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HISTORIAS Y VIVENCIAS DE UN CAMARERO EN CALELLA paerte--XIV


 Bueno, amigos continuamos en la cafetería Sala Mozart.

Durante mis años en este bar, continúe haciendo pluriempleo siempre que podía, esta vez me enrolé en la plantilla de Can Xena. Anteriormente, dije que Antonio, el dueño de este local, ha sido otro de los mejores jefes que he tenido, el trato humano que tenía con todos los camareros era impresionante, mis colores deportivos en futbol siempre fue el blanco (imaginaros el primer merengue que trabajo en el local de peña Barcelonista) nunca tuve ningún problema y si alguna vez alguien quería guerra, Antonio se encargaba de que nadie me faltara al respeto. Cada día almorzábamos los camareros por turnos, Antonio siempre preguntaba de qué quería el bocata, yo no tenía manías, me gustaba todo. —de que lo quieres hoy?— —tu mismo Antonio me gusta todo— —¿quieres un poco de este jamón podrido?— —si hombre a nadie le amarga un dulce— cada semana dos o tres veces el bocadillo era de jamón ibérico.
Cuando acabábamos por la noche, muchas veces nos sentábamos y charlábamos de futbol todos los camareros. Un jefe ejemplar, si todos fueran como él, los trabajadores en general trabajarían más motivados. Sigamos con las historias de la cafetería Sala Mozart. Durante mis años en el local muchas veces nos entraron a robar, una de las espectaculares fue la vez que se llevaron una máquina tragaperras entera, un par de días después la encontraron dentro de una furgoneta, con todo, se supone que algo les espanto y dejaron la máquina dentro de la furgoneta, que también era robada. Otro robo este muy curioso, un día se llevaron una mesa y dos sillas de la terraza, para el día siguiente devolverlas, como curiosidad os contaré que la Sala Mozart creo que es el único café que no cierra ninguno de los 365 días del año, durante muchos años para pintar el café, se hacía de noche con el bar cerrado. En los años que he trabajado nacieron mis dos hijos, lo más divertido es que mi hija casi nace en el bar, después de varios meses de reposo porque se adelantaba el parto, mi mujer una vez el médico le informa que ya puede hacer vida normal de embarazada, decide ir a la peluquería (todos sabemos lo que una mujer tarda en la peluquería)una vez acabada su estancia en la peluquería se acerca a la cafetería porque se encontraba mal, a mí me faltaba media hora para acabar el turno, los jefes estaban fuera y el compañero no tenía teléfono, se sentó en uno de los bancos y las contracciones cada vez aparecían en intervalos más cortos, finalmente llego el compañero y pudimos llegar al hospital, una vez allá la niña decidió que ahora no quería nacer, que quería seguir dentro de su mamá (12 horas después nació). También, la cafetería es pionera en enlaces homosexuales, tenemos el honor de ser el lugar donde se celebró el primer enlace gay del Maresme, (se casaron en el juzgado y lo celebraron en el primer piso de la cafetería) sus nombres Jose y Manel, poco tiempo después Jose estuvo trabajando con nosotros. He tenido el placer de trabajar con varios compañeros Gais y Lesbianas y nunca he tenido ningún tipo de problemas con ellos, al contrario, creo que son de las personas más dispuestas a ayudar si se les necesita. Los camareros muchas veces somos el paño de lágrimas de los clientes, esto sucedió una noche de tantas pasadas en el café. Después de estar mucho rato charlando con el cliente, este me pregunta. —a qué hora acabas— al ser un cliente habitual no me importo contestar. —en media hora más o menos— —te importa si te espero y te acompaño— durante la conversación le note muy apagado y bebiendo más de lo normal en él. —no, no me importa— llevábamos ya un tiempo caminando lentamente cuando me lo suelta. —llegue a casa hoy temprano y me encontré a Maria (Maria era su esposa)en la cama con otra mujer— se me quedo la cara de sorpresa total. —que me estás diciendo— —que me engaña con otra mujer— —estás seguro—la verdad no sabía que decir —lo vi con mis propios ojos, además de escucharla— —que escuchaste— —lo que me dijo gritando. —Ya no te quiero coges tus cosas y lárgate de esta casa— — que vas a hacer— esperar a que amanezca y despedirme de este mundo. Sus palabras me dejaron asustado, decidí acompañarlo durante parte de la noche, muchas palabras para intentar quitarle la idea de su cabeza, aproximadamente a las cuatro de la mañana, lo vio claro. —acompáñame a casa, por si no me deja entrar, si quiere marcharse que se marche ella, la casa es mía— efectivamente llego a la casa y con una tranquilidad asombrosa, se lo dijo. —esta casa es mía, cuando nos casemos yo ya la tenía, y como no tenemos hijos, si te quieres ir, puedes hacerlo, te vas con ella o con quien quieras, pero yo no abandono mi casa— una semana después la mujer se fue a vivir con su nueva compañera sentimental. Continuo con historias con jóvenes novatos, uno de ellos un poco insolente, lo cuento seguidamente. Muy animada la mañana de aquel día, el equipo lo formábamos yo y el joven de 16 años, Pedro. Bastante tenía yo con el trabajo habitual que encima, tenía que enseñar al niño, en un momento de tranquilidad, me dirijo al chaval y le explico lo que tiene que hacer en ese momento. —Coges la bayeta, recoges todo lo de esa mesa, la limpias y pones cenicero limpio (entonces todavía se podía fumar en los bares), la contestación es de las que más me sorprendieron en muchos años. —porque no lo haces tú que cobras más— si las miradas matasen el chico hubiera caído fulminado al instante. Por hoy lo dejamos aquí, la semana que viene continuamos, con más personales y anécdotas de mi estancia en la cafetería Sala Mozart.

HISTORIAS Y VIVENCIAS DE UN CAMARERO EN CALELLA parte --XIII--


 Aquí estamos una semana más para continuar con las historias y vivencias de un camarero en Calella. Continuamos en Sala Mozart. Hoy toca, sucesos......

