9,30 horas de la mañana, con signos de cansancio y fatiga, me dirijo a la recepción de urgencias del hospital.--buenos días, que le sucede-- primer momento comprometido, si está para la recepción de los enfermos, y no puede solucionar, para que pregunta, al final me enviara a la “sala de triaje”como a todos. --señor Hilario Marín, pase a la puerta de “triaje”--se escucha por megafonía. Una vez dentro la misma pregunta. --que le sucede—aunque esta vez si tiene sentido, me evaluara y sabrá si tiene que dar prioridad. Le explico mis síntomas y me envía de regreso a la sala de espera. Aproximadamente una hora después suena por megafonía, Enrique Garcia, justo la persona que entro después que yo (lo encuentro lógico, él va a una especialidad diferente que yo) cinco minutos después suena mi nombre, Hilario Marín. Una agradable enfermera me está esperando en la puerta para entrar en urgencias. --que tal señor Hilario-- --no muy bien, si estoy aquí la verdad—intento ser tan simpático como ella. La diligente enfermera me acompaña hasta un Vox, lugar donde pasaré las próximas 24 horas. Varios doctores y enfermeros me visitan, unos para tomarme las constantes y otros para averiguar, cuál es mi mal, uno de ellos, cirujano, decide que llego la hora de las torturas, informando al enfermero las pruebas que se me tienen que realizar. La primera tortura (de gran ayuda para solucionar mi problema de salud) una sonda nasogástrica (creo que se llama de esta manera) mientras te efectúan esta prueba es como si estuvieras en una montaña rusa, pero acordándote de los familiares del que la practica. En mi caso fue Jordi Correa, costo lo suyo, después de varios intentos al final lo consiguió(tiene mucho mérito, los pacientes no solemos colaborar mucho en este tipo de pruebas). Tengo que confesar que la última vez que llore de esa manera, fue el primer año que los reyes no me trajeron nada. Volvió otra vez uno de los primeros doctores y con una gran corrección me pidió que me pusiera en posición fecal lateral (pienso que se llama de esta forma, tan indecorosa posición) supongo que para evaluar mis problemas, una vez acabado salió del box (no pude ver su cara, si era sonriente o con cara de profesional de la medicina)la dichosa prueba la tuvo que repetir otro doctor, entre pruebas el amigo Jordi (ya casi lo consideraba un amigo a pesar de sus torturas)se acercaba al box para volver a tomar las constantes y todo estaba correcto. En una de esas visitas pude charlar un momento con él, es hijo de Calella, pero actualmente vive fuera de aquí. Ya era media tarde y empieza el baile en la discoteca. Una criatura de pocos años no para de chillar “no quiero, no quiero”y la madre en el pasillo era un manojo de nervios, los enfermeros y auxiliares consiguieron calmar al chico y realizarle la prueba que necesitaba, la tranquilidad parecía llegar a urgencias (que equivocado estaba) --enfermera, enfermera--una persona mayor gritaba continuamente(supongo que desconocía el funcionamiento del timbre de llamada) el personal sanitario, acudía lo más rápido posible a la llamada, una vez comprobado que no sucedía nada anormal, volvían con el resto de usuarios. --enfermera, enfermera--volvió a gritar desconozco por qué se refería en femenino y no en masculino. Ya vemos otra vez a Jordi y sus compañeros, acudir a la llamada angustiosa del paciente, lo clásico comprobación que estaba todo correcto, y a seguir. --enfermera, enfermera-- durante bastante rato fue la música ambiental de la sala. Nos acercamos a las 8 de la tarde, hora del cambio de personal que cuidan a los ingresados por urgencias. Antes de marcharse, Jordi, paso a desearme buenas noches, le pregunté. --cuando regresas-- --el martes, el lunes, descanso después de unas jornadas maratonianas del fin de semana-- le deseo buen descanso y le comento que espero no estar cuando regrese. Pasados unos minutos de las 8 entra en el box otra encantadora persona. --buenas noches, soy Lorena, la enfermera de noche, cualquier cosa que necesites me llamas por favor-- nos acercamos a las 10 de la noche y empieza el nuevo baile. Nuevo grito. --que pasa nadie me escucha- (tendrían que poner claramente el funcionamiento del timbre) gritaba un paciente el box contiguo al mío. Lorena y otros compañeros se acercan a ayudar a esa persona. A pesar de toda la corrección y educación de los sanitarios, el paciente seguía chillando, un doctor pidió que le realizaran una prueba de alcohol y drogas, estaba muy alterada esa persona y no pensaba acceder a ninguna prueba. --solo tome alcohol—gritaba a los enfermeros y auxiliares --solo tome alcohol, no sabéis tratar a la gente, no tenéis mano izquierda-- los gritos eran claros, ninguna prueba se pensaba hacer. Después de muchos gritos, los sanitarios decidieron avisar a seguridad, dos miembros intentaron dialogar durante bastante tiempo con el personaje, al final casi consiguen que se calle, pero fue un espejismo, una vez se marcharon los de seguridad. --quiero una pastilla para dormir—era el nuevo grito ya eran casi las dos de la mañana, y los gritos resonaban en todas partes. --no te podemos dar una pastilla para dormir si no sabemos lo que te tomaste—dejaban bien claro, Lorena y sus compañeros. No sé cómo lo consiguieron, pero al final se calló y pudimos descansar. Lorena me confirma que por la mañana me vendría a buscar una ambulancia para llevarme al hospital de Mataró para realizarme más pruebas. Acabada