMAFORO

  En la ciudad de Kiruma, un sitio donde las luces de neón brillaban por las noches como destellos anticipando un nuevo día, justo en el cen...