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VIL TRAICION
LA MOCHILA SOBRE LAS ESPALDAS.
Cada día se veía pasar por todo el pueblo, hoy estaba junto al colegio en su primer día de apertura, las madres y madres lo miraban con recelo y mucho temor.Ese hombre podía hacer daño a sus hijos, su aspecto sucio y desaliñado, solo inspiraba temor, a veces se acercaba a alguien para pedirle un cigarrillo, lo cual hacía que esa persona acelerara el paso para no tener que hablar con él. Ernesto llegó a este pueblo de casualidad, se quedó temporalmente en él, como podía ser otro pueblo cualquiera, no tenía destino, no tenía futuro, no tenía presente solo tenía pasado un pasado que no podía olvidar. Ernesto solía dormir en cualquier portal, no tenía predilección, todo lo deba igual, las personas del pueblo solían llamar a la policía, no lo querían en su portal ni cerca de su casa, la policía venía y lo desalojaba, ante la rabia de Ernesto. Cada día lo mismo comía de lo que recogía en la basura, y lo que alguien le daba por pena, él no hablaba casi nada, solo a veces gruñía, como si fuera un perro enrabietado. Varias veces la policía lo recogió y lo encerró temporalmente en un psiquiátrico, pasados unos días, nunca más de una semana, lo dejaban marchar, porque según los doctores no significaba un peligro para la sociedad, él sin pagar cogía el tren o cualquier otro método de transporte, a veces incluso caminando los 35 kilómetros que le separaban y se dirigía otra vez al lugar de donde lo sacaron, ponía su mochila como almohada y se disponía a dormir no le importaba que fuera pleno día. Mucha gente lo miraba con desprecio y con cara de asco repetían. —es increíble que no se lo lleven y lo encierren—repetían la mayoría Ernesto no molestaba a nadie más haya de sus gruñidos cuando lo miraban con desprecio, era la forma de protestar contra la sociedad que de alguna manera lo discriminaban. No le importaba hacer sus necesidades en cualquier lugar, aunque fuera en plena calle, era la forma de protestar contra la sociedad que le recriminaban lo que hacía sin pudor, y al mismo tiempo le niegan la entrada a ningún establecimiento público para poder ir al lavabo. El solo tenía un recuerdo en su cabeza lo demás no le importaba. Nadie le pregunto nunca por qué se vio obligado a vivir de esa manera, a nadie le importaba, solo les importaba la imagen que daba a un pueblo turístico, lo importante era lo económico lo humano a nadie le dio por pararse a pensar que pasa por su cabeza para vivir de esa manera. Un día unas personas se lo quedaron mirando y le recriminaron su comportamiento. —porque comes desde el suelo, y escupes todo lleno de mugre, eres un foco de infecciones para este pueblo—le decían gritando. Las autoridades miraron por activa y por pasiva la forma de que ese hombre abandonara el pueblo, pero legalmente no podían más de los clásicos días que lo dejaban cerrado en el psiquiátrico cercano. Cuentan las personas que no se quería ir a una residencia para vagabundos, que solo quería estar en la calle y comer y dormir en ella, no quería convivir con nadie, él solo quería vivir buscando algo que nunca encontraría. Porque Ernesto tenía un pasado, un pasado que se remonta a 58 años atrás que es cuando nació. Fue un niño feliz con su familia los mejores colegios, los viajes a los mejores lugares con la familia, incluso estuvo de vacaciones un verano en el lugar que ahora usaba como dormitorio, ese pequeño pueblo turístico, a él en aquel tiempo le pareció un pueblo encantador bonito y con gente muy amable. De adolescente estudio en varios institutos y siempre con buenas notas, incluso se matriculó en una universidad para estudiar ingeniería industrial, todo le marchaba viento en popa. Cuando tenía 28 años conoció a una encantadora chica, Marieta la conoció en una de sus escapadas de fin de semana con los amigos, se intercambiaron los teléfonos y fueron quedando ellos dos, sin los demás amigos. A los 30 decidieron casarse, fue una boda majestuosa como la de unos príncipes, los padres de los novios estaban felices, eran una pareja perfecta. Pasados cuatro años ya tenían dos hijos, dos chicos a los cuales pusieron de nombre Ernesto como él y Juan, dos chicos