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HISTORIAS Y VIVENCIAS DE UN CAMARERO EN CALELLA parte --XII--

 

Continuamos con mi paso por Sala Mozart, mientras trabajaba aquí también hacia pluriempleo, uno de los locales donde trabaje fue en Music Dor, este local estaba justo debajo de la cafetería Bon Lloc, en la calle Juvara, era un local especial para parejas en verano los extranjeros apreciaban mucho la belleza del local y la buena música que sonaba, muchas veces en directo Pep Xena, en la época estival también se organizaban algunas fiestas, los camareros durante un tiempo fuimos mi amigo Rafa y yo después se unió su hermano Jose, a pesar de que trabajábamos mucho, nos divertiamos, el encargado del local era Enric una gran persona y un gran fantasioso, su pareja en aquellos tiempos creo que era danesa u holandesa no recuerdo (la edad no perdona) era muy celosa una noche se fue la luz al principio pensábamos que sería un pequeño momento, luego se fue alargando, Enric nos avisó.

—voy a dar una vuelta a ver si toda Calella está igual— —vale, no te preocupes si viene la luz, seguimos la sesión— serian las once cuando se marchó llego pasadas las tres de la mañana. —hostias, ya sé qué ha pasado con la luz— —que ha pasado preguntamos— —una lancha de contrabandistas intentaban descargar muchos paquetes en el faro, llego una lancha patrullera de la guardia civil, los contrabandistas dispararon al foco de la policía, quedando todo a oscuras, la policía tendió un cable y lo engancho a la red eléctrica de Calella, provocando un gran cortocircuito que reventó varios transformadores por eso estamos sin luz— os juro que le contó eso a su pareja sin reírse, completamente serio, ella se lo creyó a medias, hasta que llego a casa y al acostarse cogió los pantalones de él para ponerlos en la lavadora, registro los bolsillos y encontró un recibo de un hotel de aquella noche para dos personas. El espectáculo fue al día siguiente durante el servicio, ella tenía el cuchillo de cortar el limón en la mano y cuando se acercaba se lo enseñaba y le decía. —como entres en la barra te corto los…— fue una noche divertida viendo como Enric no se podía ni acercar a la barra, uno de los camareros hablo con ella. —no te das cuenta de que el cómo sabe que eres celosa lo ha hecho para provocarte— —no, seguro que se fue con una lagarta— —que no, ese recibo lo encontré yo en un cenicero y él me lo pidió, de verdad— ella salió de la barra dirigiéndose a Enric, no llevaba el cuchillo en la mano por suerte, cuanto estaba a menos de dos metros salió corriendo hacia él, le dio un abrazo de oso y un montón de besos. —porque me haces eso, si sabes que soy celosa— él no sabía a qué venía tal demostración de afecto. —es que no me escuchas nunca— cuando le expliquemos lo que le contemos dijo que nos subiría el sueldo ese mes. Muchas veces cuando el trabajo estaba flojo se marchaba a hacer una ronda por las discotecas a ver si era en todas partes o solo nosotros, los demás dueños de locales también lo hacían en mitad de la sesión, venían con la escusa de tomar algo a ver como teníamos el ambiente. Hablaré un poco de los clientes emblemáticos de la Sala Mozart. El primero, Agustín Dausa, un “catra”la gente de Calella ya saben lo que significa esta palabra, también un bohemio soñador y una persona muy inteligente, era habitual verlo en la cafetería en una de sus mesas