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TRABAJO SUCIO


 


Carlos empezó a trabajar en aquel sitio hace veinte años, aunque su trabajo le gustaba una parte de él no, y al día siguiente le tocaba realizar esa parte del trabajo que menos le gusta. Siempre le pasaba igual cuando le tocaba, dos días antes, se le revolvía el estómago, tenía pesadillas, le costaba mucho dormir, tenía que tomar pastillas para conseguirlo. Carlos era técnico especialista en electricidad de alto voltaje, por su cargo tenía que controlar todo lo relacionado con la corriente del lugar donde trabajaba. Juan estaba en aquel sitio desde hace quince años, nunca salió de allí, desde el día veinte de agosto de años atrás. Carlos se levantó ese lunes doce a las siete menos cuarto, como cada día, a pesar de que ya estaba despierto desde tres horas antes, ni las pastillas conseguían que durmiera, se sentó a desayunar, pero apenas se pudo beber el café con leche, intento morder una galleta, acabo escupiéndola en el cubo de la basura se le hacía una bola y era incapaz de tragársela, esta vez como las otras estaba pasándolo mal, a pesar de todo todavía recuerda alguna de las veces que después de realizar el trabajo en aquella sala que le tocaba revisar, cogía la baja por depresión, en la empresa nadie le ponía pegas, comprendían perfectamente el estado de ánimo al pasar por la dichosa sala. Juan desayunó opíparamente, café, tostadas, croissants mermelada y mantequilla, cuando acabo de desayunar, todavía le preguntaron si quería algo más, lo que él declinó, estaba muy lleno, saldría a dar un paseo solo, solo como siempre. Juan salió al patio, miro hacia el sol que le ilumino su rostro, entorno los ojos y se empapó de los cálidos rayos del rey astro, al día siguiente conocería a Carlos, únicamente lo vería unos momentos los justos para intercambiar unas palabras. Carlos cogió su coche y conducía tranquilo, no tenía ninguna prisa y ninguna ganas de llegar al trabajo, hoy tocaba comprobar la dichosa habitación, odiaba ese día, en los veinte años que llevaba trabajando había tenido que realizar esa revisión ocho veces, y siempre le pasaba lo mismo. Aparco el coche en el lugar reservado para él, miro el edificio antes de entrar, siempre le venía el mismo pensamiento, tengo que dejar este trabajo, aunque también le venía a la cabeza las facturas que tenía que pagar, no podía dejar el trabajo que estaba bien pagado, gracias a él, podía pagar los colegios y universidades de sus dos hijos. Entro en la dichosa sala verífico toda la instalación y acciono la palanca que ponía en marcha el mecanismo, el ruido de la corriente subió el volumen y a él le parecía un ruido para volverse loco, diez segundos después acciono la palanca en sentido inverso, automáticamente el ruido ceso, y Carlos abandono la sala firmando un documento donde ponía claramente que la instalación estaba ok. Acabada la comprobación se marchó a su hogar a pasar el resto del día con su familia.no quería ver a nadie, quería estar solo en su hogar, y pensar, pensar en Juan al cual conocería el día siguiente. A la noche como siempre, Carlos no ceno nada, toda la noche la pasaría sin dormir, a pesar de que toda la familia le apoyaba intentando animarlo, cosa imposible él no se podía animar sabiendo su trabajo del día siguiente, muchas veces soñaba con la dichosa sala, tenía auténticas pesadillas. A Jose le vinieron a preguntar que le apetecía cenar, de primero pidió ensalada marinera, de segundo pavo relleno y de postre tarta de queso, bebió media botella de vino rioja y cuando acabo se fumó un puro cohíbas, algo que no solía hacer nunca. Después se marchó a su habitación, al día siguiente tendría que madrugar. Carlos llegó media hora antes de lo normal, saludo a varias personas con desgana y se encerró en un pequeño despacho, hasta la hora de conocer a Jose. Se abrió la puerta de la habitación de Jose y le anunciaron. —es la hora— Jose se incorporó, ya estaba vestido para conocer a Carlos, entro en la sala y le acompañaron a su sillón. Unos minutos después entro Carlos en la sala, se acercó a Jose, lo miro fijamente y le pregunto. —como te sientes— —podía encontrarme mejor, pero no me puedo quejar—contesto Jose Carlos le puso una especie de esposas en las muñecas, y algo parecido a una corona en la cabeza, ajusto todos los puntos posibles y se alejó, en dirección a la sala de control, lugar desde donde tenía que acabar su trabajo. Unas veinte personas estaban supervisando que todo lo que sucedía en esa sala, fuera lo correcto. Carlos empuñó una palanca y en el momento que la acciono, empezó a rezar un padre nuestro. Cuando fue accionada la palanca. Jose empezó a dar convulsiones y de su cabeza empezó a salir humo, el olor a carne quemada era irrespirable en la maldita sala, Jose Manuel fue el número diez ejecutados en aquella prisión. Carlos abandono hundido, no se podía acostumbrar a ser él, el que tenía que ejecutarlos.

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