preciosos. Todo empezó cuando celebrando los 10 años del mayor, después de un día feliz con toda la familia saliendo del restaurante, los padres de él cogieron el coche para volver a su residencia, a tres kilómetros del restaurante sucedió. Un tráiler a más velocidad de la permitida arraso el coche de los padres de Ernesto, destrozando el coche y falleciendo instantáneamente, cuando Ernesto fue avisado se quedó conmocionado y desgraciadamente tuvo que reconocer los cadáveres de sus progenitores. El entierro fue dos días después Marieta estaba continuamente apoyándole no lo dejaba solo en ningún momento, el cementerio estaba en una colina bastante alta y con unas vistas impresionantes. La carretera tenía muchas curvas y el coche fúnebre marchaba a poca velocidad, seguido del coche de Ernesto, no fue nadie más, por expreso deseo de la familia. Una vez acabado el sepelio, la familia se quedaron a solas frente al panteón familiar, los dos hijos y el matrimonio, los encargados de la funeraria y los trabajadores del cementerio los dejaron solos respetando su dolor. Veinte minutos después abandonaban el lugar, todo sucedió muy deprisa, al cruzar la carretera para coger el coche, Ernesto marchaba delante y ya estaba llegando al coche, le hizo girar la cabeza un grito desgarrador de su esposa mientras intentaba coger a sus dos hijos para salir de la carretera, no pudo escapar un coche que descendía a mucha velocidad los arrollo dejando la carretera plagada con los cuerpos de sus familiares más queridos, los dos hijos y su esposa. El coche se dio a la fuga. Paso mucho rato llorando junto a los cuerpos, al final lo consiguieron separar de ellos y los sanitarios le dieron un calmante, un poco más calmado se dirigió a su casa cogió una mochila un saco de dormir y abandono para siempre la vida que tenía. Ahora es una persona que duerme en la calle come en la calle y hace sus necesidades en la calle, la sociedad no conoce la historia que tiene detrás, solo le interesa la imagen. P.D.: Seguramente alguna vez en tu pueblo viste una persona como Ernesto, no los mires con odio, ni rabia, ni desprecio si puedes ayudarle en algo ayúdale, sino pasa de largo, no lo juzgues no sabes la mochila que pueden llevar en sus espaldas.
VACACIONES CON EL MAL
Celebraban sus 25 años de casados y lo celebraban a lo grande, harían un crucero con unos de los barcos más grandes del mundo.
El Symphony, un barco donde podían viajar más de 6000 pasajeros, sería algo inolvidable seguro.
Después de un pequeño viaje en avión ya llegaban al puerto de Barcelona, lugar desde donde partiría el crucero, solo llegar al puerto para embarcar, les impresiono la majestuosidad del barco, esperaron como todos los pasajeros para embarcar, Marisa ya temblaba de emoción y a Fernando el corazón le latía de excitación, al fin podían realizar su sueño y lo harían celebrando 25 años de casados, mucho tiempo ahorrando para realizarlo, pero hoy era el día. A Marisa le recordó al barco de vacaciones en el mar, por la forma de recibirlos, las azafatas y azafatos, cuando llego su turno, el azafato saludo con un apretón de manos a Fernando y al saludarla a ella le hizo una pequeña caricia en la mano y mirándola a los ojos le dijo. —bienvenida al Symphony el barco que cambiara sus vidas, siempre tendrán un antes y un después, no olvidaran este viaje fácilmente— ella no le dio importancia a las palabras de bienvenida suponía que para todos era igual. Una persona del equipo del barco les acompaño a su camarote, el número 2349 en la planta más alta del barco. Un camarote muy lujoso con vistas al mar que surcaban en todo momento, dejaron el equipaje, y cuando salieron del puerto se aventuraron a investigar por todo el barco. Marisa con 51 años tenía un espectacular cuerpo y muchos hombres se giraban cuando se cruzaban con ella y Fernando se daba cuenta y se sentía un afortunado de que fuera su esposa. Visitaron muchas partes del crucero, pero a la hora de la cena, regresaron a su camarote cansado de caminar por el buque, a ella le encanto la zona de compras era más grande que los centros comerciales que solía visitar cuando estaba en su ciudad. Se dieron una ducha rápida y se vistieron para la cena, ella estaba superelegante