con unos cuantos palillos y un tintero de tinta china, realizando dibujos, si, solo una hoja de papel un tintero y palillos era suficiente para realizar obras de arte. Hablaba, creo que eran siete idiomas, estaba aprendiendo chino y japonés, se pasaba horas pintando letras de sus alfabetos, tocaba la guitarra, fue maestro de catalán, estos trabajos solo los ejecutaba cuando necesitaba algo de dinero, a la que tenía dinero volvía a la vida bohemia. Solía beber vino tinto caliente, a continuación contaré una de las anécdotas más divertidas. Una noche pasadas las 8 entra Agustín con una guitarra y una gran caja de un congelador o nevera, me pide un cuchillo, hace un recorte como una ventana por delante y un pequeño agujero en el lateral donde coloca una bolsa, acto seguido se introduce el y la guitarra en la caja, enganchando una hoja con muchos títulos de canciones, si querías escuchar un tema, solo tenías que poner unas monedas por el agujero, depende de las monedas la canción duraba más o menos, él tocaba la melodía en su guitarra, la noche se fue alargando y todos los presentes pasaban por la caja para pedir un tema, después de un par de horas o más, salió Agustín de la caja, dejo la guitarra junto a una silla, se dirigió a mí y me dijo. —toma este dinero, invita a todos los que están aquí, cuando se acabe el dinero, se acaba la fiesta— el dinero llego para casi todos tomar algo (es el valor que él le daba al dinero). Unos cuanto años después, Agustín falleció como él quiso, mirando al mar una mañana de verano mientras amanecía sentado en la arena.
y cosas de la vida,un amigo de la casa el señór Quimet Carreras un dia se acerco a la deixalleria a tirar algunas cosas voluminosas,al tirarlas vio una gran cantidad de cartulinas se acerco a mirarlas y eran todos los dibujos de Dausa,los trajo al bar y los coloco encima de una mesa,para que todo el que quisiera pudiera tener un dibujo de un gran pintor y gran persona,yo personalmente cogi tres. Otro personaje ilustre Román, el trapero, una persona muy peculiar, casi siempre estaba acompañado de dos hermanos, creo que se llamaban Gallostra, el padre de ellos era el que vendía los frutos secos y los caramelos en la puerta de cine Ancora y Sala Mozart. Cuando pasaba con su carretón lo llamabas para que recogiera algo 30 kilos de papel y cartón, por ejemplo. —toma cinco pesetas no te puedo pagar más— si recogía 20 kilos de plomo. —toma cinco pesetas, no te puedo dar más— siempre daba cinco pesetas, porque no podía pagar más, hay una leyenda urbana que dice que tenía una fortuna amasada (no sé si es verdad o fábula). Un día venía de vaciar una casa, pasando delante de la cafetería, lo llamo. —Román que llevas en el carro— —un tocadiscos y unos altavoces— —.-déjamelos ver— el tocadiscos era un Lenco (una de las mejores marcas entonces)y los altavoces tenían un metro de altura y unos 60 o 70 de ancho. —funcionan— pregunté —no sé, — —cuanto quieres por ellos— —son cosas buenas por lo menos 100 pesetas—dijo —te doy 50 porque no puedo pagar más—le dije —bueno 50 pesetas y un vasito de moscatel— —vale, pero los tienes que llevar hasta mi casa en pueblo nuevo— —vale, trato hecho— de esta forma conseguí un buen equipo por 50 pesetas y Román más contento que yo por las ganancias que había obtenido creo que por esta semana ya está bien no quiero aburriros la semana que viene más y mejor os lo aseguro.