su jornada laboral, Lorena paso por todos sus pacientes para despedirse de ellos, igual que anteriormente hizo lo mismo Jordi. A las 9 de la mañana, como predijo Lorena, una ambulancia me recogía para llevarme a mi nuevo destino, urgencias de Mataró. Me encanto sentir la tibieza del sol en mi rostro, después del tiempo que estuve en un box cerrado. Varias ambulancias llegamos al mismo tiempo, aunque lo mío estaba programado, igualmente tuve que hacer cola para entrar, a estos sitios siempre hay que ir sin prisas y yo no tenía ninguna. Nuevos tubos entraron por mi cuerpo, esta vez por la boca y con una cámara mirar mi interior, desde las 9,30 en espera y aproximadamente a las 14,30 ya tenía las pruebas efectuadas. Más que una visita a urgencias, lo mío fue lo más parecido a un tour turístico por esta zona, estaban tan desbordados que me tuvieron que cambiar hasta siete veces de lugar, unas veces en box, otras en pasillo, tuve para todos los gustos. Por supuesto, aquí también tenían baile, Mossos controlando a un amigo de lo ajeno, que se lesionó (me sentí un poco discriminado, él tenía su box y le dieron de comer cuando lo reclamo, aunque anteriormente rechazo la cena). Una señora con muchas marcas encima (parecía la victoria Beckham) no estaba dispuesta a esperar por ver a su familiar ingresado por urgencias, se saltó todos los protocolos posibles, y para el box donde estaba su familiar que se introdujo, los vigilantes de seguridad detrás de ella. Esa persona no atendía a razones, incluso tuvo la osadía de pedirle el nombre a uno de los vigilantes para denunciarlo, obviamente el de seguridad se negó si quería algún dato, tenía su número de placa. No hubo violencia física, pero violencia verbal de la mujer, mucha y gran escala. Poco a poco se fueron despejando los pasillos y yo esperando una ambulancia para regresar a Calella, la espera creo que fue de récord güines, estuve esperando hasta 10 horas para que me recogieran. Supongo que hasta el santo Job hubiera perdido la paciencia en mi situación, a las dos de la mañana llegaba al sitio de partida, hospital de Calella. Verdaderamente, me siento relajado, cuando veo el campanario iluminado y la luz anaranjada de las farolas del parking. Apago la luz y cierro los ojos. Los fantasmas de la noche vienen a visitarme, (no eran los fantasmas, era un enfermero a tomarme las constantes). Sirva este relato como un pequeño homenaje a todos los Jordis y Lorenas silenciosos que cuando entremos en un hospital, nos cuidan y muchas veces aguantan nuestro mal humor, sin tener ellos ninguna culpa. Jordis, Lorenas no cambiéis, nunca sois grandes profesionales y grandes personas. Hasta aquí mis 48 horas en urgencias.
visitas
48 HORAS EN URGENCIAS
9,30 horas de la mañana, con signos de cansancio y fatiga, me dirijo a la recepción de urgencias del hospital.--buenos días, que le sucede-- primer momento comprometido, si está para la recepción de los enfermos, y no puede solucionar, para que pregunta, al final me enviara a la “sala de triaje”como a todos. --señor Hilario Marín, pase a la puerta de “triaje”--se escucha por megafonía. Una vez dentro la misma pregunta. --que le sucede—aunque esta vez si tiene sentido, me evaluara y sabrá si tiene que dar prioridad. Le explico mis síntomas y me envía de regreso a la sala de espera. Aproximadamente una hora después suena por megafonía, Enrique Garcia, justo la persona que entro después que yo (lo encuentro lógico, él va a una especialidad diferente que yo) cinco minutos después suena mi nombre, Hilario Marín. Una agradable enfermera me está esperando en la puerta para entrar en urgencias. --que tal señor Hilario-- --no muy bien, si estoy aquí la verdad—intento ser tan simpático como ella. La diligente enfermera me acompaña hasta un Vox, lugar donde pasaré las próximas 24 horas. Varios doctores y enfermeros me visitan, unos para tomarme las constantes y otros para averiguar, cuál es mi mal, uno de ellos, cirujano, decide que llego la hora de las torturas, informando al enfermero las pruebas que se me tienen que realizar. La primera tortura (de gran ayuda para solucionar mi problema de salud) una sonda nasogástrica (creo que se llama de esta manera) mientras te efectúan esta prueba es como si estuvieras en una montaña rusa, pero acordándote de los familiares del que la practica. En mi caso fue Jordi Correa, costo lo suyo, después de varios intentos al final lo consiguió(tiene mucho mérito, los pacientes no solemos colaborar mucho en este tipo de pruebas). Tengo que confesar que la última vez que llore de esa manera, fue el primer año que los reyes no me trajeron nada. Volvió otra vez uno de los primeros doctores y con una gran corrección me pidió que me pusiera en posición fecal lateral (pienso que se llama de esta forma, tan indecorosa posición) supongo que para evaluar mis problemas, una vez acabado salió del box (no pude ver su cara, si era sonriente o con cara de profesional de la medicina)la dichosa prueba la tuvo que repetir otro doctor, entre pruebas el amigo Jordi (ya casi lo consideraba un amigo a pesar de sus torturas)se acercaba al box para volver a tomar las constantes y todo estaba correcto. En una de esas visitas pude charlar un momento con él, es hijo de Calella, pero actualmente vive fuera de aquí. Ya era media tarde y empieza el baile en la discoteca. Una criatura de pocos años no para de chillar “no quiero, no quiero”y la madre en el pasillo era un manojo de nervios, los enfermeros y auxiliares consiguieron calmar al chico y realizarle la prueba que necesitaba, la tranquilidad parecía llegar a urgencias (que equivocado estaba) --enfermera, enfermera--una persona mayor gritaba continuamente(supongo que desconocía el funcionamiento del timbre de llamada) el personal sanitario, acudía lo más rápido posible a la llamada, una vez comprobado que no sucedía nada anormal, volvían con el resto de usuarios. --enfermera, enfermera--volvió a gritar desconozco por qué se refería en femenino y no en masculino. Ya vemos otra vez a Jordi y sus compañeros, acudir a la llamada angustiosa del paciente, lo clásico comprobación que estaba todo correcto, y a seguir. --enfermera, enfermera-- durante bastante rato fue la música ambiental de la sala. Nos acercamos a las 8 de la tarde, hora del cambio de personal que cuidan a los ingresados por urgencias. Antes de marcharse, Jordi, paso a desearme buenas noches, le pregunté. --cuando regresas-- --el martes, el lunes, descanso después de unas jornadas maratonianas del fin de semana-- le deseo buen descanso y le comento que espero no estar cuando regrese. Pasados unos minutos de las 8 entra en el box otra encantadora persona. --buenas noches, soy Lorena, la enfermera de noche, cualquier cosa que necesites me llamas por favor-- nos acercamos a las 10 de la noche y empieza el nuevo baile. Nuevo grito. --que pasa nadie me escucha- (tendrían que poner claramente el funcionamiento del timbre) gritaba un paciente el box contiguo al mío. Lorena y otros compañeros se acercan a ayudar a esa persona. A pesar de toda la corrección y educación de los sanitarios, el paciente seguía chillando, un doctor pidió que le realizaran una prueba de alcohol y drogas, estaba muy alterada esa persona y no pensaba acceder a ninguna prueba. --solo tome alcohol—gritaba a los enfermeros y auxiliares --solo tome alcohol, no sabéis tratar a la gente, no tenéis mano izquierda-- los gritos eran claros, ninguna prueba se pensaba hacer. Después de muchos gritos, los sanitarios decidieron avisar a seguridad, dos miembros intentaron dialogar durante bastante tiempo con el personaje, al final casi consiguen que se calle, pero fue un espejismo, una vez se marcharon los de seguridad. --quiero una pastilla para dormir—era el nuevo grito ya eran casi las dos de la mañana, y los gritos resonaban en todas partes. --no te podemos dar una pastilla para dormir si no sabemos lo que te tomaste—dejaban bien claro, Lorena y sus compañeros. No sé cómo lo consiguieron, pero al final se calló y pudimos descansar. Lorena me confirma que por la mañana me vendría a buscar una ambulancia para llevarme al hospital de Mataró para realizarme más pruebas. Acabada su jornada laboral, Lorena paso por todos sus pacientes para despedirse de ellos, igual que anteriormente hizo lo mismo Jordi. A las 9 de la mañana, como predijo Lorena, una ambulancia me recogía para llevarme a mi nuevo destino, urgencias de Mataró. Me encanto sentir la tibieza del sol en mi rostro, después del tiempo que estuve en un box cerrado. Varias ambulancias llegamos al mismo tiempo, aunque lo mío estaba programado, igualmente tuve que hacer cola para entrar, a estos sitios siempre hay que ir sin prisas y yo no tenía ninguna. Nuevos tubos entraron por mi cuerpo, esta vez por la boca y con una cámara mirar mi interior, desde las 9,30 en espera y aproximadamente a las 14,30 ya tenía las pruebas efectuadas. Más que una visita a urgencias, lo mío fue lo más parecido a un tour turístico por esta zona, estaban tan desbordados que me tuvieron que cambiar hasta siete veces de lugar, unas veces en box, otras en pasillo, tuve para todos los gustos. Por supuesto, aquí también tenían baile, Mossos controlando a un amigo de lo ajeno, que se lesionó (me sentí un poco discriminado, él tenía su box y le dieron de comer cuando lo reclamo, aunque anteriormente rechazo la cena). Una señora con muchas marcas encima (parecía la victoria Beckham) no estaba dispuesta a esperar por ver a su familiar ingresado por urgencias, se saltó todos los protocolos posibles, y para el box donde estaba su familiar que se introdujo, los vigilantes de seguridad detrás de ella. Esa persona no atendía a razones, incluso tuvo la osadía de pedirle el nombre a uno de los vigilantes para denunciarlo, obviamente el de seguridad se negó si quería algún dato, tenía su número de placa. No hubo violencia física, pero violencia verbal de la mujer, mucha y gran escala. Poco a poco se fueron despejando los pasillos y yo esperando una ambulancia para regresar a Calella, la espera creo que fue de récord güines, estuve esperando hasta 10 horas para que me recogieran. Supongo que hasta el santo Job hubiera perdido la paciencia en mi situación, a las dos de la mañana llegaba al sitio de partida, hospital de Calella. Verdaderamente, me siento relajado, cuando veo el campanario iluminado y la luz anaranjada de las farolas del parking. Apago la luz y cierro los ojos. Los fantasmas de la noche vienen a visitarme, (no eran los fantasmas, era un enfermero a tomarme las constantes). Sirva este relato como un pequeño homenaje a todos los Jordis y Lorenas silenciosos que cuando entremos en un hospital, nos cuidan y muchas veces aguantan nuestro mal humor, sin tener ellos ninguna culpa. Jordis, Lorenas no cambiéis, nunca sois grandes profesionales y grandes personas. Hasta aquí mis 48 horas en urgencias.
