En un pequeño pueblo a orillas del Mediterráneo, el pueblo era conocido por las muchas actividades que en él se podían presenciar, variedad de espectáculos, conciertos, etc.La música era una de las mayores atracciones, un día un grupo de vecinos, quizás empujados por la fuerza política de alguna persona, decidieron que la felicidad que producía en los demás tenía que ser suprimida. Siguiendo los cauces normales de la burocracia, consiguieron que en el pueblo no se escuchara música. Los habitantes de este lugar encabezados por el alcalde empezaron a vivir una vida monótona y sin alicientes en lo que respecta a la diversión musical, cualquier expresión musical estaba prohibida. El verano que siempre era alegre, ahora reflejaba la tristeza y la melancolía de sus habitantes, no se escuchaba risas ni cantos, solo un sutil murmullo de conversaciones tristes y apagadas. La música era considerada una, pandemia que hacía enfermar a las personas, provocando la dejadez en las tareas diarias y al mismo tiempo hacía aflorar sentimientos indeseables, los que no querían la música intentaban convencer a los demás que solo llevaba al caos y la destrucción de las personas. Sin embargo, en lo más profundo de sus corazones, algunos habitantes de ese hermoso pueblo anhelaban secretamente la música. Dos de ellos, Xavier y Sonia, eran dos almas afines que compartían su amor por la música y la distracción para el pueblo. Se reunían en secreto junto a algunos vecinos más, para tararear canciones y soñar con un mundo lleno de notas musicales nuevamente. Un día un extraño personaje llego al pueblo. Este hombre tenía un aire misterioso, se supo que anteriormente había sido músico, llevaba con él un viejo violín. Que en secreto y a escondidas hacía resonar viejas melodías que hacía tiempo no se escuchaban en el pueblo, le sorprendió tanto no poder escuchar música y viendo la tristeza y melancolía de sus habitantes, decidió quedarse en el pueblo. Sin temor a nada ni nadie desafío la prohibición de no poder dejar escuchar música, salió a las desiertas y silenciosas calles del pueblo dejando escuchar las más bellas melodías, con ellas cautivaba a los vecinos que abrían sus ventanas y se deleitaban con sus temas, parecía la repetición del flautista de Amelin, solo que esta vez eran personas emocionadas las que le seguían. Cada vez eran más personas las que lo seguían, indudablemente los otros no estaban dispuestos a permitir que la música volviera al pueblo. Los habitantes volvían a sonreír y ser felices con aquellas melodías; sin embargo, un personaje político no estaba dispuesto a permitirlo, no quería música bajo ningún concepto en el pueblo, si querían música que se fueran al pueblo más cercano. Los vecinos encabezados por Xavier y Sandra y otros rebeldes no podían ser silenciados tan fácilmente. En un acto de valentía organizaron un concierto clandestino en el centro del pueblo, desafiando abiertamente la prohibición. La música inundó nuevamente el pueblo, resonando con una fuerza y pasión como hacía mucho tiempo. La actuación final del concierto fue el momento más emocionante y esperado por todos. Los músicos interpretaron una pieza que conmovió los corazones, llenaron el aire y elevando el espíritu de los presentes, los que estaban en contra de la música comprendieron el error de su camino, la música no era amenaza de nada ni de nadie, sino una salvación. La tristeza y la opresión habían sido sustituidas por alegría y liberación, decidieron retirar las denuncias sobre el pueblo para que este volviera a ser un pueblo alegre y feliz
cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario