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ASESINO SUELTO


 


Hans es un hombre modelo, lo que se llama un triunfador, era subdirector de una importante multinacional, desde hace cuatro años tenía a Amanda como novia:una chica muy guapa y un físico muy agradecido, estaban realmente enamorados los dos, él estaba esperando un nuevo ascenso era una persona muy influyente en toda la organización de la empresa, tenía un futuro muy prometedor. Como todas las noches, al salir del trabajo, Hans, conducía su flamante Mercedes hasta la casa de su novia, lugar donde solían ver alguna película o serie y sobre todo hablar del futuro que les esperaba. Esa noche conducía distraídamente, mirando las luces de la carretera en dirección al barrio, donde le esperaba su amada, puso la radio para escuchar un poco de música mientras llegaba; sin embargo, lo que escucho fue la última parte de una noticia que explicaba que un peligroso preso se había escapado y estaba por esa zona la última vez que se le vio, lo único que no pudo escuchar era la descripción del fugado. Hans aceleró el coche, para llegar lo antes posible a casa de su novia, no le hacía gracia que estuviera sola con el fugado por las cercanías. Al llegar a la casa, se sintió más tranquilo, bajo del coche y se dirigió a la entrada, una vez dentro apago la luz de la sala donde se encontraba su novia, lo único que se podía ver era la claridad que entraba por la gran ventana, ese acto de dejar todo a oscuras sorprendió a su novia. —que haces porque apagas las luces cariño— —que te pasa estás resfriada, tu voz suena congestionada—pregunto Hans —es un poco de alergia, y tú por qué estás tan nervioso—pregunto ella —es que por la radio dijeron que un preso peligroso se escapó y está por esta zona, a oscuras no podrá ver si estamos en casa—- —a mí no me importa, ven y siéntate a mi lado, necesito que me abraces— —sí, Amanda, yo también necesito un abrazo tuyo— a oscuras y en silencio se acercó hasta donde estaba su amada, teniendo como aliado la oscuridad, aunque no podían verse ni los ojos, dieron rienda suelta a su pasión, fueron dos largas horas de besos y caricias continuadas, al acariciar la parte trasera de la cabeza de ella, él notaba humedad, —será agua pensó él— Pasada media hora larga, se estaban quedando dormidos en el sofá, un ruido en la habitación sobresalto a Hans. Era como si alguien estuviera en la habitación del final del pasillo. —Amanda, Amanda despierta, creo que hay alguien en la habitación— —si cariño tengo mucho miedo—contesto ella —Iré a ver que pasa, tu toma este cuchillo que tenías en la mesa— —no vallas puede ser peligroso— —no te preocupes, tú no sueltes el cuchillo y llama a la policía, por el teléfono que hay encima de la mesa— —no vallas es peligroso, quédate conmigo—suplico Amanda Hans estaba decidido a defender a su novia, pudo ver su silueta en la oscuridad, con un cuchillo en la mano, y el auricular del teléfono en la otra. Los ruidos cada vez eran menos intensos- Se acercó lentamente a la puerta y abrió poco apoco, para no producir ningún ruido, la luz de la ventana le dejaba ver todos los papeles y ropas que estaban esparcidas por el suelo, avanzó poco a poco y un ligero tropezón le hizo mirar hacia el suelo. Lo que vio fue lo más aterrador que nunca antes había visto. En el suelo estaba el cuerpo de su novia Amanda, con múltiples pinchazos de un cuchillo, lo más sorprendente el asesino había recortado su cara con un cuchillo, mientras estuvo moribunda y las fuerzas le acompañaron, producía ruidos para alertar a Hans. Justo en ese momento recordó que sus manos todavía estaban húmedas de acariciar a su amada, se las miro y vio que era sangre, sangre del rostro de su novia. Unos pasos detrás de él le saco de sus pensamientos. Se giró y pudo ver la cara de desequilibrada de esa mujer, que sostenía la cara de Amanda en una mano. La cara que utilizo para engañarlo en la oscuridad, en la otra el cuchillo que el mismo le dejo, si hubiera podido escuchar la noticia entera por la radio, se habría enterado de que el preso fugado, en realidad, era una mujer, no un hombre como él dio por supuesto. Por supuesto, la policía ya no vendría. Esa noche Hans fallo en todo, no tenía que haber apagado las luces, tampoco tenía que dejar el cuchillo en las manos de su amada. Solo pudo mirar con horror a la presa asesina, mientras ella lo miraba con ojos de satisfacción, con la cara ensangrentada de su víctima, dando muestras de su enajenación mental fuera de lo común. —Hans, pase unas horas maravillosas a tu lado, tus besos, tus caricias, todo era maravilloso, te avise que no vinieras a la habitación, que era peligroso, muy peligroso para ti— Dos cadáveres fueron encontrados en aquel domicilio, a día de hoy todavía no se sabe el paradero de la presa que se fugó de la cárcel—

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