TODO PERDIDO EN MEXICO
Como cada año Juan preparaba la tournée de la compañía de danzaél era el primero en marcharse, tenía que realizar la venta de entradas directas, todas las que se pusieron a la venta en internet ya se agotaron, faltaban 500 que se tenían que reservar para la venta en taquilla. Le gustaba mucho México, incluso tuvo una novia de allí, son tan dulces las mujeres mexicanas que cuando la conoció quedo encantando, aunque la relación no duro mucho, la distancia tuvo la culpa. El avión tenía la hora de despegue a las 19,35 del aeropuerto de Barcelona, le esperaban casi quince horas de vuelo, con solo una pequeña escala en Madrid. A pesar de la cantidad de horas no se le hacía largo el viaje, solía cambiar sus horarios para dormir durante la semana anterior a la partida, era un hombre previsor. El aeropuerto internacional de México es inmenso, siempre le parecía que aquello era una gran ciudad, recogió su equipaje de las cintas de su terminal, no tardo ni dos minutos en enfilar la salida para coger un taxi, le daba más seguridad que los transportes públicos. A la puerta del hotel Le Méridiem, le esperaba siempre el botones para acompañarlo a su alojamiento, el chico siempre le saludaba con una gran sonrisa que dejaban a la vista sus blancos dientes. --bienvenido señor Juan, le estábamos esperando-- --gracias Santiago, me alegro de volver a verte, siempre tan alegre y sonriente-- En el hotel todos le saludaban, se sentía como en casa, la comida siempre, la elegía él personalmente si le tenían que preparar algo difente algún día nunca ponían problemas al contrario dispuesto a todo para servirle. Cada día salía temprano del hotel, se dirigía al centro City Banatex, lugar donde cada día hasta la primera representación vendía las entradas del espectáculo. Intentaba siempre estar alerta a cualquier extraño movimiento cerca de él, la inseguridad estaba a la orden del día en este encantador país (ya sabemos la necesidad crea pequeños monstruos). Llevaba ya varios días con la venta a buen ritmo, tenía la sensación que las entradas las acabarían antes del estreno, a pesar de no ser baratas, el espectáculo merecía la pena y los mexicanos lo valoraban. La recaudación de ese día era superior a tres meses de trabajo de una persona normal, tenía en sus manos una cajita con más de, 45000 pesos mexicanos, lo que equivale a más de 2000 € mucho dinero para llevarlo a la vista, dentro de la cajita no se adivinaba su contenido, junto al dinero una navaja que le regalaron hace unos años, en el lateral se podía leer su nombre. JUAN GONZÁLEZ. Siempre la usaba para abrir cartas y sobres de la correspondencia que le llegaban, le tenía mucho cariño, era un recuerdo de los que no tienen precio. Al salir del centro, como cada día miro a los alrededores por si veía algo sospechoso, nada le llamo la atención, con paso firme se dirigió al taxi que estaba justo enfrente cruzando la avenida. Al llegar al semáforo, le inquieto las dos personas que se pusieron junto a él en ambos lados, el primero se dirigió con sonora voz. --Güero, no seas pendejo y dale a mi compañero la cajita ahora mismo-- --la cajita no tiene nada, solo recuerdos familiares—mintió Juan --dásela ahora mismo o te dejo seco—dijo el más alto de los dos enseñándole una pistola.no le quedo más remedio que entregarle la cajita y también la cartera, donde estaba toda su documentación, junto con el pasaporte y el móvil. Únicamente le dejaron el reloj, porque no lo vieron seguramente, era un buen reloj, valorado en varios cientos de euros. Los siguientes días, fue un trasiego de estamento oficial en estamento oficial para solucionar el asunto de la documentación, la policía no le hacía mucho caso, los robos estaban a la orden del día desgraciadamente, lo más triste es que todos lo ignoraban, una de las cosas que más le dolió, es que en el hotel donde tan bien lo trataban siempre le avisaron que si no podía presentar una Visa para hacer frente a los pagos, tendría que abandonar el hotel, que tristeza más grande sentía, estaba solo muy lejos de su país y nadie estaba dispuesto a ayudarle. Al día siguiente cumplía el ultimátum del hotel o pagaba o se tendría que marchar, se pasó todo el día pateando la ciudad, sin un triste peso para comprar nada absolutamente nada, sus pasos le llevaron al Zócalo. Una plaza impresionante donde se puede encontrar, el palacio del ayuntamiento, del gobierno local, y la Catedral Metropolitana, con sus