Sí, contaré sucesos que pase en la cafetería, alguno divertido, otros no tanto. Una noche, aproximadamente las once, llega al bar un cliente, (llamémosle Jesús) Jesús se acerca a la barra y pide una cerveza. Yo viendo que estaba cargado, me negué. —buenas noches, una cerveza— —no hay cerveza, vamos a cerrar— —Hilario, ponme una cerveza que me la bebo de un trago y me voy— —no Jesús, no te pongo nada porque ya vas cargado— —ponme una cerveza, me cago en dios— —no Jesús, ya te he dicho que no— después de un pequeño lapsus de tiempo, se acerca al final de la barra, agarrándose a una estantería grande de chiclés que teníamos. —me pones una cerveza o te tiro todo esto por los suelos— yo me dirijo por el interior de la barra hasta estar junto a él, poniendo mis manos en jarras. —tíralo si tienes huevos— él se queda pensativo ante mi amenazante presencia. —¿cuánto valen todos los chicles?—pregunta —tres mil pesetas —le contesto seriamente mete la mano en su bolsillo y comprueba que solo tenía 600 pesetas. —hoy no tengo, pero el día que tenga tres mil pesetas vengo y te lo tiro todo por el suelo— acabada esta frase se dio la vuelta y salió del local tranquilamente, regreso muchas veces más, pero no se acordaba de lo sucedido. Otras de las anécdotas con Jesús, fue otro día que otra vez pasado de alcohol quería beber, como siempre que sucede esto, yo le negué la consumición, levanto un poco la voz, le dije que se callara y se marchara. —no me callo y no me voy de aquí a ninguna parte— —venga Jesús, no la líes por favor— —qué no me muevo— Mira si no te vas llamaré a la policía— —llama a quien quieras que no me voy— llame a la policía que en pocos minutos se personó en el local. Cuando los vio entrar, él salió por la otra puerta, le explico a la policía mientras Jesús mirando junto al coche patrulla, salieron para hablar con él y él entró por la otra puerta, parecía una película de Benny Hills, durante unos cinco minutos dando vueltas detrás de él, hasta que a uno de los policías se le ocurrió quedarse dentro de la cafetería mientras el otro lo perseguía, cuando entro al final lo pudieron parar, una pequeña regañina y para casa, hasta los policías se reían del espectáculo que habían dado. Continuemos. Otra noche (casi siempre suceden estas cosas por la noche)una persona conocida en Calella, por desgracia ya fallecida, estaba en su casa viendo tranquilamente un partido del Barça, cuando sus padres le enviaron a buscar a su hermana que estaba en la cafetería tomando un café con un amigo, a él no le apetecía ir y dejar de ver el partido, ante la insistencia de sus padres accedió a ir con el consiguiente cabreo, estaba tan enfadado que cuando llego le grito a su hermana que se tenía que marchar para casa ya.
Él salió de la cafetería y viendo que no salía, cogió una taza grande y colocándose justo enfrente del bar la lanzo contra los cristales con tanta fuerza que atravesó dos cristales, lo divertido es que los cristales se rompieron como en los dibujos animados, dejando una forma redonda y sin caer ni un solo cristal al suelo. Durante bastantes años la ventana de la cafetería era de cristal normal, se podía romper muy fácilmente (actualmente son brindados y no se pueden romper) durante mi estancia en el colegio tuve un compañero que se llamaba Raúl(nombre no real) (desgraciadamente también fallecido), este compi del cole, tiro por malos caminos y varias veces estuvo en la cárcel, cuando llevaba pocos años en la Sala Mozart, él tenía la fea costumbre de con un cubo de basura de los grandes por la noche, destrozar el cristal, entrar coger el tabaco(entonces no teníamos máquina)alguna botella de whisky y el bote del camarero, casi siempre lo detenían por al gran ruido que producía al romper el cristal, un día lo encontré por la calle. —Raúl, oye tío cuando entres a robar a la cafetería, no me jodas el bote— —no sabía que estabas trabajando allí, tranquilo que lo tendré en cuenta— las siguientes veces que entro el bote no lo toco, prefirió coger un taco de jamón. Prosigamos, esta vez no será nada agradable por el final. Una tarde, mientras jugaban a cartas, uno de ellos se empezó a encontrar mal. Pidió un cacaolat templado. A pesar de no encontrarse del todo bien, continuo jugando. Los compañeros vieron como se le caía la cabeza hacia el pecho, al mismo tiempo que las cartas caían también al suelo.(la persona era muy conocida en Calella) respiraba con mucha dificultad y no respondía a ninguna señal. Rápidamente, se llamó una ambulancia que llego en pocos minutos, los sanitarios lo pusieron en el suelo para poder maniobrar fácilmente, pedimos a los clientes que abandonaran el local ante la gravedad de la situación. La entrada del cine prosiguió con normalidad, porque el pasillo está separado de la cafetería.
Lo asombroso es hasta donde llega el morbo de las personas, los sanitarios pusieron un biombo para que desde la calle no se pudiera ver el cuerpo de esa persona, los que conocían la casa, que prácticamente es todo el mundo, avanzaban por el pasillo de entrada al cine y desde la ventana poder ver a la persona fallecida, desde que dieron por fallecido a esa persona hasta que vino el juez a ordenar el levantamiento del cadáver pasaron unas cuantas horas, que no paro de pasar gente para curiosear. Continuemos con el último suceso por hoy. Cerca de la ventana tenemos cuatro mesas, un hombre respira con dificultad y se sienta en una de ellas la que estaba más apartada. —me puedes dar un agua natural— tenía la cara muy pálida. —se encuentra bien—pregunte —no mucho, a ver si tomando agua me animo— le acerque la botella de agua y no pudo ni cogerla, se desmayó. Rápidamente, llamé una ambulancia, que no fue precisamente rápida, no por ellos, tardaron más porque la calle iglesias se cortaba con una barrera cerrada con un candado, por entonces, tuvieron que esperar a la policía para poder entrar con la ambulancia.(los sanitarios con el médico cogieron la camilla y el desfibrilador con todos los bártulos a la espalda para llegar lo antes posible). Efectivamente, el médico confirmo que era una angina de pecho con toda seguridad, empezaron su actuación para salvar la vida de esa persona. Mientras eso sucedía en una parte de la cafetería, a cinco metros escasos, se sientan una familia, con niños incluidos, no paso ni un minuto desde su entrada, viendo que yo no me acercaba a su mesa. —oye, nadie atiende aquí— increíble, una persona se debatía entre la vida y la muerte y ellos querían tomar algo viendo el espectáculo. —lo siento, pero mientras estén los sanitarios con esa persona, no serviré nada a nadie— —pues si no nos atiendes nos tendremos que marchar— por primera vez creo que deje de ser diplomático con un cliente. —la puerta es muy grande y pueden salir todos a la vez, buenos días— y me fui hacia los sanitarios por si necesitaban algo. Evidentemente, se marcharon, un tiempo después vino la persona que le sucedió a darme las gracias por llamar a la ambulancia tan rápido. Posiblemente, gracias a eso, salvo la vida, le explicaron en el hospital. Aquí quiero dejar una reflexión, todos los camareros(otros sectores también)aparte de pasar el examen de manipulador de alimentos, tendríamos que pasar un pequeño curso de primeros auxilios, solo con que una vida se salvara, habría válido la pena, es increíble lo impotente que te sientes ante una situación de estas y no saber como reaccionar, la semana que viene más y más divertidas