HISTORIAS Y VIVENCIAS DE UN CAMARERO EN CALELLA parte --XI--


 Continuamos en la Sala Mozart, muchos de ustedes recordarán una publicación que se repartía por toda Calella, se llamaba Fulla al vent" revista gratuita, mirándolo fríamente estaba muy mal estructurada, vamos que no sabias como estaba organizada, pero una cosa si es cierta, si buscábamos algo siempre recurríamos a ella, allá lo encontrabas todo, empleo, recetas de cocina, carteleras de cine locales, relatos, horóscopo, como os dije todo y por supuesto muchísimos anuncios, de los negocios de Calella, siempre la repartía los sábados el Sr. Casabo, este señor era diseñador, maquetador, encargado de anuncios, impresor, todo lo realizaba él solo, alguna vez hable con él y siempre me decía, el día que muera yo, morirá también “Fulla al vent” como efectivamente sucedió, alguna vez intentaron comprársela, él se negó a venderla, no quería qué callera en manos de especuladores que solo quisieran ganar dinero.

Un cliente de la cafetería (muy bien situado económicamente, dueño de muchos locales)venía siempre el sábado por la mañana a tomar un cortado, cogía el mundo deportivo y se sentaba en una mesa un poco alejada de la barra, también cogía una “Fulla al vent”, desde la mesa me controlaba y no leía el periódico, disimuladamente doblaba la revista de Casabo y muy sigilosamente se la guardaba en un bolsillo de la chaqueta, siempre sin perderme de vista para que yo no lo descubriera (supongo que él no sabía que la revista era gratuita y podía cogerla quien quisiera)cuando la hacía desaparecer, pagaba el cortado y se marchaba orgulloso que una semana más el camarero no lo descubriera. Esta cafetería estaba catalogada por mucha gente como un bar de “viejos”, nada más lejos de la realidad, cada hora tenía su clientela, nunca olvidaré los fines de semana por la noche.
Todos los viernes y sábados, a partir de las 22,00 horas, las más de 20 mesas se llenaban a tope, más de 80 personas tomando los clásicos cubatas, antes de la 1 de la mañana imposible cerrar, luego todos se marchaban a las discotecas, se juntaron grupos muy majos, gente sana y alegre que antes de entrar a la disco se tomaban unos cubatas (los precios de la discoteca eran muy altos y la cafetería tenía precios populares), alguna vez cuando acababa de trabajar me pasaba a tomar una copa por alguna disco, siempre me encontraba algunos de ellos. Otra demostración de lo que digo es lo siguiente. Una guapa chica entra en la cafetería, era joven 17 años, se sentaba y tomaba un café con leche o una coca cola, yo servicial me acercaba. —buenos días que le pongo— —un café con leche, por favor— le servía y me retiraba, si no tenía mucho trabajo me volvía a acercar con cualquier escusa. —hace buen día hoy— —si la verdad es que si— —de donde eres— —vivo en pueblo nuevo— —yo también qué casualidad, nunca te he visto por allá— —que haces por aquí—pregunte —vengo a ponerme unas lentillas y para acostumbrarme las tengo que tener una hora y luego volver a la óptica Viñes que está en la calle Bruguera—. Aquella chica tenía una encantadora sonrisa de blancos dientes, pelo castaño y una dulzura en su habla que te hipnotizaba, paso lo que tenía que pasar, nos encontrábamos en alguna disco con sus amigas, después de 33 años continuo con ella, es mi esposa y madre de mis hijos, creo que aproveche el momento justo que con las lentillas no veía bien para liarla. Ya sabéis como y donde conocí a mi mujer, otro camarero llamado Toni, también conoció a la suya, Paco sigue soltero, pero unas cuantas amigas las conoció en la cafetería os lo aseguro. El jefe Arcadio (padre)siempre tenía detalles con los camareros, ya dije antes que es uno de los mejores jefes que he tenido. Todos los días festivos me indicaba que cogiera una botella de cava de la nevera y me la bebiera en casa con la familia, todos los domingos compraba un pastel o roscón y lo repartía entre los camareros para merendar, muchos detalles más, cualquier persona que lo conoció no puede hablar mal de él, ni camareros.ni proveedores, ni repartidores, ni por supuesto clientes, a día de hoy todavía me parece verlo sentado en una mesa con su puro y su xupito de whisky, decía que era bueno para la circulación, una anécdota muy divertida. Un día teníamos bastante trabajo, pregunto a una pareja que querían. —un cacaolat natural y una botella de agua— se lo preparo en una lateral de la barra, él coge el cacaolat y enérgicamente lo mueve, no se dio cuenta de que se lo deje abierto, imaginaros como quedo todo él y el cliente. Otra vez los camareros del jardín catalán, precioso local que estaba en la calle san Jose, como no tenían cafetera, si alguna mesa quería café, lo venían a buscar. —me puede llenar la jarra de café Sr. Arcadio—depositando una gran jarra de las de sangría en la barra. —cuantos cafés queréis— —hasta que este llena— el jefe empezó a hacer cafés y llenar la jarra, la temperatura de jarra fue subiendo con los cafés y cuando puso el último café, la jarra crujió con la consiguiente inundación de café por toda la barra, al principio se enfadó y les dijo que ya no le ponía más cafés, después cogió una jarra de las nuestras y el mismo se la llevo hasta el local, a veces hablo con Luis o Rinus que eran los camareros y nos echamos unas risas con lo sucedido. El Sr. Arcadio era periquito y su frase favorita era. Tres cosas hay en la vida que relucen más que el sol, jueves santo, corpus cristi y el club deportivo Español La semana que viene más historias de compañeros y clientes