treinta y cinco campanas, algo majestuoso para los visitantes. Hoy ni siquiera se para a mirar nada, únicamente caminaba sin rumbo fijo, desorientado y sin saber donde ir. Se le acercó un hombre hablándole en voz baja. --Güero, quieres droga, tenemos de todo-- aquella palabra lo saco de su letargo, Güero, la misma palabra que escucho de los que le robaron, levanto la cabeza y pudo ver la cara de uno de sus asaltantes. --Devolverme mi documentación—Juan se encaró con uno de ellos -- chinga de tu madre, pendejo Granizo, que te crees tú, ahora me darás también el reloj-- --no os pienso dar nada más—acabar esta frase y se puso a chillar Juan --socorro, ayuda, que alguien me ayude me están atracando-- no pudo acabar la frase, fue atravesado por varias cuchilladas en varias partes de su cuerpo, la policía, detuvo a los intimidadores y agresores de Juan, lo único que desconocían era de donde salió la navaja que le propicio las heridas mortales, era una navaja no muy grande y con un nombre escrito. JUAN GONZÁLEZ. Fue asesinado por su propia navaja, paradojas de la vida.
HORROR EN EL ANDAMIO 3ª PARTE
La redacción de la carta era muy clara. “”señora Maria Fernanda, no pudo decirle quien soy, mi miedo es muy grande, me enviarían para mi país si el patrón descubre, que soy yo el que le escribió esta carta, su esposo Walter falleció en el trabajo, yo formaba parte de la cuadrilla que estábamos trabajando, no se crea lo que el patrón está haciendo correr de boca en boca, su marido no entro a robar nada, su marido era una persona muy trabajadora y amaba mucho a su hija, a usted también, siempre nos hablaba de ustedes en el descanso para almorzar, la empresa está situada en el pueblo de Tordera cerca del lugar donde ocurrió el fallecimiento póngalo en manos de la policía, el patrón y su hijo tienen que pagar por lo que hicieron, no descanse hasta que Walter pueda descansar el sueño eterno, me gustaría ayudarla más, pero tengo mucho miedo y también quiero que se haga justicia, D.E., P, amigo Walter.”” Maria Fernanda, con la carta en la mano, no podía parar de llorar mientras abrazaba a su hija, que era el vivo retrato de su padre, acariciandole el pelo negro azabache. Con la carta en la mano se dirigió a la comisaria de policía más cercana, uno de los vecinos que la vio caminando por el arcén de la carretera, paro para recogerla y llevarla a su destino en Blanes. En la puerta de la comisaria un Mosso le pregunto si tenía algún problema, viendo los rastros de llanto en su rostro. --si quiero denunciar que han matado a mi marido-- --tranquilícese entre conmigo en un despacho que hablaremos tranquilamente-- el mosso escucho toda la descripción de lo sucedido, cuando acabo le pidió que esperara un momento que llamaría al sargento de guardia. --sargento, tenemos un hilo para cerrar un caso con detenciones-- --de que se trata—pregunto el sargento --una vez acabado el relato, ambos se dirigieron a la sala donde estaba la esposa de Walter, que nerviosa les enseñaba la nota que le llego. --no se preocupe, señora, ¿cómo me dijo que se llamaba?-- --Maria Fernanda—respondió entre sollozos --aunque tengamos que hacer venir al comisario mayor, su caso se resolverá, no lo dude-- una vez acabada su declaración una de las chicas policías la llevo hasta su casa, no sin antes advertirle. --no diga nada a nadie de la carta, es muy importante que nadie lo sepa-- --no se preocupe, nadie sabrá nada de la carta, pero por favor encuentre a la persona que dejo morir a mi marido-- AL día siguiente un coche patrulla se acercó a la calle donde estaba la sede de la empresa COARC. S. A propiedad del Francisco arquelles y Rodrigo arquelles padre e hijo. Sonó un estruendoso timbre, ringggg, por el interfono se escuchó una voz muy seca. --¿quién es?-- --policía Mossos queremos hablar con los propietarios-- una vez abierta la puerta los nervios eran patentes en padre e hijo, la policía hizo la entrada en el despacho. --buenos días, son ustedes Francisco y Rodrigo arquelles –pregunto el cabo --sí que desean –contesto el hijo --vallamos al grano, tienen ustedes un problema muy gordo, una persona está dispuesta a testificar que el fallecido Walter estaba contratado en su empresa cuando sucedió el accidente mortal--- padre e hijo se miraron con evidente nerviosismo, desconocían que solo era un intento de la policía para qué se declaran culpables. --si, pero mi padre no lo sabía, fui yo el que saque el cuerpo de la obra