HISTORIAS Y VIVENCIAS DE UN CAMARERO EN CALELLA parte --XII--

 

Continuamos con mi paso por Sala Mozart, mientras trabajaba aquí también hacia pluriempleo, uno de los locales donde trabaje fue en Music Dor, este local estaba justo debajo de la cafetería Bon Lloc, en la calle Juvara, era un local especial para parejas en verano los extranjeros apreciaban mucho la belleza del local y la buena música que sonaba, muchas veces en directo Pep Xena, en la época estival también se organizaban algunas fiestas, los camareros durante un tiempo fuimos mi amigo Rafa y yo después se unió su hermano Jose, a pesar de que trabajábamos mucho, nos divertiamos, el encargado del local era Enric una gran persona y un gran fantasioso, su pareja en aquellos tiempos creo que era danesa u holandesa no recuerdo (la edad no perdona) era muy celosa una noche se fue la luz al principio pensábamos que sería un pequeño momento, luego se fue alargando, Enric nos avisó.

—voy a dar una vuelta a ver si toda Calella está igual— —vale, no te preocupes si viene la luz, seguimos la sesión— serian las once cuando se marchó llego pasadas las tres de la mañana. —hostias, ya sé qué ha pasado con la luz— —que ha pasado preguntamos— —una lancha de contrabandistas intentaban descargar muchos paquetes en el faro, llego una lancha patrullera de la guardia civil, los contrabandistas dispararon al foco de la policía, quedando todo a oscuras, la policía tendió un cable y lo engancho a la red eléctrica de Calella, provocando un gran cortocircuito que reventó varios transformadores por eso estamos sin luz— os juro que le contó eso a su pareja sin reírse, completamente serio, ella se lo creyó a medias, hasta que llego a casa y al acostarse cogió los pantalones de él para ponerlos en la lavadora, registro los bolsillos y encontró un recibo de un hotel de aquella noche para dos personas. El espectáculo fue al día siguiente durante el servicio, ella tenía el cuchillo de cortar el limón en la mano y cuando se acercaba se lo enseñaba y le decía. —como entres en la barra te corto los…— fue una noche divertida viendo como Enric no se podía ni acercar a la barra, uno de los camareros hablo con ella. —no te das cuenta de que el cómo sabe que eres celosa lo ha hecho para provocarte— —no, seguro que se fue con una lagarta— —que no, ese recibo lo encontré yo en un cenicero y él me lo pidió, de verdad— ella salió de la barra dirigiéndose a Enric, no llevaba el cuchillo en la mano por suerte, cuanto estaba a menos de dos metros salió corriendo hacia él, le dio un abrazo de oso y un montón de besos. —porque me haces eso, si sabes que soy celosa— él no sabía a qué venía tal demostración de afecto. —es que no me escuchas nunca— cuando le expliquemos lo que le contemos dijo que nos subiría el sueldo ese mes. Muchas veces cuando el trabajo estaba flojo se marchaba a hacer una ronda por las discotecas a ver si era en todas partes o solo nosotros, los demás dueños de locales también lo hacían en mitad de la sesión, venían con la escusa de tomar algo a ver como teníamos el ambiente. Hablaré un poco de los clientes emblemáticos de la Sala Mozart. El primero, Agustín Dausa, un “catra”la gente de Calella ya saben lo que significa esta palabra, también un bohemio soñador y una persona muy inteligente, era habitual verlo en la cafetería en una de sus mesas con unos cuantos palillos y un tintero de tinta china, realizando dibujos, si, solo una hoja de papel un tintero y palillos era suficiente para realizar obras de arte. Hablaba, creo que eran siete idiomas, estaba aprendiendo chino y japonés, se pasaba horas pintando letras de sus alfabetos, tocaba la guitarra, fue maestro de catalán, estos trabajos solo los ejecutaba cuando necesitaba algo de dinero, a la que tenía dinero volvía a la vida bohemia. Solía beber vino tinto caliente, a continuación contaré una de las anécdotas más divertidas. Una noche pasadas las 8 entra Agustín con una guitarra y una gran caja de un congelador o nevera, me pide un cuchillo, hace un recorte como una ventana por delante y un pequeño agujero en el lateral donde coloca una bolsa, acto seguido se introduce el y la guitarra en la caja, enganchando una hoja con muchos títulos de canciones, si querías escuchar un tema, solo tenías que poner unas monedas por el agujero, depende de las monedas la canción duraba más o menos, él tocaba la melodía en su guitarra, la noche se fue alargando y todos los presentes pasaban por la caja para pedir un tema, después de un par de horas o más, salió Agustín de la caja, dejo la guitarra junto a una silla, se dirigió a mí y me dijo. —toma este dinero, invita a todos los que están aquí, cuando se acabe el dinero, se acaba la fiesta— el dinero llego para casi todos tomar algo (es el valor que él le daba al dinero). Unos cuanto años después, Agustín falleció como él quiso, mirando al mar una mañana de verano mientras amanecía sentado en la arena.
y cosas de la vida,un amigo de la casa el señór Quimet Carreras un dia se acerco a la deixalleria a tirar algunas cosas voluminosas,al tirarlas vio una gran cantidad de cartulinas se acerco a mirarlas y eran todos los dibujos de Dausa,los trajo al bar y los coloco encima de una mesa,para que todo el que quisiera pudiera tener un dibujo de un gran pintor y gran persona,yo personalmente cogi tres. Otro personaje ilustre Román, el trapero, una persona muy peculiar, casi siempre estaba acompañado de dos hermanos, creo que se llamaban Gallostra, el padre de ellos era el que vendía los frutos secos y los caramelos en la puerta de cine Ancora y Sala Mozart. Cuando pasaba con su carretón lo llamabas para que recogiera algo 30 kilos de papel y cartón, por ejemplo. —toma cinco pesetas no te puedo pagar más— si recogía 20 kilos de plomo. —toma cinco pesetas, no te puedo dar más— siempre daba cinco pesetas, porque no podía pagar más, hay una leyenda urbana que dice que tenía una fortuna amasada (no sé si es verdad o fábula). Un día venía de vaciar una casa, pasando delante de la cafetería, lo llamo. —Román que llevas en el carro— —un tocadiscos y unos altavoces— —.-déjamelos ver— el tocadiscos era un Lenco (una de las mejores marcas entonces)y los altavoces tenían un metro de altura y unos 60 o 70 de ancho. —funcionan— pregunté —no sé, — —cuanto quieres por ellos— —son cosas buenas por lo menos 100 pesetas—dijo —te doy 50 porque no puedo pagar más—le dije —bueno 50 pesetas y un vasito de moscatel— —vale, pero los tienes que llevar hasta mi casa en pueblo nuevo— —vale, trato hecho— de esta forma conseguí un buen equipo por 50 pesetas y Román más contento que yo por las ganancias que había obtenido creo que por esta semana ya está bien no quiero aburriros la semana que viene más y mejor os lo aseguro.