HISTORIAS Y VIVENCIAS DE UN CAMARERO EN CALELLA parte --X--


 

Hoy empezaré hablando del compañero que estuvo más años conmigo, el amigo Cristóbal, sevillano, muy amable con todos los clientes, siempre contaba que el trabajo en los principios de estar en Cataluña con Florencio, uno de los más grandes hoteleros de Calella con bastantes hoteles a su cargo, juntos trabajaron de encofradores en la obra. 

Cristóbal acabó sus años laborales trabajando de camarero y Florencio amasando fortuna con los hoteles. 

El amigo Cristóbal desgraciadamente hace poco tiempo nos dejó D.E.P. 

Por la Sala Mozart he visto pasar muchos famosos, uno de los primeros que conocí fue Alfredo Landa, os aseguro que es igual de simpático en las películas como en la vida real.

 Llego un día se sentó en un taburete de la barra y se dirigió a mí. 

—buenas tardes, está el Sr. Arcadio— pregunto 

—no creo que tarde mucho, enseguida le aviso—

 —no, no hace falta, esperaré, póngame un whisky con hielo— 

pasados quince minutos aparece el jefe y empiezan a charlar los dos muy amigablemente, media hora larga después Alfredo Landa sé escusa y dice que se tiene que marchar. 

—chico cóbrame – 

el jefe automáticamente me indica que no, que está invitado. 

—está invitado por la casa—

 —no le hagas caso a tu jefe y cóbrame— 

—no puedo, el que manda, manda— 

—por última vez te digo que me cobres, si me cobras en la próxima película que haga te llamaré para un papel— 

eso fue demasiado, por si acaso le cobre, a día de hoy todavía estoy esperando su llamada, supongo que no le di mi teléfono y por eso no me ha llamado.

 Otro gran personaje que pude conocer fue a Carles Reixach (charli para los amigos) recuerdo que fue un domingo, el siguiente miércoles tenía que jugar el Barça contra el Real Madrid, partido de vuelta de la Champions y él era el entrenador, cenaron en algún lugar de Calella y vinieron a tomar café a la Sala Mozart. 

—señor Reixach, le importaría hacerse una foto conmigo, por favor— 

—i tan nano, cla que si – 

una voz del fondo del local grita. 

Charli que es merengue.

 Reixach me mira y me pregunta. 

—es verdad eso— 

—sí, soy del Madrid— 

—no importa, tiene que haber de todo en el mundo, y con el café que me ha preparado no se lo puedo negar—

 estuvimos charlando un rato de futbol, le pregunte. 

—el miércoles como lo ves— 

—del miércoles no te digo nada que te chivas—

soltando después una sonora carcajada cuando se marchó paso a saludarme otra vez por la barra. 

También he tenido la suerte de conocer a un monstruo de la radio Justo Molinero. Realizaban una sesión de teatro en el cine, durante los ensayos salían a tomar café, y refrescos (alguno bautizado para los nervios decían) 

yo alguna vez he escuchado su emisora, a mí particularmente no me gusta, pero hay que reconocer que una voz que arrastra a tanta gente, tiene algo. 

Mirar las caras de las personas que acudían al teatro (la mayoría mujeres) cuando lo veían sentado tomando un refresco antes de empezar era, como si vieran a un dios, gracias Justo decían algunas al pasar junto a él, 

lo mejor para mí es que él a la mayoría las llamaba por su nombre. 