para no tener problemas – intento salvar al padre del problema --tendrán que acompañarme los dos a comisaria para hacer la declaración y avisen a su abogado si lo tienen-- la jugada le salió bien a la policía, se desmoronaron a la primera, varias horas después ante las preguntas del inspector relato lo sucedido, aunque lo que no estaba claro era la parte de culpa del padre. Varios meses después llego la hora del juicio, unos momentos antes de entrar a la sala, el abogado de Francisco y Rodrigo pidió hablar con la demandante y su abogado. --aquí tiene un cheque, diga la cantidad que quiere que pongan mis defendidos y que se acabe todo aquí-- --un momento que hable con mi cliente—solicito el abogado de Maria Fernanda --le ofrecen el dinero que usted pida para olvidarnos del juicio-- --yo quiero que paguen su fechoría-- --la entiendo, pero posiblemente, solo le caerán un par de años como mucho-- --que me aconseja usted abogado-- saque lo máximo que pueda, su marido no volverá a la vida de ninguna de las maneras, usted, en cambio, podrá darle una vida decente a su hija-- --de acuerdo pídales un millón de euros-- --mi cliente pide para que se termine este asunto un millón de euros-- --esta loca esa mujer un millón de euros—contesto el hijo --bueno si no les parece bien, el juez dictara sentencia-- Francisco y Rodrigo hicieron un aparte para hablar. --hijo, es casi toda nuestra fortuna que hacemos-- --pagar papa, es eso o a la prisión iremos los dos y posiblemente el juez todavía nos pondrá una sanción económica más fuerte, hay que aceptar--- --de acuerdo, le daremos lo que pide-- acabados los tramites en el juzgado salieron padre e hijo con su abogado por una puerta y Maria Fernanda y el suyo por otra, ella llevaba el cheque en la mano, mientras pedía perdón mirando al cielo, por no conseguir justicia, aunque sabía que Walter la perdonaría, tendrían una vida tranquila ella y su hija. A pesar de no entrar en la cárcel, Rodrigo el hijo no podía descansar ni de día ni de noche, la conciencia no le dejaba, sentía mucha pena por lo que hizo, pasados unos años del acuerdo en el juicio, una mañana salió a caminar por el bosque con una cuerda en la mano, fue la última vez que le vieron con vida, al día siguiente una persona que paseaba a su perro por el bosque lo encontró colgado de una rama del frondoso árbol. En él más alla si existe algo, seguro que se encontraría con Walter, y le pediría perdón por su acto cobarde. Francisco, el padre, enterró en solitario y con mucha pena a su hijo, intento seguir con la empresa, pero los tiempos no eran buenos, la empresa producía perdidas y toda la familia le dio la espalda desde el triste suceso, toda la vida trabajando para encauzar el futuro familiar y ahora estaba solo, más solo que las ratas, nadie se acercaba a él para darle unas palabras de ánimo, nadie absolutamente nadie, tomo la decisión en un momento de tristeza por todo lo sucedido. El Currusco, era un drogadicto de la zona y para pagarse su droga se dedicaba a pequeños trapicheos. --aquí tiene las jeringuillas y el caballo que me pidió señor Francisco-- gracias, aquí tienes los 500 euros que te prometí y estos 200 para ti, cuídate y aléjate de problemas y sobre todo no hagas daño a nadie. El Currusco no entendía nada, pero estaba contento por el dinero que se acababa de ganar. Francisco por la mañana temprano enfilo el mismo bosque en el cual fue encontrado su hijo, una vez bajo el mismo árbol que su hijo se colgó, él se sentó en el suelo, extrajo una jeringuilla llenándola a tope de todo lo que le cabía, sabía que con esa cantidad no saldría con vida, mucha cantidad y bastante pura, acabaría su vida con sobredosis de heroína. La mujer que paseaba por el bosque encontró el cuerpo con la jeringuilla en su brazo, la ayuda sanitaria fue rápida, consiguieron salvarlo, pero su cerebro quedo tocado, no pudo reunirse con su hijo y Walter, solo repetía una frase en la locura que le quedo como recuerdo de su primera y única vez con las drogas. --Cuidado con el andamio, los fantasmas lo protegen.--
HORROR EN EL ANDAMIO 2ª PARTE
En el
momento que los trabajadores empezaron a remover los hierros del andamio en
busca de la persona que estaba en el, en el momento del derrumbe.
Aparecieron
el jefe y su hijo, visiblemente muy nerviosos, el suceso hacía poco más de un
minuto que sucedió
--no
toquéis los hierros—grito el hijo del jefe
--pero
patrón Walter tiene que estar entre ellos—
--¿Walter?
