Aquí empiezo una serie de historias y vivencias de un camarero en Calella, empece a trabajar de esto hace muchos años, de lo primero que recuerdo fue en los 70 aproximadamente.
Lugar, un chiringuito de la playa, de los de antes los auténticos, todo de cristales y madera, muchas veces solo aglomerado, pero que resistían un verano tras otro, yo tendría unos doce años no más, mi padre el Sr. Hilario era el encargado de las hamacas y los parasoles del establecimiento, unas cien sillas y veinticinco parasoles, aunque al final del día, casi duplicaba los alquileres, eran muchos los extranjeros que venían por la mañana y no regresaban por la tarde, al dejar el ticket de las hamacas mi padre tenía de alguna manera el permiso para volver a alquilarla (se me olvido dar el nombre del chiringuito, el nombre PEKÍN, cerca de la riera de capaspre).
Cuando yo empezaba las “merecidas”vacaciones del colegio, mi madre me enviaba de buena mañana con mi padre a la playa, estaba moreno a tope, varios días enredando por la cafetería e intentando ayudar a mi padre fueron suficientes para que dueño del chiringuito se fijara en mí. --niño, tú pareces un poco espabilado, quieres trabajar aquí-- --no se tengo que preguntar a mis padres-- salí corriendo hacia donde estaba mi padre y con el corazón latiendo fuerte le explique a mi progenitor lo sucedido con el jefe, el Sr. Fernando. Un hombre de mucho peso, no solo por sus cargos, entre ellos jefe de la sección local de la cruz roja, también por lo que pesaba. Su encantadora esposa Sra. Paquita, su sobrina Nati, y el esposo de esta . --y tú qué dices, te ves preparado para trabajar, tendrás que venir todos los días y obedecer todo lo que te ordenen sin rechistar--me comento mi padre --si yo quiero trabajar para ayudar en la casa-- --bueno vamos a hablar con él jefe, te diré un secreto yo ya lo sabía me lo comento esta mañana, y le dije que te lo preguntara a ti, a ver que decías-- Como ellos ya habían hablado, yo solo tuve que escuchar, cuál era mi trabajo fregavasos, la parte que más me gusto es cuando dijo el Sr. Fernando. --ganaras 3000 pesetas y lo que hagas de propinas, estas cinco mesas del paseo te encargaras tú de mantenerlas limpias, igual que el jardín, si a la gente le gusta te dejarán buenas propinas-- a mí me pareció un mundo todo esto, tenía trabajo podría ayudar a la familia y lo más importante una responsabilidad mantener limpio y ordenado el jardín que daba al paseo. La verdad al principio fue decepcionante nadie se sentaba en aquellas mesas a pesar de que cada 15 o 20 minutos limpiaba las mesas, el polvo del camino del paseo al pasar algunos coches lo dejaban igual, las que si lo agradecieron las plantas, cada día recibían su ración de agua, nunca las vi tan alegres y coloridas creo que su nombre era Dondiego de noche, diferentes colores alegraban el pequeño jardín, mis mesas vacías y la terraza de la playa a tope, qué injusticia pensaba para mí, estaba tan bien regado el jardín que justo en el final del jardin, empezaron a crecer varias sandias, alguien tiro un trozo de sandia y las semillas agarraron, pasado un tiempo recogí las tres sandias la verdad es que la calidad no era para estar orgulloso, pero lo que cuenta es la intención y el esfuerzo que puse para que crecieran, me sentí feliz de sacarlas adelante. Algo cambio en mitad de verano, una ordenanza municipal impedía pasar coches a partir de cierta hora por el lateral del paseo, mis mesas ya eran más solicitadas, se me acumulaba el trabajo, la pica de fregar no la podía desatender y los clientes eran muy importantes.
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