—un beso, Maria— 

—un abrazo, Josefa—

 —Montserrat, encantado de volverte a ver—

 las conocía a todas, cuando hablaba con sus técnicos, se le notaba la seguridad de lo que decía, siempre muy educadamente con todos,sería muy interesante conocer toda la historia de un taxista que acabo siendo dueño de una radio con una audiencia de miles de personas dispuestas a comprar cualquier producto que ellos anuncien.

 Por último, por hoy, hablaré del honorable Jordi Pujol, solo hablaré del cómo persona, lo político lo dejo al margen, cada uno que piense lo que quiera sobre él. 

La última vez que vino, le serví un café, el cual tuvo el gesto de querer pagar, cosa que no hice (orden del jefe por supuesto)

 paso igual que con Justo Molinero hablaba de la casa y de Calella como si estuviera viviendo aquí, describió la sala del primer piso exactamente como era, hacía muchos años que no venía por aquí y se acordaba de todos sus detalles, los pianos la figura de un santo que adorna la sala, se acordaba de todo, antes de abandonar el café para entrar en la sala de cine se despidió de mí con un 

—Bona nit jove—

 otro personaje que me impresiono es Paco Algora, yo era un seguidor de la serie Curro Jiménez, ver entrar al fraile de la serie me pareció una gozada, era uno de los que más me gustaban en la serie, lástima que lo eliminaron pronto, recuerdo que se tomó un café y una copa de Calisay, fue uno de los primeros famosos que serví, no me atreví a pedirle una foto, si volviera seguro que me haría la foto con él, la vergüenza mía, ya se extinguió. Creo que por esta semana ya está bien, la semana que viene más y espero que os estéis divirtiendo con mis historias.

HISTORIAS Y VIVENCIAS DE UN CAMARERO EN CALELLA parte -IX-


 

Una vez ya en la Sala Mozart, tenía que renunciar a los fines de semana en la Quadra, se lo comente a Jose. 

—Jose, ya no podrás contar conmigo los fines de semana, los horarios son incompatibles—

 de esta manera acabo definitivamente mi relación con la Quadra, aunque me pidió un favor más.

 —Hilario, no conoces a nadie que pueda venir a trabajar—-

mira, pues sí, tengo un amigo que le puede interesar— 

el jueves de la semana siguiente, fui a la Quadra para presentarle a Jose a mi amigo Javier. 

Jose le explico todo y quedaron de acuerdo que el sábado a las 8 empezaba. 

El sábado, después de cerrar la Sala Mozart, me quise acercar a tomar algo a la Quadra, salude a todo el mundo, ya que todos me conocían, me acerque a Javier que estaba fregando los vasos. 

—hola Javi como lo llevas— 

—bien muy bien, me puedes hacer un favor—me pregunto 

—dime Javi que quieres— 

—cuando entre a currar, deje la bicicleta junto al hostal Vell Park, no me acordé de atarla, puedes ir fregando tú unos minutos y voy a cerrarla— 

yo sabía que Jose no diría nada, por eso acepte. 

—si ves que yo te cubro la pica—

 y como dice la canción de Juaquin Sabina, y me dieron las 10 y las 11, las 12, la 1 y las 2, si, si hasta las cuatro fregando los vasos no volvió, se dejó allí un reloj, que luego se lo lleve a su casa para preguntarle por qué hizo eso. 

—es que Jose me chillaba— 

—no me lo creo—

 —si, si, desde la otra parte de la barra me decía, Javi necesito jarras de sangría—

 la cara que le puse fue antológica, que quería que se acercaran a él y le pidiera por favor jarras, en medio de toda la faena. 

Como dije antes ya estaba asentado en la Sala Mozart y ahora empiezo con las vivencias.