¿Qué Walter?---
--venir
todos aquí rápidamente--chillo el hijo
--salir
a la puerta del edificio, cuando llegue la policía y las ambulancias, le decís
que no paso nada, cayó el andamio cuando nadie trabajaba,
¿entendéis?--grito el hijo del jefe
--mi
padre y yo nos quedaremos aquí, vigilando que todo esté bien—
--pero patrón, nosotros vimos como Walter
subía al andamio—
--si
alguno de vosotros vuelve a nombrar a Walter, nos encargaremos de que no
encontréis trabajo en España nunca más y que os lleven a vuestro país por no
tener papeles en regla, queda claro—
los trabajadores se marcharon a la parte
delantera del edificio esperando las autoridades y los sanitarios.
--Tenemos que buscar rápidamente a ese
desgraciado antes de que la policía llegue—hablo en voz baja el hijo, al padre
solo
introducirse junto al montón de hierros, en la parte del fondo, se vislumbraba
una mano humana.
--allá
esta mira se ve una mano, vamos rápido—apremio el hijo
rápidamente sacaron el cuerpo de Walter, de
entre el amasijo de chatarra, extrañamente no sangraba por ninguna parte, todo
fueron golpes sin sangrado --vamos lo dejaremos junto al edificio más cercano,
no tiene ninguna identificación de la empresa—
--hijo, parece que respira débilmente todavía,
tendríamos que dejar que lo recojan las ambulancias—
--papá seria nuestra ruina, créeme nadie
pedirá explicaciones tú déjame a mí-- padre e hijo arrastraron el cuerpo, con
vida todavía hacia un edificio cercano, justo en el momento que regresaron la
policía hacía acto de presencia en el lugar.
--¿hay
algún herido, trabajaba alguien cuando sucedió?—
--no,
estaban todos en la parte de delante, suponemos que la lluvia reblandeció la
tierra y causo la caída del andamio—respondió el hijo rápidamente
--echaremos
un vistazo para comprobarlo—respondió el mando policial
estando
la policía chequeando la zona sonó el walki, por el altavoz se pudo escuchar
claramente.
--código
diez cero, varón encontrado en la calle, fallecido, cerca de vuestro punto,
acercaros para controlar la situación—
--diez
cuatro, vamos hacia el lugar—
--que
nadie se acerque, volveremos más tarde para inspeccionar, paren los trabajos
por hoy—ordeno secamente el primer policía a los dos familiares.
Una vez marcharon los guardias, padre e hijo
continuaron con su estrategia.
--nada de esto a nadie, no conocemos a ese
hombre y nunca trabajo para nosotros, entro a robar en la obra y sucedió el
derrumbe, yo hablare con los demás, tranquilo papá, todo ira bien—
la
policía estaba ya junto al cuerpo encontrado en las cercanías de la obra que
visitaron, el hombre murió de golpes a simple vista, aunque ningún rastro de
sangre, ninguna documentación.
El cuerpo de Walter, lo llevaron al anatómico
forense en la ciudad de la justicia de Hospitalet de Llobregat, la esposa de
Walter, intento ponerse en contacto con los jefes, no sabía donde tenían la
empresa ni quienes eran, llevaba Walter varios días sin aparecer por casa, tampoco
sabia quienes trabajaban con él, solo recordaba a uno jovencito que alguna vez
los saludaba por la calle,
Walter
siempre le decía que era un compañero de trabajo, pero no sabía donde vivía,
estaba muy preocupada, no era normal.
La
policía científica certificó que la muerte se produjo por múltiples golpes,
como si hubiera caído rodando por una montaña rocosa, la policía interrogo a
los trabajadores, ninguno sabía quien era, a pesar de la sospecha de que
provenía del mismo lugar que ellos Figueras.
Cuando
interrogaron al padre y el hijo. Fueron directos al grano.
--¿trabajaba
para ustedes esa persona?—
--no, no le conocíamos de nada—respondieron
los dos
--no
estaba en el andamio cuando ocurrió?—
--no, ya le dijimos que no trabajaba con
nosotros, si hubiera subido al andamio seria para robar herramientas—
La policía no pudo sacar nada en claro.
Estaban seguros de que estaba en la obra, pero no podían demostrarlo.