HISTORIAS Y VIVENCIAS DE UN CAMARERO EN CALELLA parte --XI--


 Continuamos en la Sala Mozart, muchos de ustedes recordarán una publicación que se repartía por toda Calella, se llamaba Fulla al vent" revista gratuita, mirándolo fríamente estaba muy mal estructurada, vamos que no sabias como estaba organizada, pero una cosa si es cierta, si buscábamos algo siempre recurríamos a ella, allá lo encontrabas todo, empleo, recetas de cocina, carteleras de cine locales, relatos, horóscopo, como os dije todo y por supuesto muchísimos anuncios, de los negocios de Calella, siempre la repartía los sábados el Sr. Casabo, este señor era diseñador, maquetador, encargado de anuncios, impresor, todo lo realizaba él solo, alguna vez hable con él y siempre me decía, el día que muera yo, morirá también “Fulla al vent” como efectivamente sucedió, alguna vez intentaron comprársela, él se negó a venderla, no quería qué callera en manos de especuladores que solo quisieran ganar dinero.

Un cliente de la cafetería (muy bien situado económicamente, dueño de muchos locales)venía siempre el sábado por la mañana a tomar un cortado, cogía el mundo deportivo y se sentaba en una mesa un poco alejada de la barra, también cogía una “Fulla al vent”, desde la mesa me controlaba y no leía el periódico, disimuladamente doblaba la revista de Casabo y muy sigilosamente se la guardaba en un bolsillo de la chaqueta, siempre sin perderme de vista para que yo no lo descubriera (supongo que él no sabía que la revista era gratuita y podía cogerla quien quisiera)cuando la hacía desaparecer, pagaba el cortado y se marchaba orgulloso que una semana más el camarero no lo descubriera. Esta cafetería estaba catalogada por mucha gente como un bar de “viejos”, nada más lejos de la realidad, cada hora tenía su clientela, nunca olvidaré los fines de semana por la noche.
Todos los viernes y sábados, a partir de las 22,00 horas, las más de 20 mesas se llenaban a tope, más de 80 personas tomando los clásicos cubatas, antes de la 1 de la mañana imposible cerrar, luego todos se marchaban a las discotecas, se juntaron grupos muy majos, gente sana y alegre que antes de entrar a la disco se tomaban unos cubatas (los precios de la discoteca eran muy altos y la cafetería tenía precios populares), alguna vez cuando acababa de trabajar me pasaba a tomar una copa por alguna disco, siempre me encontraba algunos de ellos. Otra demostración de lo que digo es lo siguiente. Una guapa chica entra en la cafetería, era joven 17 años, se sentaba y tomaba un café con leche o una coca cola, yo servicial me acercaba. —buenos días que le pongo— —un café con leche, por favor— le servía y me retiraba, si no tenía mucho trabajo me volvía a acercar con cualquier escusa. —hace buen día hoy— —si la verdad es que si— —de donde eres— —vivo en pueblo nuevo— —yo también qué casualidad, nunca te he visto por allá— —que haces por aquí—pregunte —vengo a ponerme unas lentillas y para acostumbrarme las tengo que tener una hora y luego volver a la óptica Viñes que está en la calle Bruguera—. Aquella chica tenía una encantadora sonrisa de blancos dientes, pelo castaño y una dulzura en su habla que te hipnotizaba, paso lo que tenía que pasar, nos encontrábamos en alguna disco con sus amigas, después de 33 años continuo con ella, es mi esposa y madre de mis hijos, creo que aproveche el momento justo que con las lentillas no veía bien para liarla. Ya sabéis como y donde conocí a mi mujer, otro camarero llamado Toni, también conoció a la suya, Paco sigue soltero, pero unas cuantas amigas las conoció en la cafetería os lo aseguro. El jefe Arcadio (padre)siempre tenía detalles con los camareros, ya dije antes que es uno de los mejores jefes que he tenido. Todos los días festivos me indicaba que cogiera una botella de cava de la nevera y me la bebiera en casa con la familia, todos los domingos compraba un pastel o roscón y lo repartía entre los camareros para merendar, muchos detalles más, cualquier persona que lo conoció no puede hablar mal de él, ni camareros.ni proveedores, ni repartidores, ni por supuesto clientes, a día de hoy todavía me parece verlo sentado en una mesa con su puro y su xupito de whisky, decía que era bueno para la circulación, una anécdota muy divertida. Un día teníamos bastante trabajo, pregunto a una pareja que querían. —un cacaolat natural y una botella de agua— se lo preparo en una lateral de la barra, él coge el cacaolat y enérgicamente lo mueve, no se dio cuenta de que se lo deje abierto, imaginaros como quedo todo él y el cliente. Otra vez los camareros del jardín catalán, precioso local que estaba en la calle san Jose, como no tenían cafetera, si alguna mesa quería café, lo venían a buscar. —me puede llenar la jarra de café Sr. Arcadio—depositando una gran jarra de las de sangría en la barra. —cuantos cafés queréis— —hasta que este llena— el jefe empezó a hacer cafés y llenar la jarra, la temperatura de jarra fue subiendo con los cafés y cuando puso el último café, la jarra crujió con la consiguiente inundación de café por toda la barra, al principio se enfadó y les dijo que ya no le ponía más cafés, después cogió una jarra de las nuestras y el mismo se la llevo hasta el local, a veces hablo con Luis o Rinus que eran los camareros y nos echamos unas risas con lo sucedido. El Sr. Arcadio era periquito y su frase favorita era. Tres cosas hay en la vida que relucen más que el sol, jueves santo, corpus cristi y el club deportivo Español La semana que viene más historias de compañeros y clientes