 Durante un tiempo un vagabundo solía aparecer los días de frío, después ya cada día, a pesar de ser vagabundo siempre venía limpio y aseado, se sentaba en una mesa apartada y no tomaba nada, no tenía dinero, por caridad humana nunca le exigimos que tomara nada, los clientes cuando lo veían le invitaban a café o bocadillo que él aceptaba gustosa y educadamente, pero todo empezó a cambiar venía sucio dejado y ya el día que más impacto, vino con toda la ropa llena de sangre y la cabeza, era sangre seca, le dije si quería que llamara una ambulancia a lo cual él se negó, ya no aceptaba las invitaciones de los clientes alguna vez incluso escupía en el suelo, ya me vi en la obligación de llamarle la atención. 

—usted no puede estar aquí con este aspecto— 

—por qué no?— 

—si usted no consume en este local, tendrá que abandonar el local— 

—no pienso marcharme, me quedaré aquí— 

ya no solo ocupaba una mesa, se cambiaba continuamente de mesa, el olor que dejaba producía náuseas.

 —pues tendré que llamar a la policía— 

—llama a quien quieras, no me voy—

 efectivamente llame a la policía que se personó en pocos minutos (ahora es diferente) —que sucede, me pregunta uno de los policías—

 —le explico la situación— 

—ese hombre aparte de mal olor,¿ falta el respeto a las demás personas?—pregunto el policía 

—no, se cambia continuamente de mesa y no quiere consumir nada— 

—entonces no lo podemos sacar de aquí—

 —y el derecho de admisión qué?— 

—si cumple las normas del local de ir vestido de acorde al tiemopo que hace y no produce ningún altercado, tiene todo el derecho de continuar aquí— 

—no quiere consumir nada, no es motivo—

 —no— 

—entonces si vienen 20 personas y ocupan 20 mesas sin consumir nada yo que hago— 

—aguantarse hasta que se quieran marchar— 

cuando la policía se marchó el vagabundo se dirigió a mí. 

—chico, todavía tienes que aprender mucho de leyes— 

pasados unos días dejo de venir, por la calle tampoco se le veía.

 Unos años después volvió con un traje, corbata y elegante como un dandi, se sentó en una mesa apartada igual que solía hacer. 

—buen día que le pongo— 

—te acuerdas de mí—me pregunto 

—si me acuerdo por supuesto— 

—mira la vida, tiene muchos altibajos, un día arriba, otro día abajo, a mí me gusta volver a los sitios que me trataron bien. 

No, no quiero tomar nada, estaré aquí sentado, mirando y todos los que entren mientras este yo, están invitados—

 ante mi mirada de incredulidad, del bolsillo saco unos cuantos billetes, me los entrego diciéndome. 

—ves cobrando de aquí las consumiciones y si se acaba avísame que tengo más, pero no digas a nadie que soy yo el que invito—

 pasadas tres horas, se marchó después de dejarme una buena propina, a nadie le dije quien pagaba, aunque todos querían saberlo, nunca más lo he vuelto a ver. 

Cierto día una persona se paraba cada dos o tres casas y rezaba a gritos, pasada media hora entra en la cafetería, al compañero que tenía en la barra le pide una cerveza, empezando una plegaria mientras se la bebía. 

—Mi padre, me ha dicho que el fin está cerca, que tengáis mucho cuidado, mi madre no está, pero mi padre os ayudara— 

de un trago se bebió toda la cerveza girando sobre sí mismo y dirigiéndose a la calle. —oiga caballero, tiene que pagar la cerveza—le exigió el compañero 

—la pagara mi padre— 

—quien es su padre— 

—mi padre es Dios— 

acto seguido salió corriendo, sin dejar tiempo para cogerlo, como curiosidad,

 que creéis que es la cosa más extraña que se dejaron alguna vez en la cafetería. Cosas raras muchas, pero la vez que se dejaron dos máquinas de escribir, olivetti, pero no juntas, una en una mesa y otra en la otra parte del bar, dejarse una es raro, pero dejarse dos, dos personas diferentes, raya lo antinatural, la semana que viene más historias en Sala Mozart


TELEFONO MALDITO

 En un pequeño barrio de la ciudad, había una tienda vieja y mugrienta que vendía las antigüedades más inverosímiles que uno pudiera imagina...