Un día a Maria Fernanda, la esposa de Walter,
le llego una carta anónima. Una carta que le decía. Tu
marido.............................................. ¿Qué le explicaban en la
carta?, lo sabremos la semana próxima. Continuará
HORROR EN EL ANDAMIO 1ª parte
Seis de la mañana en Figueras, un pueblo de la provincia de Girona, cercano unos cuarenta kilómetros de Francia, la tramontana está presente, igual que prácticamente todos los días del año.Cuatro personas esperan la furgoneta que los llevara a trabajar a una localidad del Maresme. Todos ellos provienen de algún lugar de Sudamérica, llegaron a España a buscarse la vida y ganar dinero (“plata” como le llaman ellos) encontraron trabajo en la construcción y eso les hacía sentirse personas válidas, hoy será el primer día de trabajo en la costa. El frío les hacía abrocharse bien la chaqueta y calarse un gorro de lana, suerte que en su destino no estaría tan baja la temperatura. Las luces de la furgoneta aparecieron de repente al girar la esquina más cercana, parándose junto a ellos. El jefe, un hombre regordete con las mejillas sonrosadas, se bajó del auto para abrirles la puerta y que pudieran entrar, hoy les acompañaba el jefe, pero ya les dejo claro. --hoy os acompaño para enseñaros el sitio y asesoraros de todos los trabajos que realizaréis, nada que no esté en el planin de trabajo lo realizaréis sin mi consentimiento, todos los extras los tendré que cobrar aparte-- --¿y nosotros cobraremos más por esos extras?--pregunto Walter el mayor de ellos. Walter tenía 52 años, llego procedente de Ecuador con su mujer y una hija, trabajo en su país también en la construcción, era el más experimentado de todos ellos (en realidad era el único que tenía experiencia). --Walter, tú siempre incordiando, si continúas con esas cosas, posiblemente no te llame más para ningún trabajo—fue la seca respuesta del jefe, el furgón con los ocupantes paso cerca del museo Dalí, punto emblemático en esta localidad, Walter a pesar de llevar varios años en esta ciudad todavía no había visitado el tan nombrado y famoso museo. --jefe, ¿cuándo nos dará de alta en la seguridad social?---pregunto Walter --demasiado hago que os pago religiosamente cada semana, la vida está muy mal y no puedo permitir según que cosas-- --trabajamos en peligro cada día, los andamios son altos y continuamente tenemos que cargar muchos kilos, podemos tener un accidente en cualquier momento-- --Walter haz el favor de callar o asustaras a los muchachos--- el resto del camino lo hicieron en silencio, los más jóvenes aprovecharon el desplazamiento para hecha una cabezada. Walter y el resto de pasajeros de la furgoneta, bajaron con cara somnolienta y sus mochilas de trabajo junto con las fiambreras para comer en un alto al medio día en la faena. La obra ya estaba empezada hacía algún tiempo, la empresa que realizaba la construcción desapareció y lo dejo a medias todo. El jefe llamó a Walter y le explico todas las tareas que tenían que ejecutar. --Walter tú como encargado, tienes que revisar que todo acabe perfecto, no quiero problemas de ningún tipo, cada día cuando regreses a Figueras nos das el parte del día a mí o mi hijo que está en la oficina de la empresa-- --de acuerdo patrón, pero necesitamos más medios de protección no tenemos ni cascos-- --esas cosas son para inexpertos y miedosos tú eres un profesional-- --si patrón, pero nunca esta demás, consíganos algo por favor-- --ok, Walter no te preocupes la semana que viene las tendréis, pero quiero que la faena avance a buen ritmo-- al medio día pararon para comer. Los muchachos más jóvenes veían mucho trabajo por efectuar y poco tiempo para acabarlo. --no os preocupéis, lo conseguiremos—Walter era optimista la tarde, paso rápido y cuando el sol ya estaba escondiéndose por el oeste, recogieron las herramientas para regresar a Figueras con la furgoneta. --bueno, muchachos mañana ya sabéis, vendréis ya solos y quiero puntualidad y seriedad en el trabajo—de acuerdo patrón, respondieron los más jóvenes. Walter presentía que la obra sería más complicada de lo normal. La carretera estaba cerca, los camiones tendrían problemas para descargar y la presión sería mucha. Durante quince días, cada amanecer la misma rutina, recoger a los compañeros y desplazarse al lugar de la obra, a él le hizo gracia que un hospital estuviera cerca, en caso de accidente tendrían ayuda médica rápida, solamente estaban a unos 300 metros. La tercera semana de labor, empezó mal, una gran tormenta acompañada de la clásica tramuntana hacía presagiar que el día sería muy largo. Al llegar al sitio de la obra, por suerte ya no llovía, el tiempo era de un gris plomizo y ambiente muy gélido, si no empeoraba el día les tocaba trabajar en la fachada trasera del edificio. Hicieron una pausa para la comida, momento que Walter aprovechó para explicarles los últimos detalles que tenían que realizar al acabar el almuerzo. --hoy tiene que quedar acabado el andamio para que podamos trabajar en toda la fachada, no quiero despistes. Todos atentos ya sabéis que el patrón tiene malas pulgas y esta tarde vendrá junto a su hijo para supervisar la obra-- todos asintieron, acabaron de comer antes de lo habitual para poder terminar todo lo que quedaba. Walter se lo agradeció. –. Gracias, amigos sabía que podía contar con vosotros-- a pesar del frío día, ya estaba casi todo preparado para empezar a acabar la dichosa fachada. El jefe llegaba justo en el momento que Walter se enfilaba a lo más alto del andamio, cerro la puerta del coche justo en el momento que se escuchó un gran estruendo, sonó como un derrumbe de un edificio de hierros. Todos corrieron hacia la parte trasera del edificio, lugar de donde provenía el ensordecedor ruido. Lo que vieron fue terrible, un montón de hierros de lo que hacía un momento parecía un fuerte andamio, los rostros de todos ellos estaban pálidos. Que había pasado, y lo más importante para los compañeros, ¿dónde estaba Walter? CONTUNUARA
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