con un vestido corto blanco, que dejaba a la vista las torneadas piernas que tenía, y el escote a simple vista llamaba la atención de cualquiera, hombre o mujer. La cena fue espectacular en el restaurante que eligieron, después se dirigieron a la sala de fiestas donde actuaba una orquesta, cuando se cansaron de bailar, (bueno se cansó Fernando por ella seguiría toda la noche, le encantaba bailar) se sentaron en una mesa y pidieron dos cócteles, en ese momento sonaba música de baladas, se le acercó una persona y dirigiéndose a ella. —me encantaría que me permitiera bailar un par de melodías con usted, con permiso de su esposo— ella levantó la vista y la sonrisa que tenía en los labios aquella persona, le puso nerviosa, era el que les dio la bienvenida a subir al barco. —siento no poder complacerle, me duelen los pies—mintió ella —otra vez será, gracias y perdone por el atrevimiento— —porque no fuiste a bailar si te encanta y yo estoy cansado—le pregunto Fernando —quería seguir a tu lado, estoy tan a gusto—contesto ella cuando acabaron los cócteles ya entrada la madrugada, se dirigieron a su camarote, pero entre la bebida y la poca luz que tenían algunas zonas del barco, estaban desorientados. —les puedo ayudar en algo—una fuerte voz sonó a sus espaldas —sí, sí, buscamos el camarote 2349—respondió el esposo Marisa se giró y comprobó que era el mismo que le pidió para bailar, eso le puso nerviosa, la mirada de aquel hombre la dejaba atolondrada. —les acompaño, síganme— la pareja siguió a aquel hombre, que siempre aparecía. —aquí esta su habitación la 2349—que pasen buena noche—dijo el desconocido mirando fijamente a los ojos de ella, manteniendo una sonrisa en la boca —gracias, buenas noches—contestaron los dos al unísono Fernando se tumbó en la cama y miro como se desnudaba su mujer, le excitaba mirarla. Una vez desnuda se acercó a la cama y beso apasionadamente a su esposo, para a continuación hacer el amor apasionadamente como les gustaba a los dos. Sonó el despertador eran las 7,30 la hora que Marisa se levantaba para hacer ejercicio, se colocó unas mallas y jersey ajustados para hacer deporte salió para buscar el gimnasio. No le costó encontrarlo y estaba desierto, a los viajeros no les gustaba madrugar para hacer deporte(ella no perdía su rutina nunca, solo por enfermedad) se subió a una de las bicicletas estáticas, y empezó su entrenamiento, cuando llevaba más de media hora, sudorosa como estaba levanto la vista hacia el espejo del final de la sala, y vio reflejada la imagen de aquel hombre, él siempre él, y nadie más en el gimnasio. Se acercó hacia donde estaba, y se subió a la bicicleta que estaba justamente detrás de ella. Intento mantener la calma, pero aquellos ojos que se clavaban en su espalda, le ponían especialmente inquieta, se bajó de la bici y se dirigió a unas de las saunas, con la esperanza de que desapareciera el intruso. Llevaba diez minutos en la sauna, y percibió como un rostro se acercaba al cristal y observaba el interior, aquella cara con aquella mirada le produjo pánico, pero si salía se encontraría con él cara a cara y no quería. La calor en la sauna ya era inaguantable, tendría que salir, se acercó a la puerta y no pudo abrirla, la temperatura, seguía subiendo y aquella cara seguía en el cristal. Marisa se puso a gritar, era inútil nadie en el gimnasio y un letrero en las puertas “cerrado por mantenimiento urgente” no paraba de llorar y golpear los cristales, la temperatura llegaba a 100º y no aguantaría mucho más, después de veinte minutos en la sauna con aquella calor, el colapso fue lo que hizo callar a Marisa. La puerta se abrió y entro el hombre se paró junto al cuerpo de ella y hablo. —Te lo mereces, tú tenías que ser mía y me despreciaste cuando yo era un jovencito tímido y triste, este es tu castigo por casarte con una persona que no soy yo, llevo mucho tiempo siguiéndote y nunca te diste cuenta yo sabía que este crucero cambiaria nuestras vidas la tuya y la mía y ahora nos reuniremos en el más allá— cuando acabo de pronunciar estas palabras, sonó un disparo, un disparo que le hizo estallar la cabeza cayendo junto al cuerpo de Marisa.EL ULTIMO VIAJE
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