HISTORIAS Y VIVENCIAS DE UN CAMARERO EN CALELLA parte --X--


 

Hoy empezaré hablando del compañero que estuvo más años conmigo, el amigo Cristóbal, sevillano, muy amable con todos los clientes, siempre contaba que el trabajo en los principios de estar en Cataluña con Florencio, uno de los más grandes hoteleros de Calella con bastantes hoteles a su cargo, juntos trabajaron de encofradores en la obra. 

Cristóbal acabó sus años laborales trabajando de camarero y Florencio amasando fortuna con los hoteles. 

El amigo Cristóbal desgraciadamente hace poco tiempo nos dejó D.E.P. 

Por la Sala Mozart he visto pasar muchos famosos, uno de los primeros que conocí fue Alfredo Landa, os aseguro que es igual de simpático en las películas como en la vida real.

 Llego un día se sentó en un taburete de la barra y se dirigió a mí. 

—buenas tardes, está el Sr. Arcadio— pregunto 

—no creo que tarde mucho, enseguida le aviso—

 —no, no hace falta, esperaré, póngame un whisky con hielo— 

pasados quince minutos aparece el jefe y empiezan a charlar los dos muy amigablemente, media hora larga después Alfredo Landa sé escusa y dice que se tiene que marchar. 

—chico cóbrame – 

el jefe automáticamente me indica que no, que está invitado. 

—está invitado por la casa—

 —no le hagas caso a tu jefe y cóbrame— 

—no puedo, el que manda, manda— 

—por última vez te digo que me cobres, si me cobras en la próxima película que haga te llamaré para un papel— 

eso fue demasiado, por si acaso le cobre, a día de hoy todavía estoy esperando su llamada, supongo que no le di mi teléfono y por eso no me ha llamado.

 Otro gran personaje que pude conocer fue a Carles Reixach (charli para los amigos) recuerdo que fue un domingo, el siguiente miércoles tenía que jugar el Barça contra el Real Madrid, partido de vuelta de la Champions y él era el entrenador, cenaron en algún lugar de Calella y vinieron a tomar café a la Sala Mozart. 

—señor Reixach, le importaría hacerse una foto conmigo, por favor— 

—i tan nano, cla que si – 

una voz del fondo del local grita. 

Charli que es merengue.

 Reixach me mira y me pregunta. 

—es verdad eso— 

—sí, soy del Madrid— 

—no importa, tiene que haber de todo en el mundo, y con el café que me ha preparado no se lo puedo negar—

 estuvimos charlando un rato de futbol, le pregunte. 

—el miércoles como lo ves— 

—del miércoles no te digo nada que te chivas—

soltando después una sonora carcajada cuando se marchó paso a saludarme otra vez por la barra. 

También he tenido la suerte de conocer a un monstruo de la radio Justo Molinero. Realizaban una sesión de teatro en el cine, durante los ensayos salían a tomar café, y refrescos (alguno bautizado para los nervios decían) 

yo alguna vez he escuchado su emisora, a mí particularmente no me gusta, pero hay que reconocer que una voz que arrastra a tanta gente, tiene algo. 

Mirar las caras de las personas que acudían al teatro (la mayoría mujeres) cuando lo veían sentado tomando un refresco antes de empezar era, como si vieran a un dios, gracias Justo decían algunas al pasar junto a él, 

lo mejor para mí es que él a la mayoría las llamaba por su nombre. 

—un beso, Maria— 

—un abrazo, Josefa—

 —Montserrat, encantado de volverte a ver—

 las conocía a todas, cuando hablaba con sus técnicos, se le notaba la seguridad de lo que decía, siempre muy educadamente con todos,sería muy interesante conocer toda la historia de un taxista que acabo siendo dueño de una radio con una audiencia de miles de personas dispuestas a comprar cualquier producto que ellos anuncien.

 Por último, por hoy, hablaré del honorable Jordi Pujol, solo hablaré del cómo persona, lo político lo dejo al margen, cada uno que piense lo que quiera sobre él. 

La última vez que vino, le serví un café, el cual tuvo el gesto de querer pagar, cosa que no hice (orden del jefe por supuesto)

 paso igual que con Justo Molinero hablaba de la casa y de Calella como si estuviera viviendo aquí, describió la sala del primer piso exactamente como era, hacía muchos años que no venía por aquí y se acordaba de todos sus detalles, los pianos la figura de un santo que adorna la sala, se acordaba de todo, antes de abandonar el café para entrar en la sala de cine se despidió de mí con un 

—Bona nit jove—

 otro personaje que me impresiono es Paco Algora, yo era un seguidor de la serie Curro Jiménez, ver entrar al fraile de la serie me pareció una gozada, era uno de los que más me gustaban en la serie, lástima que lo eliminaron pronto, recuerdo que se tomó un café y una copa de Calisay, fue uno de los primeros famosos que serví, no me atreví a pedirle una foto, si volviera seguro que me haría la foto con él, la vergüenza mía, ya se extinguió. Creo que por esta semana ya está bien, la semana que viene más y espero que os estéis divirtiendo con mis historias.

HISTORIAS Y VIVENCIAS DE UN CAMARERO EN CALELLA parte -IX-


 

Una vez ya en la Sala Mozart, tenía que renunciar a los fines de semana en la Quadra, se lo comente a Jose. 

—Jose, ya no podrás contar conmigo los fines de semana, los horarios son incompatibles—

 de esta manera acabo definitivamente mi relación con la Quadra, aunque me pidió un favor más.

 —Hilario, no conoces a nadie que pueda venir a trabajar—-

mira, pues sí, tengo un amigo que le puede interesar— 

el jueves de la semana siguiente, fui a la Quadra para presentarle a Jose a mi amigo Javier. 

