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ESPERANZA PERDIDA, ESPERANZA RECUPERADA


 --Buenos días, el señor Enrique Fernández--.

--si soy yo que desea?-- --Le llamo de la empresa Natipol, nos envió un curriculum hace tiempo y estamos interesados en hacerle una entrevista laboral si todavía no tiene trabajo-- --si, si por supuesto, dígame cuando tengo que presentarme-- --si le parece bien el miércoles 28 a las nueve y media de la mañana-- --no se preocupe, estaré puntual, por quien tengo que preguntar – --es verdad no le dije mi nombre, Andrés Ramírez, gerente y propietario de la empresa-- --Gracias señor Andrés, nos vemos el miércoles muchas gracias-- Enrique colgó el teléfono y se puso a llorar, al fin una entrevista de trabajo. Hace doce años la empresa en la que trabajaba cerro sus puertas de una extraña manera, un día llegaron a su lugar de trabajo y la puerta estaba cerrada, todos los trabajadores se agolparon en la entrada y ninguno sabía nada, pasado un tiempo y poner denuncia en magistratura, no consiguieron nada, el empresario se fugó a Brasil con todo el dinero de la empresa, los trabajadores después de mucho pelear consiguieron cobrar el subsidio de desempleo, la mayoría llevaban muchos años trabajando en el mismo lugar y no pudieron cobrar nada de indemnización.
La mayoría tenían familia, esposa e hijos, no era este el caso de Enrique, solo tenía su esposa que se llamaba Violeta.
Aunque no trabajaba por motivos de salud, tenía fibromialgia crónica, era incapaz de trabajar, acababa agotada ante cualquier mínimo esfuerzo. Mucha gente pensaba que era cuento, físicamente era una mujer preciosa y figura de modelo, los hombres se giraban para mirarla cuando se cruzaban con ella. Violeta muchas veces intento trabajar en diferentes sectores, limpiando casas, hostelería, no podía aspirar a mucho más, ya que no tenía estudios, siempre le sucedía lo mismo, era incapaz de aguantar una jornada completa, algunas de las veces incluso se desmayó del dolor que sentía. Cuando Violeta entro por la puerta de su hogar, encontró a Enrique sentado en el sofá, con síntomas de haber llorado y una extraña sonrisa en sus labios. --Que te sucede cariño, te noto raro-- --Me llamaron de la empresa Natipol que quieren hacerme una entrevista – --es una buena noticia, a ver si tienes suerte-- --esta entrevista significa mucho para mí, la última entrevista fue hace cinco años, te acuerdas-- --si Enrique me acuerdo, esta vez será diferente-- --espero que sea una entrevista seria si ningún tipo de interés oculto-- --seguro que sí, podrás aportar tus conocimientos a esta empresa, ellos si valoraran lo que puedes aportar-- Esta conversación tranquilizo mucho al marido, la historia de la que hablan sucedió hace cinco años, una empresa del sector del metal, llamo a Enrique para ver en primera mano si era un aspirante válido al puesto que necesitaban. Como siempre Enrique llego puntual a la cita, su mujer se quedó en el aparcamiento esperando que saliera su esposo. Un hombre muy elegante, con traje impecable, corbata a juego y gafas de sol, al pasar junto a Violeta se la quedo mirando fijamente, con todo el descaro del mundo se le acercó para preguntarle. --que desea señorita-- --nada estoy esperando a mi marido, que está haciendo una entrevista de trabajo-- --no sé si su marido, entrara en la empresa, pero tiene mucha suerte al tener una mujer tan linda-- ella no dijo nada se metió dentro del coche y cerro la puerta de un fuerte portazo. --eres muy arisca preciosa-- ella desde dentro giro la cara y no se dignó a responder al engreído personaje, mientras esto sucedía en el exterior dentro estaba Enrique esperando a la persona que lo tenía que entrevistar. --no tardará mucho en llegar el jefe –repitió la secretaria ante los gestos de nerviosismo de él --gracias señorita, es que necesito mucho este trabajo-- --señorita Aparicio haga entrar al candidato por favor—sonó por el teléfono --señor Enrique ya puede pasar-- --buenos días— --buenos días, siéntese por favor-- --estudiemos detenidamente su curriculum y pudiera ser que la vacante fuera para usted-- --estoy dispuesto a realizar una prueba si fuera necesario-- --creo que usted es muy válido y tenemos otro puesto en la empresa, que le supondría cobrar tres veces más que en el que solicita-- --desconozco si estoy preparado para ese otro puesto—respondió Enrique --tenemos conocimiento que usted y su esposa suelen visitar caritas para recibir alimentos es verdad?--- --sí, estamos atravesando una mala racha, mi mujer no puede trabajar, y a mí no me llaman de ninguna empresa – --con nosotros tendrás mucho futuro, puedes llegar a cobrar 3.500 € limpios más incentivos-- --si cumplo con la necesidad del puesto, por mi encantado de empezar a trabajar ya mismo-- --si cumples todos los requisitos, solo falta uno, para que firmes el contrato que ya lo tengo preparado-- --que es lo que me falta –pregunto Enrique --¿su esposa es la que está dentro del coche negro?-- --sí, es que tenemos una visita médica-- --lo único que falta para poder firmar el contrato hoy mismo, es que yo personalmente tenga una cena con ella, para saber sus necesidades-- Enrique apretó los puños, tenía ganas de pegarle un puñetazo a esa víbora, intento mantener la calma. --si su mujer accede a una reunión privada conmigo, ¿sabe lo que significa privada? Entrarás a trabajar con nosotros como subdirector comercial mañana mismo y el sueldo ya te le comente antes-- --eres un hijo de perra-- terminada esta frase, se levantó y se dirigió a la salida. --ella se lo pasara bien y tú ganaras mucho dinero, jajajá-- al escuchar esta última frase Enrique se giró acercándose violentamente a su interlocutor, el cual no tuvo tiempo de escapar. Los cristales saltaron por los aires hechos pedazos al atravesar con su cuerpo el gran ventanal del despacho, la caída fue desde el segundo piso, no falleció, aunque estuvo cinco meses en el hospital. Ante la denuncia de Enrique, el argumento del director de la empresa es que ante la no capacitación para el puesto, al no conseguir el trabajo se volvió loco y lo ataco. El miércoles cinco años después puede volver a encontrar lo que busca, un simple quehacer para alimentarse él y su enferma mujer.

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