visitas

HERMANOS


 --Un hermano, es un hermano y siempre estará delante de todo lo demás--

Ángel le repetía muchas veces esta frase a su hermano Juan. Desde pequeños eran inseparables. Juan admiraba a su hermano tres años mayor que él, se contaban todos los secretos. Bueno casi todos porque Ángel no le explico nunca aquella vez que estando Juan trabajando en turno de noche en la fábrica, él fue a visitar a su novia con la escusa de llevarle un recado de Juan, la visita solo fue para poder entrar en la casa de ella y charlar y tomar unas copas, después de beber más de la cuenta, los dos acabaron haciendo el amor sin pensar para nada en el tercero en discordia. ---un hermano es un hermano y siempre estará delante de todo lo demás-- tampoco fue de esa manera cuando después de la primera comunión de Juan, pasados unos meses la hucha de lo que recogió estaba casi vacío. Ni cuando Juan buscaba trabajo y Ángel prefirió que en su empresa entrara a trabajar una chica joven y guapa antes que su hermano que estaba en paro. Ni aquella vez que Juan le dejo el coche a Ángel este, regreso muy tarde y bebido destrozando el coche contra un muro, por supuesto Juan no le reclamo nunca nada del coche, estaba contento que su hermano estaba bien. --un hermano es un hermano y siempre estará delante de todo lo demás-- Esta frase siempre le sonaba en la cabeza a Juan cundo veía a su hermano, toda la vida detrás de él, siempre queriendo ser igual que él, la admiración era tal que siempre se ponía su ropa para parecerse a su ídolo Ángel. La madre de ambos llamo a Juan un día llorando. --tu hermano Andrés tiene una enfermedad grave, necesita un trasplante de medula ósea para salvarse-- --lo se mama me llamo él para decírmelo y pedirme que sea yo su donante si somos compatibles-- --que piensas hacer—pregunto la madre --ya sabes mama que hace años que no nos hablamos, gracias a la estafa que me realizo me quede sin mi casa y mi mujer sé suicidio-- --lo sé Juan, él nunca fue bueno contigo, te lo pido yo, no quiero quedarme sin uno de mis hijos—fue la respuesta de la madre con lágrimas en los ojos --déjame que lo reflexione esta noche y mañana daré la respuesta-- Juan paso toda la noche en vela, pensando si hacerlo o no, algo dentro de él decía que no, que todo el sufrimiento que paso gracias a él, tenía que pagarlo. Se levantó temprano, una ducha rápida y se dirigió al hospital donde estaba su hermano esperando la respuesta, tenía un porcentaje muy alto de morir si su hermano rechazaba ser donante. Mientras subía por el ascensor para visitar a su hermano, las lágrimas le resbalaban por las mejillas, el recuerdo de su mujer destrozada en el asfalto por la caída desde el quinto piso, justo en el momento que entraban a su casa para desahuciarlos, por culpa de su hermano. Respiro profundamente con semblante serio se dirigió a la habitación 452,donde estaba ingresado Andrés. Junto a Andrés estaba el doctor. --buenos días, señor Juan, que decisión ha tomado—pregunto el doctor --de acuerdo lo haré-- --gracias, gracias---balbuceo Andrés Una vez salió el doctor de la habitación este se dirigió a su pariente más pequeño. --gracias Juan, sabía que no me fallarías-- --no te equivoques Andrés, no lo hago por ti, lo hago por mí-- --no te entiendo que quieres decir-- --con esta transfusión seguramente te salves de la muerte, pero lo que no te curara es el remordimiento de todo lo que hiciste conmigo y mi familia-- --ya te pedí perdón en su día, ¿no te vale?-- --nunca te podré perdonar, si acepto ser donante es para que sufras el resto de tu vida, con tus recuerdos y la inquietud y el desasosiego te persiga toda la vida-- --porque me golpeas moralmente tan fuerte—pregunto Andrés Juan se acercó a la ventana de la habitación, sigilosamente la abrió y se dirigió a su hermano. --un hermano, es un hermano y siempre estará delante de todo lo demás-- --tú decides, pagas tus deudas conmigo, o prefieres vivir con remordimiento los años que te queden de vida-- acabo esta frase y se dirigió a la salida, sin girarse para ver a su hermano con la cara de pánico que tenía. El cuerpo cayó junto a las ambulancias aparcadas bajo las ventanas, no pudieron hacer nada por su vida, todavía estaba el cuerpo sangrando del impacto, solo pudieron mirar hacia la parte sur del hospital, donde otra persona también se lanzó al vacío. Unos días después fue el entierro de los dos hermanos, el único familiar que les acompaño fue una madre completamente rota por el dolor de perder sus dos hijos.