Jose le explico todo y quedaron de acuerdo que el sábado a las 8 empezaba. 

El sábado, después de cerrar la Sala Mozart, me quise acercar a tomar algo a la Quadra, salude a todo el mundo, ya que todos me conocían, me acerque a Javier que estaba fregando los vasos. 

—hola Javi como lo llevas— 

—bien muy bien, me puedes hacer un favor—me pregunto 

—dime Javi que quieres— 

—cuando entre a currar, deje la bicicleta junto al hostal Vell Park, no me acordé de atarla, puedes ir fregando tú unos minutos y voy a cerrarla— 

yo sabía que Jose no diría nada, por eso acepte. 

—si ves que yo te cubro la pica—

 y como dice la canción de Juaquin Sabina, y me dieron las 10 y las 11, las 12, la 1 y las 2, si, si hasta las cuatro fregando los vasos no volvió, se dejó allí un reloj, que luego se lo lleve a su casa para preguntarle por qué hizo eso. 

—es que Jose me chillaba— 

—no me lo creo—

 —si, si, desde la otra parte de la barra me decía, Javi necesito jarras de sangría—

 la cara que le puse fue antológica, que quería que se acercaran a él y le pidiera por favor jarras, en medio de toda la faena. 

Como dije antes ya estaba asentado en la Sala Mozart y ahora empiezo con las vivencias.

 Durante un tiempo un vagabundo solía aparecer los días de frío, después ya cada día, a pesar de ser vagabundo siempre venía limpio y aseado, se sentaba en una mesa apartada y no tomaba nada, no tenía dinero, por caridad humana nunca le exigimos que tomara nada, los clientes cuando lo veían le invitaban a café o bocadillo que él aceptaba gustosa y educadamente, pero todo empezó a cambiar venía sucio dejado y ya el día que más impacto, vino con toda la ropa llena de sangre y la cabeza, era sangre seca, le dije si quería que llamara una ambulancia a lo cual él se negó, ya no aceptaba las invitaciones de los clientes alguna vez incluso escupía en el suelo, ya me vi en la obligación de llamarle la atención. 

—usted no puede estar aquí con este aspecto— 

—por qué no?— 

—si usted no consume en este local, tendrá que abandonar el local— 

—no pienso marcharme, me quedaré aquí— 

ya no solo ocupaba una mesa, se cambiaba continuamente de mesa, el olor que dejaba producía náuseas.

 —pues tendré que llamar a la policía— 

—llama a quien quieras, no me voy—

 efectivamente llame a la policía que se personó en pocos minutos (ahora es diferente) —que sucede, me pregunta uno de los policías—

 —le explico la situación— 

—ese hombre aparte de mal olor,¿ falta el respeto a las demás personas?—pregunto el policía 

—no, se cambia continuamente de mesa y no quiere consumir nada— 

—entonces no lo podemos sacar de aquí—

 —y el derecho de admisión qué?— 

—si cumple las normas del local de ir vestido de acorde al tiemopo que hace y no produce ningún altercado, tiene todo el derecho de continuar aquí— 

—no quiere consumir nada, no es motivo—

 —no— 

—entonces si vienen 20 personas y ocupan 20 mesas sin consumir nada yo que hago— 

—aguantarse hasta que se quieran marchar— 

cuando la policía se marchó el vagabundo se dirigió a mí. 

—chico, todavía tienes que aprender mucho de leyes— 

pasados unos días dejo de venir, por la calle tampoco se le veía.

 Unos años después volvió con un traje, corbata y elegante como un dandi, se sentó en una mesa apartada igual que solía hacer. 

—buen día que le pongo— 

—te acuerdas de mí—me pregunto 

—si me acuerdo por supuesto— 

—mira la vida, tiene muchos altibajos, un día arriba, otro día abajo, a mí me gusta volver a los sitios que me trataron bien. 

No, no quiero tomar nada, estaré aquí sentado, mirando y todos los que entren mientras este yo, están invitados—

 ante mi mirada de incredulidad, del bolsillo saco unos cuantos billetes, me los entrego diciéndome. 

—ves cobrando de aquí las consumiciones y si se acaba avísame que tengo más, pero no digas a nadie que soy yo el que invito—

 pasadas tres horas, se marchó después de dejarme una buena propina, a nadie le dije quien pagaba, aunque todos querían saberlo, nunca más lo he vuelto a ver. 

Cierto día una persona se paraba cada dos o tres casas y rezaba a gritos, pasada media hora entra en la cafetería, al compañero que tenía en la barra le pide una cerveza, empezando una plegaria mientras se la bebía. 

—Mi padre, me ha dicho que el fin está cerca, que tengáis mucho cuidado, mi madre no está, pero mi padre os ayudara— 

de un trago se bebió toda la cerveza girando sobre sí mismo y dirigiéndose a la calle. —oiga caballero, tiene que pagar la cerveza—le exigió el compañero 

—la pagara mi padre— 

—quien es su padre— 

—mi padre es Dios— 

acto seguido salió corriendo, sin dejar tiempo para cogerlo, como curiosidad,

 que creéis que es la cosa más extraña que se dejaron alguna vez en la cafetería. Cosas raras muchas, pero la vez que se dejaron dos máquinas de escribir, olivetti, pero no juntas, una en una mesa y otra en la otra parte del bar, dejarse una es raro, pero dejarse dos, dos personas diferentes, raya lo antinatural, la semana que viene más historias en Sala Mozart


