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EL VENDEDOR DE ZAPATOS


  Juan Carlos no se sentía como los demás, él siempre se había sentido diferente a los chicos de su edad, desde pequeño sintió atracción por las personas de su mismo género, estaba seguro de que era homosexual.

Nunca se atrevió a decírselo a nadie, el miedo a ser rechazado era muy grande, en el colegio siempre estaba apartado de casi todos, no tenía ningún amigo, a los demás no les importaba. Continuamente era menospreciado y a la mínima aprovechaban para reírse de él. Ese día lunes 15 de mayo sucedió lo que siempre estuvo esperando, mientras caminaba solo tranquilamente por la calle, un escaparate de una zapatería le llamo la atención, esos zapatos negros que estaba mirando le enamoraron, tenía que comprárselos. Decidido atravesó la entrada principal, dirigiéndose al dependiente que en ese momento estaba de espaldas. —por favor me podría enseñar unos zapatos del escaparate— El vendedor se giró mirando a Juan Carlos. Sus grandes ojos marrones lo miraron fijamente. —Dígame cuáles son y se los traigo—- Juan Carlos prácticamente se quedó sin habla. —los negros del escaparate— —tenemos más de 30 pares negros en el escaparate, (sonrió el dependiente) tendrá que darme alguna información más— Acompaño al vendedor para señalárselos. —esos, de la segunda fila— —qué número quiere— —40— —Siéntese que enseguida se los traigo— Obedeció al vendedor, sentándose en un mullido sillón. Mientras se probaba los zapatos, mantuvo una agradable conversación con Pedro (este es el nombre del vendedor). Cuando salió de la zapatería, Juan Carlos estaba convencido de que se había enamorado, no podía olvidar su sonrisa y amabilidad, hacía mucho tiempo que nadie le trataba tan bien. Desde ese día solía visitar la zapatería, aunque no comprara nada, solo por charlar con Pedro. Varias semanas después empezaron a salir juntos, al fin una persona que lo aceptaba y escuchaba. Muchas personas no entendían este tipo de relación. A pesar de todo, Juan Carlos y Pedro se mantuvieron firmes y unidos. Se casaron en una ceremonia íntima, rodeados de amigos y familiares cercanos que si creyeron en ellos. Vivían juntos y felices, eran la envidia de muchos. Juan Carlos estaba agradecido de encontrar a una persona que lo quería. Desgraciadamente, lo bueno no dura mucho. Un día, mientras ordenaba la casa, Juan Carlos, encontró una extraña caja en el armario de Pedro, no estaba cerrada con llave, se armó de valor y la abrió, en el interior había diferentes armas y municiones, Juan Carlos se sintió aturdido y no sabía qué hacer. Finalmente, decidió afrontar el problema cara a cara. —Pedro, que hacen esas armas en tu armario— —hace bastante tiempo que me dedico a traficar con armas— —por qué?—grito juan Carlos —la zapatería me da un sueldo muy pequeño, como tú sabes me gusta la buena vida— Juan Carlos se puso a llorar, encerrándose en una habitación a solas, quería estar solo esa noche para reflexionar. A pesar de que amaba a Pedro, no quería estar involucrado en ese tipo de negocios. Temprano coloco toda su ropa en una gran maleta y se dispuso a abandonar la casa que le hizo feliz durante un tiempo. Aunque estaba seguro de que tardaría en olvidar a su amor, sabía que estaba haciendo lo correcto. Pasados dos meses después de abandonar el hogar, decidió escribir un wasap a Pedro. —los remordimientos no me dejan vivir, saber a qué te dedicas y que por personas como tú hay muchos muertos, mañana acudiré a la policía y te denunciaré, lo siento, te quiero— Dos días después fue encontrado muerto a tiros en su apartamento. Todos se preguntaban quien podía haber realizado tan macabro crimen, la policía interrogo a Pedro, a pesar de las sospechas no pudieron inculparlo de nada, quedando en libertad. Para todo el mundo era un joven, amable, cariñoso y talentoso que merecía mucho más en la vida. Su muerte dejó un vacío en las vidas de mucha gente, la comunidad. LGBTQ+ organizaron manifestaciones para descubrir su asesino. Aunque la muerte de Juan Carlos fue trágica, su historia inspirara a muchos a luchar por la igualdad y la justicia para todas las personas, sin importar su orientación sexual o identidad de género.

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