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CRISTALES ROTOS


 Jacinta es una mujer de mediana edad, unos 45 años, se casó en su juventud cuando tenía apenas 18 años, su primera hija nació con un síndrome extraño, la muerte le sucedió cuando apenas tenía ocho años, la madre entro en una profunda depresión, a pesar de ser esperado el desenlace, que solo fue superado con un nuevo embarazo.

Nueve meses después nacieron las gemelas, Ana y Rosa, dos hermosas niñas que le hicieron olvidad a la pequeña que perdió, nacieron con una salud de hierro, el miedo de los padres de que le sucediera lo mismo siempre estaba presente. Los padres sobreprotegian a las niñas, nunca las dejaban solas, siempre vigilándolas. —niñas no salgáis a la calle solas— —cuidado a la hora del patio como jugáis que no os ganan daño— Siempre avisándoles de cualquier peligro, el miedo los tenía aterrorizados, no querían perder a sus hijas. A la edad de siete años, sucedió lo inevitable, después de una discusión entre hermanos, una de ellas tiro un objeto hacia la ventana, como consecuencia rotura del cristal. Los padres se asustaron al escuchar el ruido, al entrar en la habitación quedaron horrorizados, el cristal se derrumbó sobre las dos hermanas, estaban desangradas por completo, fueron pocos minutos pero los suficientes para fallecer. El entierro fue multitudinario, todos los vecinos les apoyaron en el difícil trance de despedir a sus dos hijas, era demasiado doloroso, los fantasmas de su anterior hija volvían a sus cabezas. El dolor era tan grande que apenas lo único que hacían era respirar, después de una visita al psicólogo, este les animo a que se volvieran a quedar embarazados, les ayudaría a sobreponerse al dolor que les estaba matando- Siguiendo los consejos del psicólogo a los dos meses Jacinta volvió a quedar embarazada, pasaron los meses, llegado el día del parto, esperaban con impaciencia, no sabían de qué sexo eran la criatura. Fue algo inesperado, nacieron dos preciosas niñas, cada día que pasaba el parecido con las fallecidas era mayor. Tenían los mismos rasgos, hacían los mismos gestos, eran idénticas, lógicamente el miedo a perderlas otra vez era más grande, casi nunca las dejaban solas jugando, el recuerdo de las anteriores les producía desasosiego. Trece de noviembre, fue otro día para no olvidar, las gemelas estaban jugando solas, y......................... volvió a suceder. Un fuerte golpe en los cristales hacía presagiar otra desgracia, los padres acudieron corriendo hacia la habitación. Las dos niñas estaban cerca de una pared, alejadas de los cristales rotos. —Quedaros quietas, hay no os acerquéis—comento la madre —Estáis bien—pregunto el padre —sí, ya nos desangramos una vez, no nos volverá a suceder—respondieron las niñas Los padres se miraron y el corazón parecía que se les saldría del pecho. ¿Por qué dijeron ese comentario? ¿Existe la reencarnación?

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