HISTORIAS Y VIVENCIASA DE UN CAMARERO EN CALELLA parte VIII


Como cada año en marzo y octubre tenemos que cambiar la hora en los relojes, en la Quadra eso era muy difícil, si se tenía que adelantar la hora, los clientes se quejaban y a regañadientes (jajajaja) Jose aceptaba no cambiar la hora, para no perjudicar a los clientes, si el caso era atrasar la hora, no podíamos defraudar a los clientes y se realizaba como mandan los organismos, conclusión de una forma u de otra una hora más no nos la quitaba nadie. El tiempo fue pasando y yo creciendo, la alegría de la juventud por trabajar de noche se estaba acabando, decidí buscar un trabajo de otra cosa. El conocer tanta gente me ayudo a encontrar algo nuevo, algo totalmente diferente, una fábrica de calcetines, si el cambio fue radical, del jolgorio y la música de la noche a escuchar solo el ruido de máquinas textiles, después de los años de la Quadra empecé el nuevo trabajo, al fin tenía fines de semana libre, aunque para decir verdad muchos fines de semana los pase trabajando me llamaban por enfermedad de algún camarero o por despedirse a la francesa otros. La fábrica se llamaba Duch-Codina, frente al restaurante los gallegos, turno rotativo cada semana, mañana, tarde y noche. El trabajo era más mecánico, pero también tengo algunas anécdotas. Cuando llevaba unos meses al colocar una correa en un embarrado (motor que hacía funcionar 50 máquinas), se enganchó el jersey y por mucha fuerza que yo hiciese la máquina seguía tirando, un par de minutos de lucha, faltaba muy poco para perder el brazo, un compañero de la otra sección al verme empezó a gritar. —parar el embarrado, que lo mata—— tuve suerte, lo pararon a tiempo y todo quedo en un gran susto y una herida en el antebrazo derecho. Un compañero tenía la mala costumbre de desayunar croissants calientes todas las mañanas, vigilaba la puerta y cuando venían a traerle el pan y las pastas al restaurante ,como se lo dejaban en una caja cerca de la ventana, salía y cogía el desayuno diario (actualmente no se podría hacer, no quedaría nada del género) al final la fábrica se traspasó y unos cuantos quedaríamos en la calle, quedaban dos semanas para el cierre de la empresa, cuando un amigo Francisco Mesa, me comenta que donde él está trabajando se marchara en quince días, si me interesaba podía hablar con el jefe. —Por supuesto, ¿dónde es?— —la cafetería del cine, Sala Mozart— a la semana siguiente tenía la entrevista, la casa la conocía porque muchas veces los camareros de la Quadra solíamos hacer el vermut y jugárnoslo a los chinos. La entrevista fue con el Sr. Arcadio (hijo) en su casa, hablemos de las condiciones y nos pusimos de acuerdo, contrato de un mes de prueba y si estábamos todos a gusto pasaba a fijo en la empresa. Yo he tenido la suerte de trabajar con buenos jefes (la mayoría) pero por encima de todos hay dos, Antonio y Arcadio (padre) Antonio saldrá un poco más adelante. Empece el uno de mayo, día del trabajador del 1981,esta cafetería es un tanto especial, tengo muchas vivencias(también algunas no contables). Mis primeros compañeros fueron Jose y Cristóbal, el primero al poco de entrar se marchó y el segundo fue una institución en el local, juntos estuvimos muchos años, hasta que se jubiló, las partidas de cartas y el dominó por las tardes eran memorables entre los asiduos. Al principio los clientes no tenían confianza conmigo, fue pasando el tiempo y todo cambio, por entonces pasaban por el local todo tipo de personas, desde el director de la caixa hasta Román, el trapero del pueblo, son tantas las anécdotas que seguramente no las podre contar cronológicamente por qué se me amontonan en los recuerdos. Unos clientes que teníamos eran un matrimonio muy mayor, cada día venían a tomar el café o desayunar algo, cuando se pusieron las máquinas tragaperras, se engancharon y todo se lo jugaban a las máquinas, yo muchas veces les decía que ya había salido un premio de los grandes para que no jugaran más, pero a ellos les daba igual continuaban jugando, cuando se acercaba su fin, continuaban jugando aunque prácticamente ya estaban ciegos, no podían ni distinguir las figuras de la máquina, pero seguían, más de una vez se agotaban las partidas de su juego y seguían dándole a los botones como si estuvieran jugando. Otra anécdota con las tragaperras. Un día entra una mujer y se dirige a mí. —hola, mire, quería comentarle una cosa— —dígame señora que desea— —ese hombre que está jugando a la máquina, es mi marido, no lo deje jugar más— —no puedo prohibirle jugar, si se comporta correctamente, no se lo puedo prohibir— —pero haga algo por favor— —lo único que puedo hacer es que cuando me pida cambio hacerlo esperar un poco más, mientras hago cualquier otra cosa— de esa manera lo hice durante toda una semana, al llegar el sábado volvió la mujer y se dirigió otra vez a mí. --tú, eres un mentiroso—me grito —yo? Porque — —me dijiste que no le dejarías jugar— —le dije que le haría esperar un poco más, pero no puedo negarle cambio— fue entonces cuando intento entrar en la barra gritándome. —te voy a sacar los ojos—mientras me amenazaba con las uñas —señora, yo la entiendo, pero es a su marido al que tiene que chillarle, no a mí— mientras sucedía esta discusión, el marido tan tranquilo jugando a las máquinas. Al final los dos se marcharon para su hogar, ella no volvió a hablar sobre el asunto conmigo. Al principio de los 80 que es cuando empece a trabajar en Can Salom, era el auténtico bar del pueblo, por las tardes desde las dos aproximadamente hasta que oscurecía, las partidas de cartas y domino eran el pan nuestro de cada día, muchas partidas, muchos jugadores han pasado, era curioso, todas las mesas eran ocupadas siempre por los mismos jugadores, poco a poco fui descubriendo el por qué. La mayoría estaban discutidos con otros y se negaban a jugar en la misma mesa. Alguna vez me pregunté si eran humanos. Un día de los primeros años, en la mesa que jugaban al Canario (juego de cartas, que yo no sé jugar)uno de los cuatro falleció de infarto (en su casa, no en el local ), el entierro era a las cuatro del día siguiente, justo a la hora de empezar la partida. A la hora en punto empezó la partida con un nuevo jugador en el lugar del fallecido, ninguno fue al entierro (la mayoría de veces sí que algunos iban a los entierros, ese día no). Los primeros años trabajando era una auténtica locura, el bar siempre lleno de humo (parecía Londres), y la cafetera no paraba, diariamente se gastaban un mínimo de tres kilos de café, (eso son muchos cafés, os lo aseguro)todavía no se habían abierto las nuevas cafeterías (Xicra, Canapé, Tetera etc. etc.) en Calella y si querías un buen café, solo había tres locales con buen café (a mi gusto personal) los reyes eran, Can Fandiño, Can Piferrer y Can Salom, las cafeteras de brazos te hacían coger fuerza sin ir al gimnasio. A lo largo de mi jornada el Señor Arcadio, siempre sentado en una mesa observando la clientela y por si hacía falta echarme una mano, siempre con un xupito de whisky y su puro Breva, repito lo anterior, los mejores jefes, él y Antonio de Can Xena. Por esta semana ya está bien la semana que viene las anécdotas más divertidas para los que conocen el lugar

HISTORIAS Y VIVENCIAS DE UN CAMARERO EN CALELLA parte VII


 Una de las cosas que tengo ente mis recuerdos, la cantidad de personas de diferente nacionalidad que conocí, muchas cartas y más felicitaciones de navidad, normalmente los extranjeros que nos visitaban eran muy dados a recordar a las personas que les atendían todos los días.