COLECCIONISTA DE TESOROS


Los vecinos le conocían hace muchos años, era una persona muy normal cariñoso con su esposa y muy mimoso con sus hijos, llevaba más de 50 años en aquel pueblo, las partidas de cartas en el bar, los paseos por las calles principales en familia y de compras un vecino como cualquier otro. Hace diez años que empezó el cambio, no fue de golpe fue gradual, el comienzo coincidió con el fallecimiento de su esposa, ya no era tan habitual verle en las partidas ni jugando a la petanca los domingos en el parque. Después del fallecimiento de su mujer, los hijos se marcharon uno a uno, los cuatro lejos del pueblo, uno a Londres, otro a Mallorca el tercero a Madrid y la chica la más pequeña se casó con un suizo y se marchó a vivir a Suiza. Era muy raro que volvieran al pueblo a visitar a su padre, incluso en Navidad estaba solo, algunos vecinos lo invitaban a sus hogares, él declinaba siempre la invitación con la misma frase. --no quiero ser una molestia y mucho menos que nadie me invite por pena-- pasaba el tiempo prácticamente ya no hablaba con nadie, no se acercaba al bar para nada, los lugares donde había reuniones los detestaba, no quería ni acercarse. Al principio de quedarse solo únicamente, solía salir por las noches y si veía algo en los bidones de basura que le llamara la atención lo recogía y se lo llevaba a su casa, de esta manera comenzó lo que él llamaba colecciones. La casa era muy grande para él nada más, organizo las habitaciones que nadie usaba para guardar sus recopilaciones de objetos para coleccionar. En una habitación tenía las botellas de plástico, como tenía tantas no podía colocarlas y se fueron amontonando desde una pared a otra, llegado el momento si no cabían las chafaba para poder meterlas en la habitación correspondiente. La segunda habitación albergaba los periódicos y revistas, cientos, miles de periódicos y revistas ocupando la mayor parte del cuarto. De esta manera una tras otra todas las estancias estaban casi completas de sus tesoros. Llamaba la atención una de ellas, esta estaba llena de botellas de butano, propano y cosas similares. Nadie suponía que estuvieran en su poder todas esas bombonas, hacía un tiempo que desaparecían de los patios y aceras cuando se dejaban para que se las cambiaran. Nadie sospecho de él, los niños cuando pasaban cerca de la casa se asustaban si lo veían salir, le tenían miedo y si podían no pasaban cerca de la casa, preferían dar un rodeo por temor a encontrárselo. Ya nadie le saludaba, por temor a sus contestaciones. --dejarme en paz, chafarderos---era una de sus favoritas. Cada día solía llevar la misma ropa, no se cambiaba a pesar de tener una de las habitaciones llenas de ropa, toda la ropa que los vecinos colocaban en el contenedor de ropa de caritas, por las noches desaparecía y acababan en casa de él. Varias veces vino la policía para visitar la casa, a lo cual él se negaba, con no abrirles la puerta tenía suficiente, se acababan marchando. Varios vecinos se quejaban de los fuertes olores que salían de su casa, a pesar de toda la policía no consiguió una orden para poder entrar. Aquel día no se encontraba muy bien de salud y después de hacer la recogida nocturna, se sentó en uno de los pocos espacios que le quedaban libres en la casa junto a una mesa, amontono todas las colillas que tenía del día y les saco el tabaco que tenían. Cuando acabo de desmenuzar el tabaco con un papel de fumar que un vecino siempre le daba, lío artesanalmente los cigarrillos que sé fumaria al día siguiente. La recogida del día fue buena, consiguió doce cigarrillos, se premiaría esa noche fumándose una colilla de puro que encontró en la puerta de la iglesia. Encendió el puro, aspiro fuertemente el humo y miro distraídamente los tesoros que le rodeaban, mientras miraba sonreía, nadie en el mundo tendrá tantas colecciones como él, dejo el puro al borde de la mesa, se bebió un vaso de agua, al no tener sueño todavía, decidió dar una vuelta más para ampliar sus colecciones. Quería dar una vuelta cerca del cementerio que mucha gente tiraba sus pertenencias detrás de la tapia y hacia allí se dirigió. El puro seguía consumiéndose en el borde de la mesa, una pequeña brisa hizo que el puro cayese junto a la colección de cáscaras de nueces y cortezas secas de frutas que tenía junto a la mesa. Que prendieran aquella colección fue fácil, lo que tenía aquella casa dentro era gasolina para el fuego. Las llamas corrían como pólvora por dentro de la casa unos vecinos que se dieron cuenta, avisaron rápidamente a los bomberos, estos llegaron en pocos minutos, las mangueras fueron distribuidas por los alrededores, el problema era la parte trasera, justo el lugar donde tenía toda la colección de bombonas, cosa que desconocían los bomberos, a pesar de la intervención rápida de ellos, el fuego avanzaba hacia el polvorín que era aquella habitación, la llamas prendieron la puerta y amenazaban con entrar dentro del habitáculo. El dueño de la casa, al ver el jaleo, empezó a insultar a los vecinos, acusándoles de querer matarlo. Lloraba desconsoladamente y solo repetía. --mi tesoro la mayor colección de bombonas se quemará-- uno de los bomberos al escuchar esa frase le pregunto. --en que parte de la casa están las bombonas y cuantas hay-- --muchas, la colección más grande jamás pensada-- el bombero se asustó, aunque las bombonas de butano no suelen explotar, tantas juntas podían crear un fuego de dimensiones enormes. Tuvieron que trabajar a una velocidad enorme y con un grado de precisión nunca visto en un incendio, justo cuando empezaba a arder la habitación los bomberos consiguieron controlar las llamas y enfriar la habitación para evitar la desgracia. El hombre fue encerrado por problemas mentales,
todo el pueblo desconocía que tuviera un síndrome de Diógenes tan fuerte.
Los hijos vinieron avergonzados al pueblo, por la dejadez que tenían con su padre

TELEFONO MALDITO

 En un pequeño barrio de la ciudad, había una tienda vieja y mugrienta que vendía las antigüedades más inverosímiles que uno pudiera imagina...