En la Quadra hice muchos conocidos, pero como dije anteriormente en otro capítulo, pocos amigos, la noche es una mentira constante.

Otro recuerdo que tengo del local, es lo buenas que estaban las butifarras. No, no me he equivocado, he dicha butifarra, durante un tiempo en la llar de foc, junto con el fuego, se podía uno tostar el pan y con una parrilla que teníamos, los clientes se podían hacer las tostadas con butifarra, creo que actualmente no hacen ni tostadas ni butifarra, supongo que fue una prueba piloto.

En la Quadra teníamos una mascota, un gato, le llamábamos Florencio en homenaje a un presentador que actuaba en La Guitarra, era muy frecuente ver al gato entre los clientes, mientras estos bailaban, más de una vez intentaron robarlo, pero el gato se ponía muy furioso cuando intentaban salir del local, recuerdo a un cliente francés que casi acaba con la bodega, cogió tal borrachera que tuvimos que llevarlo hasta el hotel, suerte que a la entrada mientras charlábamos con él, nos dijo que estaba en el hotel Neptuno, llevarlo entre dos era muy difícil, estaba casi en coma, no reaccionaba a nada, solución cogimos un carretón de transportar paquetes de una fábrica cercana. La estampa era muy cómica, la cantidad de kilos que pesaba y lo grande que era hacía difícil su traslado, dos empujábamos el carrito al mismo tiempo que le aguantábamos cada uno una mano, otros dos aguantaban cada uno un pie, al llegar a la puerta del hotel el sereno no se quería hacer responsable de él, ante nuestra amenaza que si no lo recogía se lo dejábamos en la puerta, accedió a que lo depositáramos en un sofá apartado de la recepción, hasta que se despertara,

dos días después volvió a la Quadra y nada más entrar por la puerta empezó a reírse a carcajadas cuando le dijimos como lo transportemos, los días que siguió con sus vacaciones no volvió a beber alcohol solo agua.

Cuando la sala estaba muy masificada, a veces se montaban pequeños altercados que fácilmente se podían controlar, a mí ya no me temblaban las piernas cuando tenía que actuar en alguno de ellos.

En la Quadra, es difícil salir sin pagar, básicamente porque se cobra al contado, cuando el cliente viene a buscar su consumición, pero queda para el recuerdo la obra de arte que cometió un individuo.

8,30 de la noche estamos empezando a montar todo lo necesario para la sesión, entra una persona con un mono de trabajo.

—buenas noches—

no era normal ver a gente vestida de trabajo en este local.

—buenas noches, que desea—

—¿está el jefe?— me dirijo al almacén donde Jose y Pedro están contando el stock. —Jose, una persona pregunta por el jefe—

Jose sale del almacén y se pone a charlar con él.

—Dígame que desea—

—Estamos trabajando en el agua (esos días se estaba canalizando el agua del Tordera hasta Calella, día, noche y fin de semana incluido) nos entraron a robar en la barraca donde guardamos nuestra ropa y las herramientas y nos robaron todo, las fiambreras con la cena incluida, no nos dejaron nada, si usted fuera tan amable y nos proporcionará seis bocadillos y algo para beber, mañana nosotros se lo pasaríamos a pagar—

unos segundos de duda y Pedro se puso manos a la obra a preparar los bocadillos. —veo que la decoración del local tiene mucho que ver con los establos—comento —si, todo lo que tenemos es artesano, lo compramos en masías que ya no lo usaban—

—nos está haciendo usted un favor tan grande, mis padres tienen una masía a la venta y está llena de cosas como las que tienen de adorno, si quieren quedamos mañana y me acompañan y pueden coger todo lo que les apetezca—

—bueno tendríamos que hablar del precio—tercio Jose

—nada, no quiero nada, yo se las regalo por el gran favor—

después de una charla de media hora, el trabajador salió por la puerta sin parar de agradecer el favor, quedando para el día siguiente con los jefes para ir a la masía a recoger lo que quisieran.

A la hora convenida, los jefes esperaban a la persona en el lugar indicado, pasada media hora y viendo que no aparecía se dirigieron a la obra de las aguas, preguntaron por el encargado, explicándole que buscaban a la persona que ayer fue al local pidiendo ayuda por el robo.

Aquí nadie nos ha robado nada, el turno de noche trabajo normalmente.

—creo que les tomaron el pelo—

Pedro y Jose se dirigieron la Quadra, sorprendidos por la habilidad del elemento para embaucarlos y liarlos, creo que nunca más volvió a pasar cosa semejante.

Los platos que normalmente se usaban los compraban en la Bisbal, de vez en cuando hacíamos una excursión Jose y algún camarero para ir a buscarlos con la consiguiente comilona que nos pegábamos.

Otra anécdota, una noche se para la música, se despide a través de los altavoces al público deseándoles buenas noches, todos los clientes poco a poco se fueron marchando, solo quedaban don hombres en la barra charlando, después de levantar todos los taburetes y cargar cámaras Jordi (hermano de Jose) se dirige a ellos muy educadamente.

—Señores, sintiéndolo mucho, tenemos que despedirles hasta mañana—

se incorporan de sus taburetes, uno alarga la mano con intención, parecía de despedirse de Jordi, él alarga la mano para educadamente despedirse.

El cliente le agarra fuerte de la mano y con la que tenía libre le da un fuerte golpe de puño en la cara de Jordi(las gafas saltaron por los aires)acto seguido se dirigen a la puerta gritando.

—un poco de respeto para los clientes que están charlando amigablemente—

a día de hoy todavía no entiendo la reacción de aquel individuo la semana que viene último capítulo de la Quadra y volver a empezar en otro lugar.

podria contar muchas mas historias,pero se haria muy largo,,

TELEFONO MALDITO

 En un pequeño barrio de la ciudad, había una tienda vieja y mugrienta que vendía las antigüedades más inverosímiles que uno pudiera imagina...